Entrevista a Aznar: Lavado de imagen, ataque a las voces críticas y órdago al Gobierno

Aznar supo utilizar su presencia en televisión para lanzar la corrupción desde su partido al medio más crítico con el Gobierno, así como dejar entrever una futura línea política sin Rajoy.
Entrevista a Aznar: Lavado de imagen, ataque a las voces críticas y órdago al Gobierno

Que la entrevista al expresidente del Gobierno José María Aznar dejó un sinfín de titulares es un hecho totalmente indiscutible. Pero, más allá de la superficialidad, hay una serie de lecturas y cuestiones más profundas que se deberían abordar para poder entenderla mejor.

La primera de ellas es el cuándo. La trama Gürtel tocó de lleno a la figura de Aznar, acusandólo de haber financiado parte de la boda de su hija con dinero de Correa. Los escándalos de corrupción que cada día azotan con más intensidad al Partido Popular habían llegado demasiado lejos, y la actitud pusilánime del Gobierno ya no era suficiente. Había que lavar la imagen. Y así lo hizo. Ante periodistas cercanos a su ideología política, alguno incluso defensor aférrimo del PP como Francisco Marhuenda, José María Aznar arrojó por la borda los sobresueldos del partido, la detención de Blesa y toda acusación hacia su persona y su honor como político.

Pero esto no es todo. No contento con esto, el propio Aznar atacó al principal medio de comunicación que investiga la corrupción de la derecha, el periódico El País y todo el Grupo PRISA. ¿Y dónde lo hizo? En la casa del principal competidor, en el plató de la televisión del Grupo Planeta. Toda una estratagema para intentar desbancar la credibilidad periodística de las voces críticas hacia el Gobierno, mejorar la cuota de pantalla y hacer ver a la audiencia de que la, posiblemente, entrevista más significativa de los últimos tiempos tuvo lugar en su cadena y no en otras, además de ahogar a un grupo PRISA que está sumido en incontables EREs, posibles ventas de editoriales (Alfaguara) y una espiral sin fin de deudas económicas. Pero aún hay más. Los propios miembros del programa dicen que su no emisión fue debido a fallos técnicos, pero el silencio de El Intermedio de la entrevista de Aznar, que la analizaría críticamente, hizo recordar a más de uno el final de Wyoming en el célebre "Caiga quien caiga".

Pero la lectura donde habría que profundizar mucho más es en sus ataques al actual Gobierno. Tanto Rajoy como todos los ministros están haciendo todo lo contrario a lo que redactaron en su programa electoral y prometieron en campaña. Subida de impuestos, cifras de paro incontrolable, una reforma laboral que destruye más que genera empleo, la presión desde Bruselas y Alemania, los múltiples escándalos de corrupción, la reforma educativa, los escraches, las manifestaciones diarias por toda la geografía española y una lista inabarcable de acontecimientos en contra provocan  que la confianza de los propios votantes del PP se desmorone, tal y como anunciaron diversas encuestas.

Aznar sabe que la imagen del partido está tremendamente dañada, al igual que los valores y principios que una vez lideraron la ideología de la derecha española. Pero su ataque contra Rajoy no está dirigida por su romanticismo político, sino por otro sentimiento, la venganza. Es cierto que Rajoy fue elegido a dedo por Aznar como su sucesor. Pero el tiempo provocó una ruptura entre maestro y pupilo. La primera legislatura de Rajoy al frente del partido aún estaba siendo controlada por Aznar, de alguna manera, ya que muchos de sus anteriores ministros (como Acebes o Zaplana) seguían en la cúpula del partido. Pero fue a partir del 2008 cuando Rajoy se alejó de la línea aznarista y siguió su propia senda. Una decisión que no gustó mucho al expresidente del Gobierno.

Las elecciones se acercan y la mayoría absoluta del PP cada vez se aleja más. Y Aznar no está por la labor de devolver la batuta de mando a la izquierda. Al criticar las decisiones políticas de la actual plantilla de Gobierno, vuelve a hacer uso de su famoso populismo, diciendo lo que una gran parte de la derecha quiere escuchar. Utiliza una estrategia brillante. Criticó la subida de impuestos de Rajoy, a la vez que recordó que en su época de Gobierno se bajaron dos veces los impuestos, se crearon más de cinco millones de empleos, y, por si no fuera poco, desbancó al PSOE al recordar, desde su visión, como Zapatero cogió al país en su mayor auge económico y lo llevó a la crisis actual. De esta manera, jugó a su antojo con la memoria de los votantes, haciéndoles recordar lo que a él le interesaba (ya que no mencionó la liberación del suelo que provocó la burbuja inmobiliaria, causante principal de esta crisis mundial), y allanó el camino a otro frente dentro de la derecha, a la nueva línea del partido post-Rajoy. Pero no, no volverá a la política como un padre que intenta deshacer lo que sus hijos hicieron mal. Si no que apoyará a quien siga sus ideales. Y la única persona que hoy por hoy puede llevar a cabo este propósito es Esperanza Aguirre. Puede parecer algo descabellado pero Aguirre ya le ha lanzado guiños al expresidente al recordarle a Montoro que Aznar "bajó los impuestos nada más llegar", además de que se reunieron de manera privada en más de una ocasión.

Esta especie de confabulación podría explicar como Aguirre abandonó la política de una forman totalmente inesperada y en el momento en el que su puesto en Madrid estaba recibiendo más críticas. De esta manera, Aguirre tendría la imagen limpia, y solamente saldría (como está haciendo) en los medios para lanzar órdagos contra Rajoy que ayuden a borrar de la frágil memoria de los votantes cualquier duda sobre el talento, la honorabilidad y la gestión de la expresidenta de Madrid, a la vez que la impulsen como la verdadera imagen de la derecha española. Sin duda alguna, una gran estrategia política planeada desde hace tiempo. Esto no tendría que extrañar a casi nadie, ya que la expresidenta ya había sonado en más de una ocasión como posible líder del partido. Su defensa del castellano y de los valores eclesiásticos, su intolerancia hacia los nacionalismos y su política cercana al neoliberalismo aznarista la avalan de sobra para el puesto.

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