Las elecciones y la halitosis politicorum: a saber, miento más que hablo...

Halitosis politicum.
Halitosis politicum.

Hay muchos políticos de buena fe y mirada limpia que no les hace falta forzar la sonrisa, les sobra con la mirada. Los demás, mejor lejos, muy lejos... comenta este autor.

 

Las elecciones y la halitosis politicorum: a saber, miento más que hablo...

Hay muchos políticos de buena fe y mirada limpia que no les hace falta forzar la sonrisa, les sobra con la mirada. Los demás, mejor lejos, muy lejos... comenta este autor.

Poco más de un mes nos separa de las próximas elecciones autonómicas y municipales ya que el próximo 24 de Mayo finalizará, provisionalmente, todo un proceso, un cúmulo de circunstancias y comportamientos que en estas fechas pre-electorales sufren todos los componentes de las candidaturas que se presentan a examen público. Les recomendaría que prestaran atención a todos los que a su alcance puedan observar, les explico: desde hace ya más de un mes, estos candidatos sufren lo que se podría denominar “rictus de sonrisa permanente”. Por más que lo intenten no son capaces de abandonar ese gesto, hablen de lo que hablen, les digan lo que les digan, el rictus no lo abandonan; ya puede usted darle el pésame, que sin abandonar el gesto, le dará las gracias, la mano y si hay un niño cerca intentará tocarle el pelo.

Esta situación no es posible mantenerla demasiado tiempo, por mucho que se esfuercen. Ese comportamiento tiene contraindicaciones, incluso severas. El candidato podría verse afectado, por ejemplo, por parálisis facial, con lo que la sonrisa pasaría a ser espasmo y se vería obligado a retirarse de la campaña, ya que no sería votado ni por sus mascotas. También puede provocarle, muy desagradablemente, unos ligeros regueros de saliva cayendo por la comisura de los labios, que, sin percatarse, en lugar de tratar de producir empatía consigue rechazo, ya que simula querer vampirizar al potencial y renegado votante. Muchos son los que lo intentan, pocos los que lo logran; por el camino quedan candidatos silenciosos, oscurecidos por su propio rictus anatémico.

Sin duda, el factor adverso más frecuente que padecen muchos candidatos y candidatas es la Halitosis Politicorum, con diferencia el peor y más determinante que pueden sufrir. Cualificados informes  científicos nos advierten de esta  patología y la definen como sigue: “La Halitosis Política -también conocida como miento más que hablo- se define como el conjunto de promesas incumplidas o imposibles que se emiten por la boca. Afecta, al menos, a uno de cada dos candidatos. Se considera un problema de carácter político/social relacionado con una disfunción entre lo que se piensa y se dice, aunque en ocasiones puede ser una manifestación compulsiva de falsedades enfermizas”.

Esta anomalía es más frecuente en aquellos equipos que pretenden ganar  repitiendo candidaturas que  incumplieron, flagrantemente, sus anteriores programas tirados a la papelera inmediatamente después de haber tomado posesión de sus cargos, retornar a los despachos y subirse al coche oficial –ya cansados de tanto vulgo-. Estos son los peores. Su prioridad es el sillón y las siglas de sus equipos, buscando otra prórroga de cuatro años para dejar bien arregladito su futuro.

Estas malolientes patologías tienen diversos grados que, aún siendo más leves, resultan igual de dañinas para los ciudadanos. Afecta, principalmente, a los “recién llegados”, a aquellas formaciones, agrupaciones, mesas, juntas, platajuntas…o como prefieran denominarse, que prometen “el oro y el moro” sin saber si hay oro y lo del moro sólo es parte del refrán -no sea que nos tilden de xenófobos-. No son mala gente, al contrario, vienen cargados de ideas, algunas buenas, otras mejores y otras que no se las creen “ni jartos de grifa”. Todos hemos sido principiantes, sólo que la novatada la pagamos individualmente, no le pasamos el recibo a la comunidad. Corcuera dijo en su día “los experimentos con gaseosa”; sin pensarlo añadiríamos “sin gas por favor”-espero que hayan captado la sutileza- .

Sólo queda añadir una recomendación general para lo que resta de campaña: permanezcan alerta, desconfíen de las sonrisas hieráticas, aparten a los niños de esas manos falsamente paternales y, sobre todo, fíjense bien en la mirada del candidato. Los hay, muchos, de buena fe y de mirada limpia, pero a esos no les hace falta forzar la sonrisa, les sobra con la mirada. De los demás, lejos, muy lejos.

La halitosis no es contagiosa, sólo desagradable.

 

 

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