Los logros de Daniel Ortega en Nicaragua no enmascaran sus oscuras tácticas para perpetuarse en el poder

Daniel Ortega durante el Desfile por el 37 Aniversario del Ejército de Nicaragua el pasado 3 de septiembre de 2016. / el19.
Daniel Ortega durante el Desfile por el 37 Aniversario del Ejército de Nicaragua el pasado 3 de septiembre de 2016. / el19

De pasar 7 años en la cárcel, de guerrillero comunista a político socialista, de vivir bajo la acusación de violación y de financiarse con dinero del narcotráfico, Daniel Ortega lucha a sus 70 años por perpetuarse en el poder que es lo que ha hecho durante toda su vida.

Los logros de Daniel Ortega en Nicaragua no enmascaran sus oscuras tácticas para perpetuarse en el poder

A lo largo de su historia, Nicaragua ha sido gobernada por hombres y una mujer que, la mayoría, han dejado un gran poso en la memoria colectiva. Es el caso de la dinastía de los Somoza en los que padre e hijos gobernaron el país en dictadura, uno detrás de otros e intercalados por espacios de tiempo en los que otros, muchas veces considerados títeres de los Somoza, gobernaron en su lugar a modo, quizá, de maquillar lo que en sí fue una dictadura. 

Los Somoza gobernantes, ya muertos en la actualidad, exiliados en su día en otros países y asesinados, están ahora en boca de muchos nicaragüenses, si es que alguna vez dejaron de estarlo, pues su actual líder, el sandinista Daniel Ortega vuelve a presentarse a unas elecciones, las que se celebrarán el próximo 6 de noviembre. Pero no solo por eso, sino porque su afán, ya totalmente puesto de manifiesto, por perpetuarse en el poder utilizando todas las artimañas posibles, es algo que asumen con naturalidad muchos ciudadanos. “Era de esperar, la dictadura se repite ahora por el que fue libertador de la misma”, comenta Esteban a MUNDIARIO, uno de tantos trabajadores del sector agropecuario que gana poco más del sueldo mínimo: 3.480 córdobas (al cambio unos 107€).

Pero el pueblo nicaragüense es conformista, puede que sea el extenuante clima tropical, o su fe inquebrantable en Dios quien “proveerá” a su antojo, ellos solo deben ser devotos. Por eso no se espera que el próximo 6 de noviembre ocurra nada que desvíe el camino de Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo hacia la presidencia y vicepresidencia, respectivamente.

Daniel Ortega y Rosario Murillo. / eltiempo.com
Daniel Ortega y Rosario Murilla en foto de archivo.

 

Aunque Nicaragua no tiene una religión oficial, el catolicismo predomina con 2.452.585 adeptos, lo que representa el 60% de la población y Daniel Ortega, al frente de la dirección del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), supo cuando perdió las elecciones de 1990 frente a Violeta Chamorro (del partido UNO - Unión Nacional Opositora -) que debía blanquear su imagen de guerrillero. Por eso comenzó una ardua tarea de marketing: cambió los colores negro y rojo característicos del FSLN por tonos rosados (aunque actualmente en el país son numerosa las banderas tradicionales del FSLN, negras y rojas, ondeando en farolas, árboles, coches, manifestaciones...) dejó de utilizar el himno oficial del FSLN en donde el famoso “patria o muerte” utilizado por Fidel Castro iniciaba la sintonía, y lo cambió por la Novena Sinfonía de Beethoven (cuarto movimiento; Oda a la Alegría), para después cambiarlo otra vez durante la campaña de 2006 que lo llevó de nuevo a la presidencia por el Give Peace a Chance (Dale una oportunidad a la paz) de John Lennon. Además y en hilo con el tema religioso, Ortega comenzó a utilizar abundantes referencias a Dios, al amor, la paz y la reconciliación. Su mensaje pacifista y solidario caló en la población y lo auparon al poder en 2007, diecisiete años después de haberlo perdido (perdió la presidencia en abril de 1990), cuando dejó a un país ideológicamente divido y pasto de una guerra que acarreó una de las más graves crisis económicas y políticas en la historia del país. 

La guerra civil de los 80

Esta guerra civil estuvo financiada por los Estados Unidos de América que bajo el mandato del conservador Ronald Reagan miraba con recelo al pequeño país centroamericano y su deriva hacia políticas izquierdistas, marxistas y leninista inspiradas en la Cuba de Castro y que representaba el FSLN que lideraba Daniel Ortega. Esta época de miedo comunista por parte de EE UU llevó a que Reagan impusiera un embargo comercial sobre Nicaragua y bloqueara los préstamos de muchas instituciones financieras internacionales.

