Para una nueva etapa en Cataluña se necesitarán otros dirigentes

Vargas Llosa y Josep Borrell.
Vargas Llosa y Josep Borrell. / La Sexta

En el cierre de la manifestación de Barcelona, extraordinario Vargas Llosa y magnífico Borrell, el candidato que los socialistas catalanes necesitan para recuperar credibilidad, discurso y valores.

Para una nueva etapa en Cataluña se necesitarán otros dirigentes

La seducción narcotizante del discurso nacionalista se ha disuelto abruptamente con la irrupción de quienes hasta ahora eran ignorados, menospreciados o directamente insultados. Desde que el discurso del Jefe del Estado marcó los límites del proceso secesionista, obviando claramente cualquier apelación al diálogo y reclamando la restitución del Estado de Derecho, se han precipitado los acontecimientos, acorralando a la facción independentista.

La masiva manifestación de este domingo, convocada, no es un dato secundario, por una entidad civil que no recibe subvenciones, aunque apoyada por los partidos constitucionales, ha provocado una escena impensable hasta ahora: un mar de banderas constitucionales y legítimas de la autonomía catalana. Y oradores en estado de gracia. Extraordinario Vargas Llosa, por otra parte derrotado candidato a la presidencia de su país frente a un golpista consumado, quien apeló a los valores de modernidad, liderazgo y vanguardia que hicieron de Barcelona una ciudad de referencia internacional en el pasado más próximo. Y magnífico Borrell, el candidato que los socialistas catalanes necesitan para recuperar credibilidad, discurso y valores.

A esto se han sumado los traslados de empresas y los que se anuncian, además de los que no se publican. Así como las primeras tomas de posición públicas de dirigentes empresariales. Se van conociendo también los movimientos entre bastidores para convencer a Puigdemont. Hasta Artur Mas, responsable inicial de este fracaso, ha comenzado a desdecirse en la prensa inglesa. En medio, las plataformas que han pedido el diálogo, un rasgo de buenismo que nunca sobra aunque también parece que llega tarde. Por otra parte arrecian las presiones abiertas  sobre Pedro Sánchez, con Felipe González y muchos dirigentes actuales o del pasado, reclamando apoyo sin fisuras al Gobierno en la adopción de medidas correctoras.

No es sencillo desbloquear la situación. La Generalitat ha puesto sumo cuidado para complicarlo tanto. Está convocado un Pleno parlamentario para el martes como percha para la Declaración de Independencia, así como una huelga general de varios días a partir del mismo día. La policía integral de Cataluña se encuentra en estado de franca insubordinación al poder judicial, con los riesgos implícitos para el orden público. Los medios de comunicación públicos, zaheridos por Borrell, son el ejemplo perfecto de lo que no deben ser, pero su efecto perturbardor es constante. 

Nada se sabe de los planes del Gobierno, más allá de mantener la estrategia de acción-reacción. En una larga entrevista a El País, Rajoy deja claro que no actuará antes de producirse la declaración independentista

Nada se sabe de los planes del Gobierno, más allá de mantener la estrategia de acción-reacción. En una larga entrevista a El País, Rajoy deja claro que no actuará antes de producirse la declaración independentista. No se compromete a evitarla sino a que carezca de efectos, aunque es obvio que su proclamación tendrá consecuencias penales para algunos. Por tanto la tensión se mantendrá al menos hasta el miércoles.

Puigdemont parece ser el escollo más firme para retroceder. Es prisionero de sus propias palabras y promesas, además de ser rehén de la CUP y de ERC. No tiene futuro propio por lo que debe elegir entre pasar a la historia o ser amortizado por ella. El PDECat está destrozado y los tardíos llamamientos de algún consejero en la prensa, no pueden tapar las decisiones colegiadas que han asumido. La fractura de la sociedad civil está consumada. Para una nueva etapa se necesitarán otros dirigentes.

El balance de daños es inmenso, en especial en la convivencia. También en las irregularidades que se irán conociendo, como el desvío de recursos para financiar el entramado de intereses que hemos visto. Pero sobre todo será necesario hilar muy fino para cambiar algunos fundamentos del actual proceso de sedición: el adoctrinamiento en las escuelas, la discriminación xenófoba basada en la lengua, la desviación de la finalidad de los medios públicos de comunicación, la lealtad institucional por citar algunas. Tarea para varios años y sobre todo para una generación de políticos con mayor altura de miras.

Comentarios