Presentarse a las municipales y pactar con 'tránsfugas' de UPyD, dos errores de Rivera

Albert Rivera. / La Sexta
Albert Rivera. / La Sexta

Se les ha colado de todo: 'tránsfugas', expedientados y expulsados de otros partidos, militantes que no cumplen sus estatutos e incluso alguno que no se puede votar ni a sí mismo.

Presentarse a las municipales y pactar con 'tránsfugas' de UPyD, dos errores de Rivera

Se les ha colado de todo, 'tránsfugas', expedientados y expulsados de otros partidos, militantes que no cumplen sus estatutos e incluso alguno que no se puede votar ni a sí mismo.

Ciudadanos es un partido con diez años de historia en Cataluña y apenas ninguno en el resto de España. Es así hasta el punto de que tuvieron que contratar una agencia de detectives privados para averiguar quiénes eran sus candidatos a las elecciones municipales, como si de una película de Luis Buñuel se tratase. Sin embargo, aún realizando esta genialidad, al hacerlo con  tanta premura se les ha colado de todo, 'tránsfugas', expedientados y expulsados de otros partidos, militantes que no cumplen sus estatutos e incluso alguno que no se puede votar ni a sí mismo pues no está ni empadronado en la ciudad donde se presenta para gobernar. Algunos candidatos no pagan ni los impuestos donde se presentan. Es lo más surrealista que ha habido en política: piden el voto para ellos, pero ellos no se votan porque no pueden.

Han inundado los municipios con listas efectuadas por imposición desde Barcelona, contradiciendo una vez más esa filosofía de transparencia y democracia interna de su partido, y dinamitando el loable trabajo de algunos de sus fundadores, como Arcadi Espada. Losas, por cierto, que algún otro partido ha querido evitar para poder llegar sin ataduras a las elecciones generales de noviembre.

A este grave error de estrategia de Albert Rivera hay que sumarle otro totalmente irresoluto: el pacto con los tránsfugas de UPyD. Ciudadanos se presenta en muchas ciudades con exmilitantes de UPyD con el propósito de aprovechar su estructura y conseguir algo en la Diputación, véase el caso de A Coruña.

Todo esto significa que candidatos que no consiguieron ni un puñado de votos en su momento y que prescindieron de ellos en un partido tan minoritario como UPyD se erigen ahora en los reyes del mambo en este nuevo y ambiguo partido llamado Ciudadanos. Si analizamos la situación es cómica: un partido al que se le da en las generales una intención de voto de un 17% pacta con los tránsfugas de un partido que apenas llega al 3%. La lógica, que es matemática, es aplastante y solo lleva a un punto de destino que son unos vasos comunicantes donde imperará la mediocridad. Y a esto, ya que estamos en democracia, hay que sumarle que el perjudicado es el ciudadano (nombre también del partido) que otorga su voto a un candidato  que no tiene nada que ver, se supone, con la ideología emanada desde Barcelona. Por lo tanto, no está definido el sentido intrínseco del propio nombre del partido: Ciudadanos.

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