El partido de Rousseff y da Silva afronta la mayor crisis de su historia

Seguidores del Partido de los Trabajadores. / eltelegrafo.com.ec
Seguidores del Partido de los Trabajadores. / eltelegrafo.com.ec

De ser la fuerza izquierdista más importante de América Latina a caminar al borde del precipicio, el Partido de los Trabajadores debe reinventarse si no quiere extinguirse.

El partido de Rousseff y da Silva afronta la mayor crisis de su historia

Cuando la cabeza de Dilma Rousseff rodó en el Senado en agosto pasado, miles de simpatizantes suyos inundaron las calles de Brasil en protesta a lo que parecía ser una injusticia, según ellos. Aquéllo también hizo creer a muchos que el martirio de Rousseff no haría sino enardecer y levantar más su imagen, la de una mujer que fue condenada por el status quo, según acusó ella misma en sus comparecencias. No obstante, llegaron las elecciones municipales a nivel nacional y el Partido de los Trabajadores (PT), vehículo electoral de Rousseff y también de su padrino político Lula da Silva, se topó con la pared.

De las 5,000 municipalidades que se disputaron hace unas semanas, el PT se quedó únicamente con 256 alcaldes en primera vuelta y coló a otros siete posibles para la segunda. El balance es muy pobre para un partido que, primero, había logrado 644 alcaldes en las últimas elecciones, estableciendo así un récord nacional y, segundo, que el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) se quedó con 793 ayuntamientos en primera vuelta, los cuales podrían llegar a ser 812 en la segunda. El revés dejó claro que la gente ya no está dispuesta a soportar las desfachateces de los nombres propios del partido.

Y eso que el dos de octubre, dos días antes de las elecciones, da Silva había vaticinado que el PT sorprendería en las urnas. El otrora gran patriarca del partido rojo quedó muy lejos en su profecía y Rui Falcao, presidente de la agrupación, dijo que el desenlace de los comicios fue "una derrota fuerte, grande, que merece un análisis minucioso en los próximos meses".

De acuerdo a los politólogos, el estruendo se debió primeramente al impeachment contra Dilma Rousseff, quien junto con su alma acarrió también varias alianzas importantes que tenía su partido desde antes de que incluso Lula llegara al poder. El propio Partido de los Trabajadores anunció a mediados de año que se negaban a aliarse con cualquier partido que defendiera el proceso contra Rousseff, cabando así su propia tumba. Así, los candidatos acudieron a los grises Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y el Partido Democrático Laborista (PDL). "Esta cuestión es fundamental. Existe una fuerte correlación entre el éxito electoral y el número de alianzas", opina Fernando Guarnieri, catedrático del Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad Estatal de Río de Janeiro. En 2002, recuerda el profesor, da Silva venció en el nordeste del país gracias al apoyo que le dio el conservador Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), aunque, eso sí, nunca fue oficial.

Pero el escándalo de Petrobras no fue el único detonante de la crisis de la agrupación, a quien nadie en la derecha se atrevía a ver a los ojos hasta hace poco -la derecha de América Latina en su totalidad-. La falta de oferta de candidatos también les sentenció. Muchos de los que se presentaron con la camiseta roja en 2012 lo hicieron este año pero enfundados con la remera de otro partido. Hace cuatro años, eran el segundo país con más candidatos a los ayuntamientos a nivel nacional, sólo por detrás del PMDB; este año, eran el sexto.

Pero el panorama desolador no termina ahí. Con las elecciones presidenciales listas para 2018, el partido teme el rumbo que pueda tomar su desdichada nave. No tienen ni siquiera en mente a un candidato, pese a que Lula ha insistido en que contempla presentarse, pero ninguna voz fuerte del partido ha secundado su noción. @hmorales_gt

 

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