La crisis anunciada de Ceuta es sólo un aviso para el Gobierno

Mohamed VI. / Prensa oficial.
Mohamed VI. / Prensa oficial.

Marruecos ha mejorado su posición diplomática y explota la debilidad de la política europea de inmigración así como la reactivación del conflicto del Sahara por Argelia.

La crisis anunciada de Ceuta es sólo un aviso para el Gobierno

La política internacional española ha perdido peso con los últimos Gobiernos. A la incesante y productiva actividad de Felipe González, especialmente en el ámbito europeo, le sucedió el atlantismo de Aznar. Zapatero se centró en otros ámbitos como la Alianza de Civilizaciones. Rajoy aparcó la política exterior mientras que el actual Gobierno mantiene un perfil exterior bajo a pesar de la frecuente participación del Presidente en los foros comunitarios. No se puede olvidar la intensa actividad diplomática que de acuerdo con el Gobierno de turno ejercía el anterior Jefe del Estado mientras que el actual parece haber sido privado de esa función.

Sólo desde ese punto de vista se entiende la reciente crisis con Marruecos. Se viene anunciando desde hace un año al menos, se juega en distintos planos, los analistas la han venido comentando y sin embargo la respuesta española ha sido reactiva antes que preventiva. El cierre de las fronteras de Ceuta y Melilla a los centenares de marroquíes que a diario la cruzaban para ejercer un tráfico de mercancías beneficioso para ambas partes, la extensión unilateral de las aguas territoriales atlánticas, la laxitud marroquí que ha provocado la llegada de casi 20.000 inmigrantes ilegales durante el último año, especialmente a Canarias, son algunos de los indicios. La intensa actividad diplomática marroquí con Estados Unidos y otros países, ha culminado con el apoyo de Trump a la posición sobre el Sahara a cambio del reconocimiento del Estado de Israel por parte del Reino alauita.

La crisis de esta semana ha sido una demostración de fuerza y un aviso para el futuro. El vecino del Sur está en condiciones de introducir 8000 inmigrantes en un día en una ciudad ya saturada de problemas. No es una Marcha Verde ni una invasión, sólo una exhibición. Indica algo que olvidamos interesadamente, al Sur de Europa y de Estados Unidos viven millones de personas que anhelan formar parte de esos países desarrollados, asumiendo los riesgos necesarios. Se pueden contener temporalmente con muros, pactos políticos o abundantes subvenciones, pero mientras el diferencial de riqueza sea tan obsceno, el problema subsistirá. Es el viejo problema histórico de los pueblos bárbaros en los límites del Imperio romano. No derrotaron a éste, simplemente fueron contenidos durante un tiempo, luego utilizados y romanizados y posteriormente los nuevos sustituyeron a los antiguos.

La Unión Europea intenta retrasar el problema llegando a pactos más o menos presentables en Libia, en Turquía y en Marruecos, principales rutas de tránsito. En el caso de Marruecos además se suma el problema del Sahara Occidental o más específicamente del Frente Polisario, armado y sostenido por Argelia, enemigo secular. La irresponsabilidad de Unidas Podemos o Más Madrid, que sostienen al Gobierno pero socavan su posición política en este conflicto, da argumentos al Gobierno de Rabat. Si se le suma la rocambolesca operación para ocultar que el máximo dirigente Polisario está en un hospital español, el respaldo expreso de Biden a Rabat esta misma semana, la aparente incomunicación entre los Gobiernos español y norteamericano, la precipitada aprobación de una ayuda económica a dicho país el pasado martes, la ausencia de contactos de alto nivel entre los Gobiernos de Madrid y de Rabat, tenemos una situación política que contradice el intenso flujo de mercancías e intereses entre ambos países.

No es sólo que la política exterior de España ocupe un lugar secundario, es que también la oposición carece por completo de algo parecido a una estrategia. Es normal que un incidente sea motivo de debate pero por lo que hemos dicho sería necesaria menos escenificación y más reflexión argumental, más debates en profundidad sobre los intereses en juego. La política exterior no puede depender del número de guardias civiles, militares o personal de Cruz Roja desplegado en la frontera, como no dependía de las legiones acantonadas en los límites imperiales.

Probablemente con Marruecos debería de hacerse mucho más, superando prejuicios históricos muy arraigados. En cultura, educación, universidades, en la acogida local, la atención actual es manifiestamente mejorable. Se debería reducir el gap cultural y ver al país vecino como un socio relevante, no sólo como la fuente de mano de obra poco cualificada.

En las Cortes no se ha producido una sola intervención que valga la pena recordar. Sólo TVE acertó a situar un equipo en el lado marroquí para informar y explicar de las motivaciones personales de los inmigrantes. Existe un conflicto político claro y muy complicado. Pero también existe un drama humano de dimensiones gigantescas. Va siendo hora de hablar de todo ello sin alharacas. @mundiario

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