¿Por qué eres pobre? ¿Por qué eres rico? Preguntas para reflexionar en MUNDIARIO

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Las denominadas "clases medias" prefieren mantener la idea de que merecen lo que tienen por factores internos o de valía personal, explica esta analista de MUNDIARIO en una nueva entrega.
¿Por qué eres pobre? ¿Por qué eres rico? Preguntas para reflexionar en MUNDIARIO


Hace no mucho tiempo Iria Meléndez, Sonia Alberca y yo misma, publicamos un trabajo titulado: El mantra del "todos son iguales" [1], en el cual tratábamos de dar cuenta desde diversas áreas de la Psicología, tanto de las actitudes fatalistas de los ciudadanos, como del desapego social generalizado respecto a las formas participación política (entendida tanto en su vertiente convencional, a través de los partidos políticos, como en la no-convencional, a través de la construcción social de la protesta).

En lo que respecta al fatalismo como actitud, un/a lector/a, de seudónimo Maioio, hacía una interesantísima reflexión poniendo en relación el fatalismo descrito en el artículo con una obra relativamente reciente del ensayista y periodista norteamericano William T. Vollman: Los Pobres.

Dicho autor había formulado durante diez años a personas de todo el mundo la siguiente pregunta: ¿por qué eres pobre?

Detrás de todas las respuestas y, dependiendo del contexto cultural donde se formulase la pregunta, subyacía el fatalismo que, como bien apuntaba el lector, lo hacía adoptando diversas formas: ley del karma, Dios, la pereza, el destino, etc.

Definido de manera sucinta, el fatalismo haría referencia al tipo de relación que se establece entre las personas y un entorno social que perciben como incontrolable. Concretamente, la Psicología Política ha mostrado que el fatalismo constituye una actitud con enorme poder para favorecer la desmovilización política y el mantenimiento de la situación actual o statu quo.

No obstante, este lector proponía acertadamente darle la vuelta a la pregunta de Vollman: "¿por qué no eres pobre?", para formulársela a los ricos o a las clases sociales acomodadas; pronosticando, además, que casi ninguno de ellos respondería que su situación personal fuese un resultado de doscientos años de luchas populares.

Más bien sus respuestas  se centrarían en que "son trabajadores, guapos y talentosos".

Todo este conjunto de  apreciaciones del lector podría ponerse en relación con lo que se conoce en Psicología como atribuciones de causalidad.

En este sentido, al plantear la pregunta "¿por qué eres pobre?", Vollman habría obtenido respuestas que situaban la causalidad en factores externos al individuo y estables, por tanto, difíciles de modificar.

Sin embargo, al plantear la pregunta a la inversa: "¿por qué eres rico?", o de manera análoga: "¿por qué no eres pobre?", probablemente las atribuciones de los individuos se centrarían más en factores personales o internos. Dicho de otro modo, los pobres realizarían atribuciones de causalidad externas de su situación- el destino, el karma, la mala suerte, etc; mientras que, los que tienen dinero- o la "clase media europea" a la que aludía el lector y que también sería corresponsable de mantener el statu quo- llevaría a cabo atribuciones de causalidad centradas en factores internos e individuales: la valía personal, la inteligencia, la capacidad de trabajo y sacrificio.

Así, si bien el empoderamiento desde abajo trataría de modificar dichas atribuciones y actitudes fatalistas para que las personas tengan mayor percepción de control sobre la realidad político social, resulta algo bastante más complicado modificar la percepción de la realidad social que tienen las personas que poseen cierto estatus económico, quienes tenderían a rechazar la idea de que su éxito se deba a factores externos y no individuales (como a la historia de luchas populares- retomando el ejemplo del lector- o al esfuerzo colectivo).

Las denominadas "clases medias" prefieren mantener la idea de que merecen lo que tienen por factores internos o de valía personal.

Esta  sería precisamentemente la esencia del neoliberalismo y sus planteamientos acerca de la distribución de la riqueza.

Vendría siendo algo similar a lo que se ha dado en llamar el "american dream" o sueño americano, donde la prosperidad depende únicamente de las habilidades de uno- y que, como decía el ya fallecido cómico de la contracultura americana, George Carlin "habría que estar dormido para creérselo".

Frente a este, está el otro sueño, el que trasciende al individuo en pos del colectivo y al que tan bien hacía referencia Javier Couso en su artículo: Soñar es diseñar el futuro [2].

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[1]https://www.diagonalperiodico.net/saberes/mantra-del-todos-son-iguales-indefension-aprendida-fatalismo-y-disonancia-cognitiva.html

[2]http://hablandorepublica.blogspot.com.es/2013/04/buscando-el-futuro.html?m=1

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