La Torre Eiffel estuvo de cumpleaños este 31 de marzo: ya tiene 126 añitos

Foto de la Torre Eiffel. / Maribel Zamudio
La Torre Eiffel. / Maribel Zamudio

¡Qué placer mirarla! No sé si la prefiero de día, sobria y  natural, sin adornos ni promesas, o de noche, mágica, llena de secretos y susurros...

La Torre Eiffel estuvo de cumpleaños este 31 de marzo: ya tiene 126 añitos

¡Qué placer mirarla! No sé si la prefiero de día, sobria y natural, sin adornos ni promesas, o de noche, mágica, llena de secretos y susurros.

Todos nos hemos despertado este 31 de marzo con el precioso Doodle que Google le ha dedicado. Llevo todo el día pensando en ella. Todavía recuerdo como me sentí transportada la primera vez que la vi. Ella es una musa. Ella es humana ¡estoy segura!

¡No me he podido resistir! Necesito escribir para ella. Ella es indescriptible, hechizante. Esta señora de hierro es la culpable de mi exilio. 

Esa coqueta embaucadora, imponente, la torre de hierro y aristas es un instante perfecto.

¡Qué placer mirarla! No sé si la prefiero de día, sobria y natural, sin adornos ni promesas, o de noche, mágica, llena de secretos y susurros.

Lleva el apellido de su padre, Gustave Eiffel, que orgulloso no pudo evitar dar su nombre a su hija más amada. Una niña precoz, que tenía prisa por ser mayor, como todas las hijas, y cuya construcción se llevó a cabo en menos de dos años, a pesar de los rudimentarios métodos de construcción de la época. Los operarios, ya entonces, sucumbieron a sus encantos. 

Desde el 31 de marzo de 1889, son 324 metros de vanidad los que la levantan cada instante sobre el cielo de Paris, muy a menudo contaminado, gris y desagradecido. A veces, enfadada, se esconde detrás de estas sucias nubes, dejando a los parisinos huérfanos y desorientados por unas horas. ¡Tiene mucho caracter esta chica!

Construída para no durar, sino para presumir y desaparecer tras la Exposición Universal de 1889, decidió, como toda mujer orgullosa, buscarse una ocupación y existir por algo más que su belleza. Los experimentos radiofónicos de su creador, cambiaron el curso de su vida. Acaparó el corazón de los franceses y del mundo entero. Se quedó y brilló con luz propia. ¡Es una luchadora!

Como es muy presumida, hace un año le han regalado un vestido nuevo. En el primer piso, le han instalado un suelo de cristal, así podrá ver más de cerca a sus pretendientes. Los próximos visitantes, 250 millones hasta ahora, se enamorarán aún más de ella... ¡si esto es posible!

¡Felicidades en tu 126 cumpleaños "ma chèrie" y que sigas brillando por la eternidad!

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