A finales de 1981, la oposición al sandinismo estaba representada por pequeños grupos de antiguos miembros de la derrotada Guardia Nacional y grupos de exrevolucionarios con pensamientos e ideales distintos a los del FSLN. Pero a partir de ese momento, estas fuerzas, luego conocidas como la contrarrevolución, recibieron formación militar a cargo de oficiales argentinos y apoyo encubierto de Estados Unidos. El gobierno de Reagan fue incrementando progresivamente su apoyo a la contra. Se enviaron más de 300 millones de dólares en ayuda y equipamiento, y los contrarrevolucionarios recibieron formación militar desde 1982 hasta 1990. En respuesta, tanto la Unión Soviética como Cuba procedieron a equipar y entrenar al Ejército Popular Sandinista (EPS).

En este clima de guerra Ortega se alzó con el poder por vez primera en 1985 tras haber sido miembro de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (formada por distintas fuerzas políticas, socio-económicas y sindicales) que gobernó el país desde julio de 1979 a enero de 1985, tras la caída del último de los Somoza.

Daniel Ortega alzándose con el poder en 1985 bajo el aplauso de su amigo Fidel Castro. / Archivo La Prensa
Daniel Ortega alzándose con el poder en 1985 bajo el aplauso de su amigo Fidel Castro. / Archivo La Prensa


 

La deriva de Ortega hacia posturas más aceptadas internacionalmente

Daniel Ortega ama el poder, su vida ha sido una constante lucha por alcanzarlo o mantenerlo y con 71 años apunto de cumplir, sigue en el mismo punto. Por eso, supo que con políticas cercanas al comunismo no iba a poder hacer frente a las presiones internacionales, de ahí su cambio de rumbo que explicaba anteriormente. No solo en los colores y los himnos, sino también en un acercamiento a políticas más socialistas (de hecho, actualmente las tres palabras que utiliza en sus campañas son: cristiana, socialista, solidaria). Durante su período de opositor (desde abril de 1990 a enero de 2007) Ortega apoyó muchas huelgas  organizadas por diversos organismos, afines o miembros, de su partido contra los gobiernos de Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán Lacayo y Enrique Bolaños Geyer entre 1990 y 2006, con el fin de ganarse aliados. Entre dichos organismos estaban: la Central Sandinista de Trabajadores (CST), el Frente Nacional de Trabajadores (FNT), la Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua (ANDEN), la Unión Nacional de Empleados (UNE), la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN), el Consejo Nacional de Universidades (CNU), la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES), la Federación de Profesionales Docentes de la Educación Superior (FEPDES), la Federación de Sindicatos de Trabajadores Universitarios (FESITUN), la Unión Regional de Cooperativas de Transporte Colectivo (URECOOTRACO), etc.

Se labró con ahínco su vuelta a la presidencia y desde que volvió a asumirla en 2007 no ha encontrado ninguna oposición internacional activa. Además, en las relaciones internacionales del país como Estado Miembro de las Naciones Unidas, Nicaragua fundamenta sus relaciones internacionales en la amistad, complementariedad y solidaridad entre los pueblos y la reciprocidad entre los Estados. Se inhibe y proscribe todo tipo de agresión política, militar, económica, cultural y religiosa, y la intervención en los asuntos internos de otros Estados.

Reconoce el principio de solución pacífica de las controversias internacionales por los medios que ofrece el derecho internacional, y proscribe el uso de armas nucleares y otros medios de destrucción masiva en conflictos internos e internacionales; asegura el asilo para los perseguidos políticos y rechaza toda subordinación de un Estado respecto a otro.

Una amistad y solidaridad internacional que escenifica en la oscuridad con sus "amigos" narcotraficantes, según los documentos filtrados por Wikileaks en 2010. Son cables enviados por la embajada de EE UU en Managua a Washington, y firmados por el embajador Paul Trivelli, en la que se afirma que durante la campaña electoral que llevó a Daniel Ortega al poder a principios de 2007, Ortega y su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), obtuvieron dinero del narcotráfico internacional "a cambio de que los jueces sandinistas pusieran en libertad a traficantes capturados por la policía y los militares". También se especifica que  funcionarios nicaragüenses reciben "maletas llenas de dinero" en sus viajes a Caracas.

