Maduro pasa de advertencias y va con lo que tiene hacia la Constituyente

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. / Twitter.
Nicolás Maduro, presidente de Venezuela. / Twitter.

El presidente venezolano ignora los ataques y amenazas de la comunidad internacional y acusa a ésta de haberle traicionado y haberse sometido a la voluntad de Estados Unidos.

Maduro pasa de advertencias y va con lo que tiene hacia la Constituyente

La semana empezó agitada en Caracas luego de que senadores colombianos y chilenos presentaran una demanda contra Nicolás Maduro en la Corte Penal Internacional (CPI). La ratonera del presidente se va encogiendo cada día más pero eso parece no importarle. Maduro está dispuesto a llevar hasta el extremo su proyecto de la Asamblea Nacional Constituyente, cuyas elecciones se celebrarán este 30 de julio sí o sí, con todo y que se han opuesto representantes diplomáticos de otros países, líderes opositores, millones de venezolanos y hasta chavistas.

Y encima de todo, pasa de asumir responsabilidades. "Esta iniciativa ya no me pertenece, está en manos del pueblo", expresó un Nicolás Maduro que intenta mostrarse implacable ante las peticiones de Gobiernos extranjeros y distintas personalidades de organismos multilaterales para que cancele su disparate constituyente. El presidente arrojó la responsabilidad al pueblo durante un acto oficial celebrado en el Palacio de Miraflores, huyendo cobardemente de recibir los impactos de sus propios cañones.

El acto era para celebrar la nueva convocatoria del Consejo Nacional de Defensa del Pueblo, un órgano ad hoc que se contempla en la actual Constitución, y que se puede convocar en momentos de amenazas a la Seguridad Nacional. Es la tercera vez que Maduro acude a él. La última fue en octubre del año pasado, cuando los diputados de la Asamblea Nacional, controlada por la oposición tras las elecciones legislativas de 2015, acordaron declarar "el abandono del cargo" por parte del jefe de Estado.

El jefe de Caracas hizo una referencia también a las recientes amenazas de la Casa Blanca y el Departamento de Estado de Estados Unidos contra Venezuela, como principal excusa para convocar de nuevo a este organismo. La Administración de Donald Trump se pronunció el lunes, poco menos de 24 horas después del referendo celebrado por la oposición contra la dichosa Asamblea Constituyente del presidente, para instar al Gobierno venezolano a tomar en cuenta el resultado de este plebiscito simbólico y dio alerta de que estaba lista para "iniciar rápidas y fuertes acciones" económicas si el presidente no se retracta de este proyecto que se ha convertido en su espada de Damocles.

De acuerdo a varias agencias internacional de noticias, el martes la Casa Blanca estaba a nada de tomar ya la decisión de cuáles serían las primeras sanciones del Gobierno estadounidense al de Venezuela. Dentro de las opciones que se barajaron estaban la congelación de bienes de varios funcionarios chavistas, probablemente dos de los más fuertes como Diosdado Cabello (segundo del chavismo) y Vladimir Padrino, ministro de Defensa. Pero también se pensó en confiscar negocios en Estados Unidos de la petrolera PDVSA, e incluso un embargo a las compras de petróleo de dicho país.

Esa última opción, no obstante, sería impuesta en caso de que la situación realmente desborde la paciencia de Trump y los suyos. Pese a que las importaciones petroleras desde Venezuela abastecen solamente al 5% del mercado estadounidense, la mitad de las exportaciones del país caribeño aterrizan en tierras norteamericanas, que paga en efectivo. Una gran tajada del resto de la menguante producción se utiliza para saldar la deuda que se tiene con aliados extranjeros como China, o para abastecer acuerdos de cooperación de gran importancia política en estos momentos para el país, como la alianza firmada con Petrocaribe. El oro negro es el principal caudal de ingresos en divisas del país caribeño.

Amenazas para todos

Pero el presidente aprovechó su acto oficial también para atacar a otros gobernantes de la región. Tal y como tanto le gusta a los chavistas, Maduro acusó a muchos de formar parte de una conspiración y revuelta contra la revolución bolivariana.

De entrada, atacó a Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, acusándole de ser un "traidor", luego de que publicara en su Twitter una solicitud para "desmontar la Constituyente para conseguir una salida rápida, pacífica y negociada en Venezuela". El jefe de Miraflores le afeó el hablar "como si gobernara en Venezuela, cuando ni siquiera gobierna en Colombia".

Posteriormente le dedicó un par de minutos a Federica Mogherini, titular de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, quien también había dejado ver que Bruselas podría tomar medidas contra Caracas. El presidente calificó de "triste" la postura adoptada por la UE, y dijo que las relaciones internacionales de la comisión están ahora "subordinadas a Washington". Luego, se refirió a Mariano Rajoy, acusándole de injerencia en asuntos internos de Venezuela, y emitió la siguiente advertencia: "Cuidado, Rajoy, si Bolívar llega a Cataluña".

Pese a que en su alocución hizo lo posible por mantener un perfil puramente internacional, la primera medida del Consejo de Defensa y proclamada por Maduro tiene que ver con asuntos internos del país: la activación de un plan "de justicia de emergencia para afianzar la paz", dijo como si él mismo no hubiera llamado a las armas a los suyos. Posteriormente, explicó que la justicia militar tendrá un papel clave en esta operación, con la que espera facilitar "la búsqueda y captura de aquellos grupos que atenten contra la estabilidad del país".

Varias organizaciones de derechos humanos y hasta Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA y uno de los grandes rivales políticos del presidente, han denunciado a las autoridades venezolanas por llevar a disidentes civiles y manifestantes ante la justicia militar, una práctica recurrente desde que el pasado 1 de abril se desatara una ola de protestas en toda Venezuela.

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