La comparecencia de Macri en el Congreso fue empañada por los diputados

Mauricio Macri en conferencia de prensa. / Twitter
Mauricio Macri en conferencia de prensa. / Twitter

El presidente argentino acudió para pronunciar un discurso romántico y épico y la situación terminó saliéndose de control ante las críticas mutuas entre diputados oficialistas y opositores.

La comparecencia de Macri en el Congreso fue empañada por los diputados

Mauricio Macri se presentó este miércoles en el Congreso argentino para abrir las sesiones y pronunció un discurso en el que hizo un llamado a la unidad y recordarle a los argentinos que la actual es la generación que cambiará la historia. No obstante, rodeado de protestas de los partidos de la oposición y réplicas del oficialismo, al presidente no le quedó otra que quitar la sonrisa de su boca y poner un semblante largo y serio, como el que merecía la ocasión. "Argentina se está poniendo de pie después de una década de despilfarro y corrupción. No escuchemos las voces de quienes nos quieren derribar", dijo el mandatario cuando la situación ya estaba saliéndose de control en una descripción presentada por El País.

La situación en Buenos Aires es bastante tensa. Recién la semana pasada Macri estuvo en España y recibió halagos y cumplidos de empresarios extranjeros por su labor de volver a poner a su país en el panorama internacional. De igual forma, la economía nacional da finalmente señas de recuperación tras un año duro en todos los aspectos imaginables. Pero esos halagos y estadísticas se han visto empañados por la hoja de vida del mismo Macri y de su familia, siendo el último asterisco un acuerdo de renegociación de una deuda que tenía la empresa familiar con el Estado y que ascendía a 300 millones de dólares, por lo que las autoridades estatales se vieron forzadas a romper el pacto que habían alcanzado para zanjar la deuda ante las críticas surgidas por lo súbito del acuerdo. Las huestes opositoras empiezan a sublevarse y el mandatario ha sido el blanco de varias protestas sindicales como la del gremio de maestros, por lo que en el macrismo empieza a temerse que las elecciones parlamentarias de octubre se conviertan en un serio problema a medida que se vayan amontonando las discrepancias.

Parte de esas inconformidades nace de la imagen que ha escurrido entre los argentinos desde el despacho de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La exmandataria lo ha acusado de ser un hombre rico que aprovecha su privilegiada posición para beneficiar a sus amigos más cercanos. Ante ello, el jefe de Estado se comprometió a impulsar una serie de normas con las que asegurará no beneficiar en nada a los suyos. Sus declaraciones fueron antecedidas por la solicitud de imputación de un fiscal por los supuestos beneficios que la empresa de la familia Macri obtuvo para dar autorización a nuevas líneas aéreas en el país. Dentro de las beneficiadas por esas autorizaciones está Avian, empresa presidida por el exjefe de otra aerolínea vendida por los Macri, MacAir. "Quiero que se actúe ante cualquier suspicacia. Que todo sea transparente. Que nadie dude de que este presidente cuida el patrimonio del Estado", explicó. Al tiempo de su intervención, los diputados kirchneristas le espetaban con gritos de ¡Correo! ¡Correo!, en relación a la mencionada deuda de los 300 millones, y ¡Calcaterra! ¡Calcaterra!, en relación al apellido de su primo, famoso y poderoso empresario del sector construcción. Los macristas replicaban al unísono ¡Sí se puede!.

Con la presión y la tensión a flor de piel, Macri pasó de emitir un discurso de unidad y romanticismo a un grito de guerra contra su oposición, a la que acusó directamente de dejar al país hecho añicos, pues al menos un tercio de la población vive en condiciones de pobreza y la economía está en estado de coma. "Basta de que nos regalen el presente para robarnos el futuro. Argentina es cada vez más protagonista y empieza a ser conocido por sus virtudes y no por sus defectos. Tenemos que dejar de tener una agenda pequeña, mezquina. Cada año vamos a estar mejor", dijo desde su tarima. "No queremos liderazgos mesiánicos. No asumimos la presidencia para que nos hagan un monumento. Queremos que nos evalúen por como logramos reducir la pobreza. 12 millones de argentinos viven en villas o barrios precarios. No podemos permitirlo", cerró.

 

Comentarios