La Embajada de EE UU no solo acusa en esos documentos a Ortega de financiarse gracias a su apoyo a Chávez. En un largo despacho, el 63040 filtrado por Wikileaks, firmado también por el embajador estadounidense Trivelli y elaborado como un compendio de los supuestos horrores del sandinismo, se llega a asegurar: "Daniel Ortega y los sandinistas reciben dinero regularmente para financiar las campañas electorales del FSLN de parte de traficantes internacionales de drogas, por lo general a cambio de ordenar a los jueces sandinistas que permitan salir en libertad a los traficantes capturados por los policías y los militares". Estas operaciones turbias, según Trivelli, estaban orquestadas por Lenin Cerna, ex director de Seguridad del Estado, y supervisadas por jueces sandinistas de la Corte Suprema como Rafael Solís y Roger Camilo Argüello. En el mismo cable, el embajador añade: "En 1984, Daniel Ortega negoció un acuerdo con el 'narco' colombiano Pablo Escobar y lo refugió durante varios meses en Nicaragua después de que Escobar ordenara el asesinato del ministro colombiano de Justicia". Incluso se explica que "La DEA logró colocar una cámara oculta en uno de los aviones y obtuvo la película de Escobar y de funcionarios del Ministerio del Interior cargando cocaína en un avión de Escobar en el aeropuerto internacional de Managua".

De todo aquel escándalo nada queda ahora en la opinión pública que no ha reclamado explicaciones ni la popularidad de Ortega se ha visto afectada. ¿Se financia el FSLN con dinero del narcotráfico? Muchos en Nicaragua lo afirman rotundamente pero no hay pruebas actualmente, al menos no se conocen.

Nicaragua según datos actuales

Según datos del Banco Mundial, Nicaragua ha destacado en medio del panorama que han vivido las economías centroamericanas en los últimos años.

Tras años de inestabilidad política y aún vulnerable a los desastres provocados por fenómenos naturales o antrópicos, en la última década el país ha estado creciendo en promedio con América Latina. Disciplinadas políticas macroeconómicas aplicadas desde 2001, combinadas con una expansión constante de las exportaciones y la inversión extranjera directa, han ayudado a Nicaragua a afrontar las turbulencias económicas derivadas de la crisis de 2008-2009 y de la subida de los precios de los alimentos y del petróleo.

Después de una rápida recuperación en 2010, la economía creció un 5.1% en 2011, la tasa más alta en una década. La inflación también ha sido controlada a dígitos simples -en torno a un 8% en 2011, después de alcanzar un 25% a mediados del 2008. Los indicadores macroeconómicos se mantienen estables, con un crecimiento económico estimado del 4.2% en 2013, y las inversiones extranjeras directas y el comercio muestran perspectivas favorables.

La recuperación económica de Nicaragua ha permitido que el Gobierno adapte sus decisiones, desde unas de corto plazo para sortear la crisis, a estrategias pioneras de más largo plazo para combatir la pobreza, especialmente en las zonas rurales. El respaldo de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), la unidad del Banco Mundial de ayuda a los países más pobres, ha sido clave para que este cambio sea una realidad.

A pesar del buen balance que hace el Banco Mundial, Nicaragua sigue siendo uno de los países menos desarrollados de América Latina. La pobreza, aunque ha disminuido de manera constante en los últimos años, sigue siendo alta. Más del 80% de los pobres en Nicaragua residen en áreas rurales, gran parte en comunidades remotas donde el acceso a los servicios básicos es un reto diario.

10 de enero de 2007, Daniel Ortega asume la presidencia y hasta hoy

Cuando Daniel Ortega gana las elecciones de 2006 y asume el poder en enero de 2007, EE UU, que ya mostró recelos por el líder sandinista en los años 80, incluso financió una guerra civil contra el FSLN, la cual le tocó vivir al propio Ortega, mostró públicamente su descontento, pero el secretario de Comercio de Estados Unidos durante el gobierno de George W. Bush, Carlos Gutiérrez, afirmó que Estados Unidos "desea trabajar junto al nuevo presidente”.

La ausencia de enfrentamientos con EE UU que hace tiempo dejó de interferir tan abiertamente en la política de los países latinoamericanos, y las primeras acciones del gobierno de Ortega, han hecho que un alto porcentaje de la población lo apoye o, al menos, lo tolere. (Las primeras acciones del gobierno presidido por Ortega fueron restablecer la gratuidad de los servicios de Educación y Salud, acción muy positiva para un país que en aquellos años tenía un 42,5% de nivel de pobreza general y que se ha visto reducida al 29,6% en 2014, según datos del Banco Mundial. Datos altos pero esperanzadores). Además, durante sus años de gestión, Ortega ha logrado alianzas con empresarios que han sido vitales para lograr el crecimiento económico del país.

¿Qué ocurre entonces para que haya un zumbido general sobre la idoneidad de que Ortega vuelva a presentarse a la presidencia de Nicaragua? Todo se retrotrae al año 2010, casi un año antes de las elecciones generales de noviembre de 2011, en las que Ortega y su FSLN obtuvo más del 62% de los votos emitidos mientras que el Partido Liberal Independiente (PLI), el partido opositor más fuerte, logró el 31% y ya a mucha distancia, el Partido Liberal Constitucionalista, (PLC) obtuvo algo más del 6%. Los demás partidos no llegaron a alcanzar el 1% de los votos.

