El etarra asesino de Lluch, un héroe en las calles de Galdácano, con alcalde de Bildu

Asesino y víctimas
En las calles de Aldácono se recuerda al asesino de Luch.
La misma semana en que el PSOE recuerda el asesinato del ex ministro de Sanidad Ernest Lluch, ha trascendido que su asesino, Iñaki Krutxaga Elezcano es considerado un héroe y, como tal, su retrato está por las calles de la localidad de Galdácano, cuyo alcalde, Íñigo Hernando Arriandiaga, es de Bildu.
El etarra asesino de Lluch, un héroe en las calles de Galdácano, con alcalde de Bildu

Hay un pensamiento de Confucio y un brocardo latino que vienen a cuenta a propósito de la situación que vive España y de la postura de enorme cinismo, con respecto a Bildu, que acaba de manifestar el presidente del Gobierno, doctor Pedro Sánchez, quien dice que “le parece fatal” que Bildu haga homenajes a los etarras que sale de la cárcel. Ello provoca obviamente la pregunta lógica siguiente: Si piensa esto, ¿por qué no lo evita? ¿O acaso el presidente del Gobierno no tiene medios para hacerlo?

Confucio dijo; "Si un hombre se corrige a sí mismo, ¿qué dificultades tendría para ejercer labores de Gobierno? Pero, si no puede hacerse recto a sí mismo ¿cómo podrá hacer que los demás lo sean?”  (Confucio: "Los cuatro libros", Clásicos Alfaguara, tercera edición, Madrid, mayo de 1995, pág. 90). Y Roma enseña: "Honesta non sunt omnia quae licent". No todo lo que es lícito es moral.

Curiosamente, la misma semana en que se recuerda el asesinato del ex ministro de Sanidad Ernest Lluch, se ha recordado que su asesino, Iñaki Krutxaga Elezcano es considerado un héroe y, como tal, su retrato está por las calles de la localidad de Galdácano, cuyo alcalde Íñigo Hernando Arriandiaga es de Bildu, lo mismo que numerosos etarras que son ahora diputados y concejales de esta formación. Por eso se ha sugerido que, dadas las buenas relaciones que el doctor Sánchez tiene ahora con Bildu debería pedir al alcalde citado que, por lo menos, no exalte la figura del asesino de uno de sus compañeros de partido.

Krutxaga formaba parte del terrible “Comando Barcelona”. En julio de 2002 la Audiencia Nacional condenó a José Ignacio Krutxaga Elezcano, Lierni Armendaritz y Fernando García Jodrá como autores del asesinato de Ernest Lluch a sendas penas de 33 años. Fueron los mismos que asesinaron a José Luis Ruiz Casado exactamente dos meses antes. El comando fue capturado dos meses después de asesinar a Lluch. En el juicio, los etarras reiteraron su propósito de seguir atacando al Estado español y al PSOE y al PP. A alguno de estos asesinos ya le han sido aplicadas medidas de acercamiento.

Con respecto a Bildu, Pedro Sánchez ha dicho que las únicas siglas que en esta hora le importan son PGE. Y al mismo tiempo, varios socialistas del país vasco relatan la angustia de la vida que tuvieron que llevar varios años, acosados y amenazados por ETA, con sus casas del pueblo atacadas, como recordaba el ex secretario del PSE Nicolás Redondo, en su reproche a Sánchez por pactar con los sucesores de ETA. Y que muchos de ellos tuvieron, ante la amenaza de muerte, incluso que dejar de vivir en el País Vasco.

Entre los casos que conozco personalmente destaca el de una profesora de la Universidad de aquella comunidad y de su marido, subdirector de uno de sus más importantes periódicos que, ante la amenaza de muerte, tuvieron que dejar su casa e irse a vivir a Sevilla, abandonando su mundo, sus amigos y su hogar. “No sabes lo que es –me decía el colega periodista—no saber si vas a volver cuando sales de casa; tener que mirar debajo del coche ante de encenderlo o reducir al mínimo la vida social y familiar en todos los sentidos”.

Por eso, tanto en el País Vasco como en el resto de España, hay cientos de personas que pueden dar testimonio de su propia tragedia y sentirse agraviadas e ignoradas por el cinismo y la insensibilidad de Pedro Sánchez y el modo en que su postura se ha contagiado a su partido, salvo contadas excepciones, con el agravante de que quienes sienten y expresan su repudio moral son ahora tachados de “traidores” o cosas peores.

De ahí que nada exprese mejor la repulsa moral de tantos socialistas ante Sánchez que las palabras de Nicolás Redondo Terreros, ex secretario general del PSE, que conviene recordar: "Cuando el Gobierno requiere la ayuda de Otegi para seguir gobernando, abjura de todo compromiso ético y nos devuelve a la España negra en la que se comparece o apoya los excesos y hasta los crímenes, olvidando a sus héroes. El pacto con HB-Bildu embarra nuestro pasado, el pacto con Otegi solo favorece a Iglesias que peroraba contra la Transición en las herriko-tabernas mientras nos quemaban las Casas el Pueblo, que recibía a la escuadra de abogados etarras mientras el último concejal socialista llevaba escoltas o tenía que mirar debajo de su coche para ver si los amigos de Otegi habían puesto una bomba". @mundiario

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