El precio de la energía fuera de control y con previsiones pésimas

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Autoconsumo fotovoltaico en Vigo. / RR SS.

La estrategia contra el cambio climático está teniendo importantes costes habiendo creado un mercado especulativo mientras los ciudadanos desconocen los datos principales.

El precio de la energía fuera de control y con previsiones pésimas

Con los precios de la energía batiendo cada día su anterior récord histórico, el Gobierno ha tomado vacaciones. El Presidente Sánchez se ha negado a comentar los hechos, la Ministra del ramo ha escapado por la tangente proponiendo una empresa pública que tardaría muchos años en ser determinante de los precios y el socio de Gobierno, Unidas Podemos, ha dicho unas cuantas simplezas, como es habitual. En pleno ferragosto, la única voz sensata ha sido la Secretaria de Estado de Energía que en una entrevista ha reconocido implícitamente el fondo de la cuestión: que el Gobierno no tiene capacidad para controlar dicho mercado, siervo de decisiones europeas y de acuerdos políticos  previos.

Algo más se puede añadir aunque no a beneficio de los consumidores. El nuevo mantra político, la lucha contra el cambio  climático, ha derivado en un conjunto de medidas que, siendo beneficiosas a largo plazo, son muy onerosas a corto plazo. Así la penalización de los combustibles fósiles y la prohibición de la energía nuclear obligan a subvencionar otras tecnologías que en momentos críticos como la última semana no cubren la demanda además  de provocar en algún caso una huella ecológica nada despreciable. Por ejemplo la energía más limpia como la fotovoltaica se produce con una de las más sucias,  la combustión del carbón  necesario para producir las placas solares de silicio. No por casualidad mientras los países occidentales se están  comprometiendo con objetivos ambientales para 2030, China los está demorando hasta 2060.

La escasa transparencia del debate sobre la descarbonización de la economía y sus costes, priva a los ciudadanos de elementos de juicio. Por ejemplo los derechos de emisión de CO2 se cotizan estos días a 56€/Tm, 14 veces más que hace sólo tres años y once veces más que hace cinco años. Se estima que seguirán creciendo durante los próximos años y que podrían llegar a los 100€/Tm. Es decir los derechos serían más caros que fuentes energéticas como el gas. Los derechos de emisión han dado lugar a un mercado financiero de carácter especulativo que paga el consumidor. Una buena decisión inicial está siendo soportada íntegramente por los consumidores. Sin olvidar que el precio  de la energía repercute en el IPC y en todos los productos de consumo. Por otra parte, el sector de las energías renovables, dependiente de concesiones administrativas, ilustra sobre el llamado “capitalismo de amiguetes “, contrario al libre mercado. Es posible detectar rápidos beneficios a cargo de empresas próximas al poder político que a cambio tendrán hueco en sus Consejos de Administración para altos cargos retirados.

Y cuando se habla de crear una empresa pública y se alude a Francia, no se explica que EdF, su compañía de referencia, gestiona 58 centrales nucleares gracias a las cuales modera el precio de la energía. Es la mayor fuente de energía en el país vecino, produciendo el 70% de sus necesidades. En España cinco centrales nucleares producen el 22% de la energía.

En el tradicional barullo de la política española es imposible debatir serenamente sobre política energética, de por sí muy complicada técnicamente, como lo es confrontar civilizadamente casi cualquier problema. Las medidas de urgencia adoptadas por el Gobierno hace escasas semanas ya han sido absorbidas por la nueva escalada de precios. Pero asistir impávidos a un proceso que cuestiona todo el sistema energético no parece la mejor estrategia. @mundiario

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