Julio Gayoso, la sonrisa del que sabe

Julio Gayoso tiene una gran ventaja: su edad. ¿Pero eso no era un hándicap? ¿Acaso sus 78 añ
Julio Gayoso, la sonrisa del que sabe

Julio Gayoso tiene una gran ventaja: su edad. ¿Pero eso no era un hándicap? ¿Acaso sus 78 años no estuvieron a punto de costarle el puesto a manos del presidente Feijóo? Pues va a ser que no. Si alguien tiene claves, información, confianza –del Banco de España– y margen de maniobra para afrontar el futuro de las cajas gallegas, ese es Julio Gayoso; por eso lleva escrita la sonrisa del que sabe.

Es verdad que los grandes procesos históricos responden a muchas voluntades y que personalizar en exceso ciertos acontecimientos conduce a menudo a la simplificación. Mais non sempre, como dicen en Portugal, precisamente el país al que Julio viaja de vez en cuando para tomarse un buen Oporto y meditar sobre grandes decisiones que, en buena lógica, tampoco son ocurrencias personales, sino decisiones compartidas con gente de su equipo profesional, de su consejo y de su ciudad. Puede que incluso con alguien más...

La ventaja de su edad tiene que ver con una serie de valores que en este caso otros no atesoran: tiene experiencia, ha visto de (casi) todo, sabe que no debe fallar en la recta final de su vida profesional y, en contra de lo que algunos le reprochan, es consciente de que tomará decisiones para otras generaciones de vigueses y de gallegos, y en mucha menor medida para él, cuyas ambiciones están cada día más en su entorno personal y familiar. Lo lógico, por tanto, es que Julio Gayoso actúe con el corazón pero también con la cabeza, tomando decisiones que contribuyan a recuperar el prestigio de las cajas y a la vez serenen el conjunto de este pequeño país al que llamamos Galicia, donde no solo hay problemas en las cajas, sino también en otros frentes en los que a veces se echa de menos un mínimo de equilibrio.

El día que el gobernador del Banco de España le confió a Gayoso el liderazgo de la fusión de cajas que ahora se negocia, más de uno se retorció sobre sí mismo en su sillón. ¿No querías fusión? Pues toma fusión... Y es que aquel día algunos descubrieron cuanto irrita la ducha fría en pleno disfrute del agua caliente: sigue siendo ducha, pero con agua fría bien podría llamarse de otra manera, ¿a qué sí?

Los movimientos políticos y financieros de este proceso tienen todas las trazas de permitir escribir buenos manuales de táctica; puede que también de estrategia. A menudo, sus protagonistas han dicho unas cosas, pensando otras, pero sobre todo preocupados por las cartas de los supuestos adversarios, que por si fuese poco tampoco eran siempre los mismos: algunos iban cambiando de posición. A estas alturas sigue siendo importante el resultado final –sobre todo para Galicia y su economía; es decir, para todos los gallegos– pero también lo es la posición de cada protagonista, a sabiendas de que nadie quiere perder, ni tampoco ser visto como culpable. Un resultado más o menos equilibrado que no se parezca al guión previo de ninguna de las partes podría gestionarse relativamente bien. Pero también cabe que nada sea como parece, al estilo de la película Camouflage de James Keach o de los relatos de Carmen Posadas. Quizá por eso mismo Julio Gayoso tiene la sonrisa del que sabe... Del que sabe, por ejemplo, lo que sucederá a partir del lunes con la esperada interpretación de José Luis Pego.

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