La farsa del referéndum en Cataluña se ha consumado

Call center destinado a dar apoyo técnico al referéndum ilegal, neutralizado por la Guardia Civil. / Twitter
Call center destinado a dar apoyo técnico al referéndum ilegal, neutralizado por la Guardia Civil. / Twitter

La incomprensible actitud que ha mantenido Rajoy en esta hora cero abona el campo de los trágicos populismos y convierte a su partido y a su electorado en presa propicia de una izquierda fragmentada

La farsa del referéndum en Cataluña se ha consumado

Puede decirse, a expensas aún del último y gran atropello a la legalidad, que la farsa del referéndum en Cataluña se ha consumado con alarmante plenitud, a lo que se añade la incompetencia y un vergonzante interés partidista mostrados por las cabeceras de las principales fuerzas políticas de implantación nacional.

El Gobierno de la Generalitat y los representantes de sus instituciones deberán ser juzgados por el gravísimo delito de sedición –eso esperan, al menos, la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles–. Su continuidad en los cargos que ostentan no es en absoluto explicable. Han desafiado al Estado, han vulnerado la Constitución y su propio Estatut y, para colmo de ignominias, celebran a ojos del mundo la barbarie política que han cometido, se regodean en la impunidad y retan al Ejecutivo de Rajoy a una negociación “sin condiciones”. La osadía del títere Puigdemont carece de límites. Y mientras tanto, mientras nadie con sano juicio da crédito a cuanto sucede, cuando la poca credibilidad del sistema se precipitó al vacío en la pasada noche oscura, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha limitado a una leve comparecencia de última hora, sin posibilidad de preguntas, en la que sus palabras tan a destiempo han sonado hueras.

La incomprensible actitud que ha mantenido Rajoy en esta hora cero abona el campo de los trágicos populismos y convierte a su partido y a su electorado en presa propicia de una izquierda fragmentada, anárquica y caótica que, en una deleznable pirueta oportunista, dirige los cañones de la rebelión catalana contra La Moncloa.

Ya se ha apresurado el líder socialista, Pedro Sánchez, a pedir al Gobierno que inicie de inmediato un diálogo político con la Generalitat. No pide Pedro Sánchez que, primero, se aplique la Ley y se restablezca el orden, como reclaman tantos miembros y ex dirigentes de su partido. No, el inefable secretario general del PSOE reclama negociar con los que han atentado contra el Estado de Derecho. El líder del primer partido de la oposición no ha denunciado a los que como Pablo Iglesias y todas las facciones de Podemos han mostrado su apoyo o comprensión a los secesionistas, no, eso sería despojarse de su mezquina ambición para llegar al poder a costa de lo que sea, aunque lo que sea conduzca al PSOE a la desaparición y a España a otro principio del fin.

Nuestra clase política está plaga de necedad y, como dijo, Orson Welles, “todo es posible a condición de ser lo suficientemente insensato”.

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