El aprendiz de Maquiavelo

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez junto a su mujer, en campaña.
A Pedro Sánchez le han visto el plumero hasta sus antiguos colegas de investidura, hoy  estafados y opuestos a su delirio autocrático.
El aprendiz de Maquiavelo

Hay que tener cuidado con lo que se lee y como se entiende lo que se lee. Los libros,  al menos un buen puñado de ellos, contienen enseñanzas y sabiduría con la que extraer experiencias que contribuyen a perfeccionarnos como individuos. Sin embargo, en las manos inadecuadas pueden provocar un caos mental que afecta al proceder de un individuo con escasa formación para asimilar correctamente las enseñanzas y si este, además, es un líder, entonces se corre el riesgo de caer arrastrado por la deriva intelectual de alguien que sabe que existe un timón pero no como se usa. A Pedro Sánchez le vienen grandes algunas lecturas. Ignoro si procede de la rama de letras o de ciencias pero evidentemente hay enseñanzas que no le sientan bien.

En su obra cumbre, El Príncipe, Maquiavelo contradice la tradición filosófica del pensamiento político antiguo, despreciando realizar juicios sobre la moral o la religión y enfocándose más en cuestiones de estrategia política con el objetivo único de conservar el poder. En suma, El Príncipe es una obra que puede usarse tanto para hacer el bien como para regodearse en todas las perversiones que ofrece el mal. Y aquí es donde entra la (posible) interpretación de un Pedro Sánchez que se encuentra tan desorientado en sus decisiones que la norma general de gobernanza es la rectificación constante. Haber elegido la opción de ostentar el poder compartido con un puñado de “ barones de nobleza propia” ha hecho que su sistema pretendidamente autocrático se vea frecuentemente asaltado por constantes rebeliones en una corte de insidiosos expertos en triquiñuelas.

Arropado por multitud de términos de difícil comprensión, a los cuales recurre con frecuencia y sin compasión alguna por el intelecto, el presidente se ha decantado por el lado oscuro de la democracia y ejerce su mandato con la capacidad de dejar perplejos a propios y extraños a través de un constante empeño de enfrentar a todos con todos. La mala noticia es que por el momento, y para desgracia de todos, iba ganado por goleada… hasta hace dos días.

Estos días ha ordenado a sus secuaces políticos y mediáticos la labor de sembrar la semilla de la culpa del pacto con EH Bildu sobre el PP, sin mediar ni una palabra de crítica hacia ERC, PNV, JxC y Compromis, todos socios suyos en la investidura. La misión es clara: desviar la atención social hacia la derecha traidora cuya negativa podía ser la causa de un incremento de la ya de por sí importante cifra de caídos por el Covid 19. La estrategia es tan pueril como otras que ya ha utilizado en el pasado con buenos resultados. Afortunadamente esta vez se le ha visto el truco con claridad y ya nadie se traga la falacia que repiten con insistencia sus cortesanos. Pedro Sánchez lleva camino de convertirse en El Bellaco, un personaje capaz de vender su alma al mejor postor una y mil veces sin ruborizarse; un estafador de la verdad al que ya abandonan hasta los suyos.

Dicen los viejos demócratas que el pueblo siempre tiene la razón pero yo me pregunto si, después de que los votos colocasen a este sátrapa de nuevo cuño al frente de nuestro destino, no ha llegado el momento de reconocer que no, que a veces el pueblo se equivoca. @mundiario

Comentarios