Con el partido dividido en dos bandos, ¿qué espera Sánchez para dimitir?

Pedró Sánchez, secretario general del PSOE.

La mitad de su Ejecutiva lo ha abandonado a su suerte pero su hambre de poder le impide hacer lo que cualquier líder decente haría: renunciar de inmediato.

Con el partido dividido en dos bandos, ¿qué espera Sánchez para dimitir?

Que diecisiete miembros de la Ejecutiva Federal hayan presentado su dimisión es un hecho insólito en la historia del PSOE. Y que ante un hecho así el secretario general decida permanecer en su puesto en vez de dar lugar a una gestora para que convoque la celebración de un congreso donde se diriman todas las diferencias, habla de cómo es Pedro Sánchez.

El poder es un veneno del que más vale permanecer alejado. Al común de los mortales nos resulta increíble ver lo que algunas personas son capaces por mantenerse en el poder. Y el caso de Pedro Sánchez es paradigmático.

Ha dividido al PSOE en dos mitades irreconciliables estigmatizando a todos aquellos que disienten de sus opiniones y su estrategia política. Y lo que es peor, manipulando de manera torticera a la militancia del PSOE ante quién él se presenta como el adalid de las esencias del buen socialista.

En esa estrategia torticera y tramposa Sánchez coloca como "subordinados" al PP a todos aquellos miembros de su partido que han disentido de su estrategia frente a la investidura de Rajoy.

Su apelación continua a la militancia es de manual del buen populista. Una apelación para salvarse, para salvar su cargo de secretario general del PSOE.

Lo que Sánchez y los suyos le están haciendo al PSOE al dividirlo en dos bandos es sencillamente imperdonable y va a dar al traste con este centenario partido.

Es difícil prever como va a terminar esta guerra civil dentro de la familia socialista. Lo que es seguro es que aunque Sánchez ganara la guerra el PSOE quedará tocado ante la opinión pública y los votantes. Los ciudadanos siempre han penalizado en las urnas a los partidos que ofrecen fisuras y que tienen problemas internos.

Pero es que Pedro Sánchez no solo tiene un problema dentro de su partido, que siendo grave, ni es siquiera lo más trascendente, sino que tiene un problema con los ciudadanos que elección tras elección están dejando constancia de que no convence. Y esto es algo que debería de preocupar a los propios militantes socialistas porque de seguir así van a conducir a su partido a la irrelevancia.

Es evidente que la situación por la que atraviesa al PSOE favorece claramente a Podemos que desde su nacimiento puja por hacerse con el santo y seña de la izquierda en nuestro país, algo que puede conseguir puesto que ya ha fagotizado a Izquierda Unida.

Los líderes de Podemos, que ahora se alinean junto a Sánchez y le jalean amen de meter cizaña en esta crisis socialista, son los mismos que hace unos meses le negaban su apoyo para formar un gobierno alternativo al del PP. Pero estamos hoy, aquí y ahora, y en el río revuelto socialista Podemos puede obtener ganancias inesperadas. Que sea Pablo Iglesias el que ahora defiende a Sánchez tiene "tela", pero más aún que Sánchez se deje defender por los podemitas.

Las cosas han llegado a un punto en el que el gran perdedor es el PSOE y de paso todos aquellos que aún votaban las siglas socialistas. El PSOE tendrá que reinventarse si quiere tener futuro, pero ese futuro tal y como están las cosas no parece que el hombre más adecuado para liderarlo sea Sánchez que ha colocado a su partido en el borde mismo del abismo. Ya digo que el poder es un veneno peligrosísimo.

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