Del otoño que se avecina va a depender el futuro de España, poco halagüeño

Juan Carlos I y Mariano Rajoy.
Juan Carlos y Mariano Rajoy.

Los avezados piden ya, públicamente, un “nuevo jinete” para esa gran mayoría parlamentaria sobre la que descansa el Gobierno del Estado, constata este nuevo analista político de MUNDIARIO.

Del otoño que se avecina va a depender el futuro de España, poco halagüeño

El 31 de agosto no es el final del verano por más que lo afirmen columnistas y comentaristas de la capital de España. Confunden sus vacaciones con la estación completa. Les sucede exactamente igual que a los políticos: viven la España oficial y no se  enteran de lo que sucede en la real. Siempre fue así.

Cuando el otoño, a partir del 2l de este mes, despida, efectivamente, el verano y presente sus credenciales, que no son otras que aquellas que la primavera entregó al verano y éste casi menospreció, entonces sí, unos y otros, vendrán al mundo real. Se encontrarán con la corrupción  impregnando las instituciones estatales, regionales, provinciales y municipales aunque desde Madrid quieran confundirnos alegando que no se ha generalizado; con más de seis millones de parados de los que una gran parte, aunque a la patronal se le atiendan todas sus reivindicaciones, jamás volverán al mundo del trabajo porque el ciclo económico tampoco se mueve en parámetros tan esperanzadores; con una administración del Estado, que por no haberla reformado en tiempo y forma, su sostenimiento se convierte en confiscatorio para el ciudadano medio en general, de ahí que Rajoy tenga que dulcificar la situación diciendo que en el verano de 2014 anunciará la prometida bajada de la presión fiscal;  con unos territorios secesionistas e insolidarios hasta el extremo de no encontrar el final de sus anhelos a pesar de las carencias alimentarias de sus pupilos y, en definitiva, con un gobierno aparentemente débil aunque disfrute de una extraordinaria mayoría parlamentaria y su presidente lo ratifique en Sotomayor.

Del otoño  que se avecina va a depender el futuro de España y, a la vista, de lo que están haciendo en este verano, medios de comunicación, políticos y gobernantes no parece que vaya a resultar tan halagüeño. De haber actuado todos sobre la configuración del mundo real, ni el próximo otoño sería tan decisivo ni los avezados estarían pidiendo ya, públicamente, un “nuevo jinete” para esa gran mayoría parlamentaria sobre la que descansa el Gobierno del Estado. ¡Ay la derecha de España! Afortunadamente aún no se terminó el verano.

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