¿Puede no globalizarse el talento profesional si las empresas se globalizan?

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Estos últimos años hemos asistido a una internacionalización de los mercados jamás vista anteriormente. Multitud de compañías han salido de sus territorios tradicionales.

¿Puede no globalizarse el talento profesional si las empresas se globalizan?

Hace unos días, la nueva presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz,  en su discurso de toma de posesión del cargo dijo que esperaba poder garantizar a los jóvenes andaluces un trabajo en su tierra. Lo dijo como algo que deberíamos de conseguir para nuestros jóvenes, trabajar en sus casas, en su tierra. Al igual que la señora Díaz muchos políticos de nuestro país utilizan la internacionalización laboral como caballo de batalla de su mensaje político. Pero, ¿no estarán nadando contra corriente?, o, ¿estarán haciendo algo de demagogia?

Hace unos años, en el año 1987, cuando en España estábamos inmersos en “nuestra movida”, recuerdo que el cantante Sting (Wallsend, Reino Unido), en una entrevista televisiva, y como consecuencia de su canción “Englishman in New York”, contestaba del siguiente modo -en su canción habla de un inglés en Nueva York, defiende su condición de inglés allá a donde va-: “Me considero un ciudadano del mundo”, dijo el ex líder de Police.

Estos últimos años hemos asistido a una internacionalización de los mercados jamás vista anteriormente. Multitud de compañías han salido de sus territorios tradicionales y han abierto delegaciones y en algunos casos fábricas en el otro lado del mundo. Antes, solo hacían esto las compañías norteamericanas, Coca Cola, Ford, General Electric, etcétera. Ahora cualquier empresa que quiera tener éxito ha de pensar en global, ¿quién le iba a decir a Amancio Ortega, propietario de Inditex, cuando abrió su primera tienda de Zara en A Coruña (1975), que acabaría abriendo más de 6.000 tiendas en más de 86 mercados distintos?

Nuestras empresas constructoras, como ACS, FCC, Sacyr Vallehermoso, Ferrovial, pugnan por diseñar carreteras en California, por participar en las obras del canal de Panamá, o por edificar hospitales en Canada. Las energéticas como Repsol, Endesa, Iberdrola, Gas Natural, se sitúan entre las principales del mundo con proyectos también a lo largo de todo el planeta. El grupo hotelero Meliá, el grupo NH, o Barceló, aunque todavía muy lejos de los monstruos de la hotelería como Marriot o Intercontinental, luchan por hacerse un sitio en el panorama internacional.

Pero no solo las grandes del IBEX están fuera, nuestros vinos a través de nuestras pequeñas bodegas, nuestra madera, nuestro diseño, nuestra consultoría empieza a aparecer a lo largo de todo el mundo.

El talento y la globalización

Bien, ¿y ante este panorama?, ¿qué pasa con nuestro talento, está preparado para este reto?

Desde el punto de vista de la aptitud, del conocimiento, y a pesar de la carencia en nuestro conocimiento de lenguas extranjeras, fundamentalmente inglés (el 75% de las ofertas en el extranjero piden inglés), solo un 22% de los españoles se defienden en la lengua de Shakespeare; aun así, tenemos buenas aptitudes, nuestro nivel de conocimiento es bueno, tenemos buenos médicos, buenos ingenieros, buenos directivos, etcétera, a pesar de las críticas al sistema educativo tenemos buenos profesionales.

Ahora bien, si nos fijamos en nuestro talante actitudinal y nuestra adaptación cultural, ahí tenemos más problemas. Seguimos con la frase de que en España se vive muy bien, como aquí en  ningún lado, bla, bla, los de Santander, con su Sardinero; los de A Coruña con su Riazor y su María Pita, los de Cádiz, con sus playas y sus ferias, etcétera, y posiblemente no les falte razón; o quizás sí, quizás haya lugares magníficos en Canadá, o en Dinamarca, o en México, o en República Dominicana…,  quizás nos encontremos con personas fantásticas, o no…,  quizás tengamos que dejar nuestros miedos en casa y buscar aprender nuevas formas de entender el mundo, quizás así de este modo, entenderemos y haremos mejor el nuestro…, y así de este modo, no veremos la internacionalización de nuestro talento como algo no deseable, sino todo lo contrario.

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