Fe en el Dépor

Captura de un vídeo promocional del Deportivo de La Coruña en la era de Lendoiro. / Mundiario
Captura de un vídeo promocional del Deportivo de La Coruña en la era de Lendoiro. / Mundiario

Se dice desde el Club, cosa que no comparto en absoluto, que para ascender se necesitan jugadores que conozcan bien la categoría. Yo me inclino a pensar que lo que se necesitan son buenos peloteros, a secas, y la experiencia nos demuestra que los de Primera casi siempre triunfan en Segunda.

El deportivismo necesita creer en algo. Es preciso ilusionarlo cuanto antes. Está triste y dividido, pero sigue estando ahí, aunque expectante ante la revolución que se está produciendo. La famosa frase de Alfonso Guerra referida a España, cobra especial actualidad aplicada al futuro inmediato del once titular blanquiazul. “No lo va a conocer ni la madre que lo parió”.

El drástico cambio puede ser bueno o malo, el tiempo lo dirá, pero al Presidente Fernández, y a su brazo ejecutor Carmelo del Pozo, no se les puede negar su decidida ruptura con el puente de mando del fútbol blanquiazul al no continuar nadie de la dirección deportiva, ni del cuerpo técnico, ni de los jugadores intocables de la pasada temporada. Una especie de jugada al todo o nada.

Se puede argumentar, y quizás con razón, que el vestuario era una caldera; que ha sido uno de los equipos más goleados de la categoría y de la historia del club; que, después de los 29 puntos era conveniente configurar una plantilla que prescindiese –con el riesgo que eso conlleva– de los jugadores de mayor confianza para nuestros últimos entrenadores, o que ...

Todo eso es cierto, pero es mucho riesgo el tomar esa decisión, porque la auténtica realidad es que se descartó cualquier solución conservadora y se apostó por una ruptura traumática al permitir la marcha de todo el once titular. Se dice desde el Club, cosa que no comparto en absoluto, que para ascender se necesitan jugadores que conozcan bien la categoría. Yo me inclino a pensar que lo que se necesitan son buenos peloteros, a secas, y la experiencia nos demuestra que los de Primera casi siempre triunfan en Segunda.

Por las decisiones tomadas, podía apostarse por alguno, hay que entender que ninguno debía merecer la consideración de bueno. Los once que más contaron para los técnicos o se despiden o son despedidos.

Los de corte defensivo, desde Rubén hasta Guilherme –sentenciado por el propio Club– pasando por esa retaguardia tradicional que formaban Juanfran, Sidney, Schar y Luisinho. Seis futbolistas que el último ejercicio gozaron, salvo lesiones, de la confianza de Mel, Cristóbal y Seedorf. Esas plazas se las disputarán ahora los “veteranos” Albentosa, Bóveda y Saúl, los recién llegados Dani Giménez, David Simón, Dubarbier, Caballo, y los cedidos Artolá, Mary y Duarte.

El rodillo también llegó al ataque, aunque en este caso el Club venía obligado por las cláusulas low cost derivadas del descenso. Se produjeron, por esa razón, las bajas de un gran goleador, Andone –creo que sus más de veinte goles pondrían fácil el ascenso–, y de un buen creador, perfecto complemento del rumano, como era el turco Çolak, mientras que las salidas de Lucas y Adrián venían derivadas de los contratos de cesión de Arsenal y Oporto. Se han ido, pues, cuatro grandes jugadores y será muy difícil, por no decir imposible, que encontremos sustitutos de un nivel algo parecido. Ahora, esos puestos se los disputarán Borja Valle, con un final de temporada prometedor, y los recién incorporados Cristian Santos, Quique y Pedro.

El medio campo ofensivo parecía que se salvaba de la cirugía de alto riesgo, y eso era algo que tranquilizaba, pero la salida inesperada del insustituible Borges asusta. Desaparece el hombre fuerte dentro y fuera del terreno de juego y eso es más que peligroso para un equipo en el que tan sólo el nivel de los atacantes de banda, si a Fede Cartabia y a Carles Gil les respetan las lesiones, ilusionan al aficionado.

A ese aficionado al que la llegada de Alex para el centro del campo, en el que permanecen Mosquera y Krohn-Dehli, asciende Expósito y al parecer se incorpora Didier Moreno, no entiende que suponga suficiente garantía para una temporada tan larga y para el trivote que parece propone Natxo González. Aún con la llegada del colombiano se nos antoja imprescindible fichar a un cabeza de área que nos recuerde, minimamente, aquel arte del balance defensivo que dibujaban en el campo aquellos “trincos”, que dieron clases magistrales en la cátedra de Riazor, y que respondían a los nombres de Mauro Silva, Donato o Aldo Duscher.

Es verdad que el frío análisis, entre los jugadores que salen y los que llegan, no invita al optimismo exacerbado, pero parece de elemental justicia conceder un amplio margen de confianza a este equipo en construcción para que técnicos y jugadores tengan el tiempo suficiente de demostrar que las decisiones tomadas por el Club han sido acertadas.

Debemos tener presente que el ascenso no se consigue en “diciembre”, por lo que no es bueno presionar en el inicio de la temporada ... al igual que debemos advertir a la plantilla que, si bien es cierto que nadie puede exigir ascender en el invierno, no es menos cierto que la tensión en el césped debe ser máxima desde el primer encuentro de Liga, porque los puntos de los partidos de agosto y septiembre tienen el mismo valor que los que se disputan en mayo o junio.

Y a los que nunca fallan, a lo mejor que tenemos, a nuestra afición le digo ¡Ustedes son formidables! ... y le pido que, en estos momentos convulsos, busquemos la unidad y mantengamos viva la llama de esa “Fé en el Depor” que nos llevó, tras el descenso de 2011, a la unión de más de 25.000 “fieles”, que prendían al unísono sus “velas” los domingos en el Templo de Riazor, escena que sin duda se repetirá este año porque, según se dice desde la Plaza de Pontevedra, seremos bastantes más de 20.000 feligreses.
 

Campaña de publicidad del Deportivo de La Coruña en la época de Lendoiro. / YouTube


Estoy seguro de que si todos remamos en la misma dirección, alcanzaremos el único objetivo que nos debemos marcar, el Ascenso, y si nosotros solos no somos capaces de lograrlo, y, a última hora, necesitamos un pequeño empujón, siempre nos quedará “El Santo”... @mundiario

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