La falta de propuestas políticas pragmáticas llama la atención en Cataluña

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont en el Parlamento Catalán. / Facebook @KRLSPuigdemont
Oriol Junqueras y Carles Puigdemont en el Parlamento catalán, estos días cerrado. / Facebook @KRLSPuigdemont

Ni el victimismo ni las críticas desabridas ofrecen pautas para actuar. Consciente de ello y constatando la resistencia del Gobierno a las medidas extremas, Puigdemont amenaza con mantener la ficción de gobierno que preside durante varios meses, a la espera de que la movilización popular cree el clima electoral más favorable.

La falta de propuestas políticas pragmáticas llama la atención en Cataluña

La Vila de Gracia, una suerte de pueblecito decimonónico que ha subsistido en el corazón de la Barcelona más burguesa, es probablemente el kilómetro cero del secesionismo. Tomada por las modernas tribus urbanas y por los turistas, sus calles recogen todo tipo de ofertas al gusto de sus moradores: diseño, modernidad, fusión, cosmopolitismo. También es donde la presencia de carteles y banderas es más intimidante y el monolingüismo dominante. Por lo que se dice y escribe, un ambiente como “Novecento”, con el pueblo en marcha hacia la Revolución. Algo que contrasta con el elevado consumismo y el hedonismo de una sociedad posmoderna. Pero basta tomar el metro y desplazarse hasta el final de la línea, a los llamados Nou Barris, para encontrar otra imagen. Muy pocas banderas, menos carteles, mayor plurilingüismo. Aquí viven personas llegadas de otras comunidades y la tasa de universitarios es del 5%. Los más pobres de Barcelona según el Ayuntamiento.

Durante los largos años de gobierno de Pujol, la burguesía catalanista que representaba cultivaba el tejido social de los inmigrantes, para ensanchar su base electoral. Los gobiernos socialistas de Maragall y Montilla procuraron mantener el apoyo de una parte de esa burguesía catalanista añadiendo un mayor apoyo en los demás sectores, para lo cual se beneficiaban de la fuerte imagen del PSOE estatal. Cuando ésta entró en barrena electoral, el PSC se dejó abducir por la agenda política de sus oponentes, provocando fuertes divisiones internas y la salida de conocidos dirigentes hacia otros proyectos políticos. Fueron abandonados electoralmente en los dos ámbitos citados y superados por Ciudadanos.

La complejidad de la sociedad catalana es despreciada por la Generalitat, embarcada desde hace tiempo en la ilegalidad manifiesta en nombre de un pueblo que por si acaso evitan que se pronuncie en las urnas, mediante elecciones

La complejidad de la sociedad catalana es despreciada por la Generalitat, embarcada desde hace tiempo en la ilegalidad manifiesta en nombre de un pueblo que por si acaso evitan que se pronuncie en las urnas, mediante elecciones o en el Parlamento, suspendido después de ser atropellado en las sesiones del 5 y 6 de setiembre. 

Este domingo la prensa es obsesiva con la situación política. Solamente el periódico de mayor difusión, La Vanguardia, dedica 18 páginas íntegras a comentar, glosar o detallar aspectos del conflicto. Entre los muchos artículos de opinión abundan los argumentos circulares, los equidistantes y los que devuelven el problema a “Madrid”, una idea abstracta que vale para todo. Apenas hay plumas que pongan de manifiesto una obviedad: la solución debe partir del interior de Cataluña, algo imposible con la actual Generalitat, cuyo presidente está amortizado por mucho que especule con la proclamación de su República.

La falta de propuestas pragmáticas llama la atención. Ni el victimismo ni las críticas desabridas ofrecen pautas para actuar. Consciente de ello y constatando la resistencia del Gobierno a las medidas extremas, Puigdemont amenaza con mantener la ficción de gobierno que preside durante varios meses, a la espera de que la movilización popular cree el clima electoral más favorable. La Iglesia católica, las Universidades, el Barça..., son algunas de las últimas adhesiones a ese clima emocional. La asamblea que Podemos y otras fuerzas celebraron en Zaragoza, un pequeño balón de oxígeno que se agota pronto. 

Dicen muchos, Urkullu el último, que la salida es un referéndum pactado. Sabe bien que es imposible pues no existe voluntad de pacto en ningún sentido, como hoy mismo dejó claro ERC en el acto de Zaragoza. El propio precedente vasco es indicativo. En el debate constitucional obtuvieron los privilegios forales y aun así se abstuvieron.

Una de las calles de Gracia lleva el nombre de Carrer de la Legalitat, recordando lo que hace un siglo era un anhelo. Hoy es una calle en declive, como el concepto que evoca.

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