Según la Constitución nicaragüense, en su artículo 147 “No podrá ser candidato a Presidente ni Vicepresidente de la República: a) el que ejerciere o hubiere ejercido en propiedad la Presidencia de la República en cualquier tiempo del período en que se efectúa la elección para el período siguiente, ni el que la hubiere ejercido por dos períodos presidenciales; b) el Vicepresidente de la República o el llamado a reemplazarlo, si hubiere ejercido su cargo o el de Presidente en propiedad durante los doce meses anteriores a la fecha en que se efectúa la elección para el período siguiente; …”.  Ante la posibilidad de que Daniel Ortega no pudiera volver a presentarse dado que ya había ejercido por dos períodos la presidencia (de enero de 1985 a abril de 1990; y de enero de 2007 a noviembre de 2011) ordenó a Eduardo José Mejía Bermúdez, juez de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en calidad de su apoderado especial, presentar un recurso de amparo contra la frase concreta de ese artículo. La Corte Suprema de Justicia (CSJ) falló a favor de Daniel Ortega (también a favor de su vicepresidente y un puñado de alcaldes sandinistas) alegando que “… conforme el referido Principio de Igualdad Incondicional de Todo Ciudadano Nicaragüense ‘Es obligación del Estado eliminar los obstáculos que impidan de hecho la igualdad entre los nicaragüenses y su participación efectiva en la vida política, económica y social del país’”. Es decir, que para no incurrir en una falta de desigualdad, todo ellos podrían participar en las contiendas electorales a realizarse en los años 2011 y 2012, “en los mismos cargos que ostentan actualmente”.
 
La decisión causó un gran revuelo, principalmente entre los sectores opositores y el poco resquicio que le queda a la prensa independiente lo ha llamado durante años “Daniel Ortega, el presidente inconstitucional”.

Eso ocurrió en los comicios del 2011, cinco años después, en los que se van a celebrar el 6 de noviembre de 2016, Ortega ha vuelto a realizar un golpe de efecto. Dado que ya puede presentarse todas las veces que desee a la presidencia tras la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, su obstáculo actual para perpetuarse en el poder es la oposición, principalmente la del PLI (Partido Liberal Independiente).

Lo ocurrido hace poco más de dos meses es lo siguiente: Pedro Reyes, secretario general del partido del PLI, hizo un llamado a los líderes del PLI para que reconocieran su liderazgo. Ante la ausencia de todos ellos, Reyes solicitó legalmente al Consejo Supremo Electoral (CSE) que destituyera a los diputados de su partido que no reconocieron su liderazgo. El CSE aceptó esta petición de Reyes y destituyó a 16 diputados electos y 12 suplentes del Partido Liberal Independiente (PLI), el principal movimiento opositor del gobierno del presidente Daniel Ortega. En consecuencia Reyes ganó la presidencia del PLI y le quitó la representación legal del partido a Eduardo Montealegre, su anterior presidente quien ya perdió frente a Ortega las elecciones de 2007. Estos diputados, por supuesto, tampoco pueden representar a los ciudadanos en el Parlamento.

Una serie de movimiento estatutarios internos del PLI, un tanto oscuros, que han acabado con las posibilidades de que una oposición real y fuerte se enfrente al FSLN y en consecuencia a Daniel Ortega. De hecho, Montealegre, el que parece el único candidato con opciones de arrebatarle la presidencia a Ortega, a pesar de no haberle ganado nunca, cosa que ya difícilmente hará dada la decisión de CSE de apartarle del juego electoral, calificó a Reyes como un “colaboracionista” del gobierno de Ortega, quien busca reelegirse por tercera vez tras haber sido presidente de Nicaragua en tres oportunidades (1985-1990, 2006-2011 y 2011-2016).

En estas generales, Ortega se presenta con su esposa Rosario Murillo como candidata a la Vicepresidencia. Como en las dos elecciones anteriores, los nicaragüenses siguen mostrando su apoyo hacia Ortega, candidato del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), quien ha liderado los sondeos con altos niveles de popularidad que sobrepasan el 70 por ciento, tal y como recoge la cadena Telesur.

Las voces críticas llegan por tanto de la Organización de Estados Americanos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, intelectuales nicaragüenses y expresidentes latinoamericanos quienes han expresado su preocupación por la enrarecida situación política que atraviesa el país.

Sin ahondar en los logros económicos, las críticas se centran más en la erosión de la democracia nicaragüense por todos los extraños movimientos que Ortega ha realizado, ya descritos en este artículo, para perpetuarse en el poder.

Pocas sorpresas les deparan a los, generalmente conformistas, ciudadanos nicaragüenses, el próximo 6 de noviembre.

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