Un vistazo desde Galicia a Cataluña

El nacionalista Artur Mas se encamina a gobernar en Cataluña, que en menos de dos semanas celebrará elecci
Un vistazo desde Galicia a Cataluña

El nacionalista Artur Mas se encamina a gobernar en Cataluña, que en menos de dos semanas celebrará elecciones. A la tercera puede ser la vencida, tras haber fracasado en sus intentos anteriores ante los socialistas Maragall y Montilla. Mientras, el líder convergente sigue durmiendo la campaña y evita contender con sus adversarios, convencido de que todo juega a su favor. Por eso mantendrá una campaña de perfil bajo hasta el 28-N. Como dice El Periódico, en los últimos meses se ha escuchado en mil conversaciones de bar que el tripartito de Montilla le había hecho el trabajo a la federación nacionalista de Convergència i Unió. Conclusión: con no meter la pata, listo. Aún así, Zapatero dijo ayer en un mitin en Viladecans que hay mucha tela que cortar, eso sí, reconociendo a continuación que el PSC parte de una situación difícil, ante la que contrapuso la fuerza de la convivencia y de la integración. Algo es algo.

En campaña, con todo, se dicen muchas cosas, lo cual no quiere decir que después se aguarden grandes novedades, más allá de intentar reconducir la crisis y el desempleo. Plantear un nuevo Estatut parece descabellado en estos momentos y la secesión política es inviable legalmente, de modo que solo queda la negociación bilateral de la Generalitat con Madrid, algo que se supone que hará el ejecutivo catalán que salga de las elecciones de este otoño, en cuya precampaña afloraron las tentaciones soberanistas de CiU, seguramente tácticas pero más acentuadas que nunca.

Cuando se habla de Cataluña, sobre todo cuando lo hace el PP en el resto de España, suelen exagerarse mucho las cosas, pero Cataluña es un país moderno y sensato, al margen de quien gobierne en la Generalitat. Lo que pasa, para desgracia del PP, que allí es minoritario, es que existe un amplio consenso sobre asuntos como la lengua que los seguidores de Rajoy se niegan a secundar. Son guerras que solo ocupan al Partido Popular y a su minoría de votantes pero que en cambio favorecen los intereses electorales del PP fuera de Cataluña. Tanto, que incluso ahora trasladan a Galicia esos discursos apocalípticos. Mensajes que en tiempos de Manuel Fraga se reservaban para Murcia o Castilla y León encuentran ahora acogida en medios gallegos y dan alas al PP, fruto de un calculado proceso de alienación y manipulación que la izquierda progresista y el nacionalismo no siempre saben combatir con eficacia y sutileza. Pasa con el idioma pero también con más cosas sobre las que PSdeG y BNG algún día tendrán que reflexionar –¿juntos?– más de dos minutos.

Volviendo a Cataluña, a la hora de la verdad, los partidarios de la independencia alcanzan como mucho el 25% en las encuestas, si bien hay que tener en cuenta que han subido 4 puntos en un año. Cuatro de cada seis catalanes se sienten tan catalanes como españoles y en una escala de 0 a 10, sitúan su grado de nacionalismo en un 5,02. Puro equilibrio catalán. Y también puro pragmatismo. La inmensa mayoría, eso sí, aman su idioma y se sienten un país. Aquí parece que eso no es moderno. Curioso.

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