Juego a tres bandas en Alemania: Angela Merkel, Schaeuble y von der Leyen

Angela Merkel.
Angela Merkel, canciller de Alemania.

Después de las elecciones alemanas, el futuro de Alemania está en anos de la canciller y los dos ministros más influyentes de su gabinete, según explica este experto.

Juego a tres bandas en Alemania: Angela Merkel, Schaeuble y von der Leyen

Nunca un resultado de las elecciones alemanas modernas ha estado tan claro meses antes de la convocatoria como esta vez: aunque las encuestas han estado bailando hasta los últimos días, no había dudas que la nueva canciller sería Angela Merkel y que por lo tanto le tocaría liderar el próximo gobierno en coalición con Los Verdes, que sería una primicia, o en una gran coalición con sus socios de la penúltima legislatura, los socialdemócratas.

La canciller sale pues enormemente favorecida de estas elecciones. La pregunta del millón es: ¿aprovechará Merkel los próximos cuatro años para encontrar respuestas a los problemas más cruciales de la sociedad alemana, resaltados durante la campaña electoral por los tres filósofos alemanes probablemente más influyentes del momento?

Tres miradas

Para Peter Sloterdejk, el problemas es el aletargamiento que se ha asentado como una capa de niebla sobre Alemania. Los excelentes datos económicos – una tasa de crecimiento del 0,7% en el segundo semestre del año, una inflación controlada y un paro del 6,8% así como un superávit presupuestario de 8.500 millones de euros en el primer semestre del año y la predicción de muchos expertos que Alemania tiene por delante un período de fuerte expansión – han dado como resultado unos ciudadanía muy complaciente y reacia al cambio y a una clase política que no se atreven a decirles a los votantes la verdad: que  sin una vuelta de tuerca más a las reformas puestas en marcha hace 10 años por el ex canciller Schroeder con su Agenda 2010 – del sistema de pensiones, de las prestaciones por desempleo, de las administraciones públicas y de la sanidad –, Alemania desaprovechará una oportunidad de oro  para hacer los ajustes necesarios en el estado de Bienestar. Sloterdejk sostiene que ésta letargia parte de la sociedad: no es la canciller y su gobierno los que adormilan a sus ciudadanos, son los ciudadanos los que, por miedo a cambios, quieren un gobierno adormilado. Y Merkel, por ahora, ha satisfecho las expectativas de los alemanes en este sentido.

Para Rainer Frost, el problema es el retroceso  de la “justicia” en la escala de valores. Que en los últimos años la brecha entre pobres y ricos de haya abierto, que 6 millones de personas tengan necesidad de cobrar subsidios sociales, que 7,5 millones solo tenga empleo en “minijobs”, con 450 euros mensuales y mínimas prestaciones sociales, que no exista un salario mínimo a nivel nacional y que, a pesar de los esfuerzos pasados para mejorar la educación escolar, universitaria y de formación profesional y continua los jóvenes de clase baja tengan siempre más dificultades de salir adelante, son en opinión de Frost ejemplos de que la sociedad alemana está todavía lejos de ser  justa.

Y para Jürgen Habermas, seguramente el filósofo alemán más conocido de los tres en España, el problema es la falta de visión europea de Angela Merkel. Haciendo suya el lema “o una Europa alemana o ninguna”, la canciller repitió durante la campaña electoral su discurso que los países del  sur de Europa solo tiene una salida a la crisis: combatiendo los déficits fiscales y avanzando en sus reformas estructurales. Habermas argumenta que únicamente con estas medidas la economía europea tardará mucho más tiempo en recuperarse, que son necesarios impulsos de inversión para el crecimiento y el empleo y que, por encima de todo, hay que avanzar por lo menos en la Zona Euro con medidas como la Unión Bancaria, la solución definitiva de la crisis del sector financiero, la armonización de las políticas fiscales, una vigilancia más estrecha sobre las políticas presupuestarias nacionales, la coordinación de las políticas económicas, una mejor gobernanza a nivel institucional europeo, etcétera.

Ursula von der Leyen

El rayo de esperanza de que Alemania no se duerma sobre sus laureles para despertar y darse cuenta que ha desaprovecho estos años de bonanza para hacer sus deberes tiene nombre y apellido: es la hasta ahora ministra de Trabajo y Asuntos Sociales Ursula von der Leyen. La hija de un comisario de la Unión Europea, madre de 7 hijos y estrella emergente de los cristiano-demócratas es una excelente comunicadora y ha demostrado en el pasado que no le tiembla el pulso a la hora de lanzar propuestas reformistas, como cuando abogó por introducir por ley una cuota femenina de los consejos de administración y vigilancia. Si no siempre las ha podido llevar a la práctica, es porque la canciller no la ha dejado hacer.

Su ambición no tiene fronteras, por lo que tiene detractores en su partido que la tachan de demasiado “socialdemócrata”. Pero si Merkel la apoya más que hasta ahora para que continúe con su ímpetu reformista, ojo a Ursula von der Leyen.

Wolfgang Schäuble

Y el rayo de esperanza para la apuesta por una “Alemania europea” y en contra de una “Europa alemana” también tiene nombre y apellido: el hasta ahora ministro de Finanzas  y hombre fuerte del gabinete Merkel, Wolfgang Schäuble.  El político más brillante de la actualidad parece dispuesto a dar una última batalla por su visión de unos Estados Unidos de Europa, cueste lo que cueste. A sus 71 años, en silla de ruedas desde el atentado que casi le cuesta la vida en 1990 y después de 40 años como parlamentario y 15 como ministro, Schaeuble  podría retirarse con todos los honores. Si no lo hace, es porque está convencido que Europa necesita hoy de sus servicios más que nunca.

Su capacidad de trabajo, integridad y credibilidad han hecho de Schaeuble una figura respetada y con mucho peso e influencia en las esferas políticas alemanas y europeas. Si la canciller le apoya más que hasta ahora para que continúe con su ímpetu europeísta, ojo a Wolfgang Schaueble.

Atentos pues  a Angela Merkel, Ursula von der Leyen y Wolfgang Schaeuble.  En sus manos está no solo el futuro de Alemania, sino también el de Europa.

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