¿Son las emociones musicales importantes para la investigación científica?

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Emociones musicales/investigacionyciencia.es
La música, a través de las emociones, puede favorecer la homeostasis funcional de todos nuestros sistemas y su correcto funcionamiento, pudiendo también desarrollar la intuición, la curiosidad, la imaginación y la creatividad al dirigir la atención hacia el interior del individuo, visualizando sensaciones generadas por ella o por sonidos de la Naturaleza.
¿Son las emociones musicales importantes para la investigación científica?

Actualmente, el estudio de la “emoción musical” vive un momento de desarrollo y son numerosas las investigaciones sobre la expresión musical de las emociones desde diversas perspectivas, psicológica, antropológica, estética, semántica, siendo muy importantes las aportaciones que se están realizando desde los diversos ámbitos científicos cada vez con mayor precisión metodológica y delimitación de análisis de contenidos.

Desde el campo de la neurociencia se afirma que no existe un área cerebral dedicada únicamente a la apreciación musical, que integra el reconocimiento de melodías y las emociones que nos producen. No obstante, la capacidad de reconocer una melodía o detectar una nota falsa está situada en una parte del córtex prefrontal que es fundamentalmente también para el aprendizaje de conocimientos y para la respuesta o control de las emociones, ya que el córtex prefrontal participa en el control ejecutivo que integra conocimientos y emociones.

Blood, A. y Zatorre, R, 2001, de la McGill University de Canadá, observando la actividad cerebral de personas mientras escuchaban música que las emocionaba, respecto a la situación de las mismas cuando escuchaban melodías sin carga emotiva, encontraron cambios significativos en varias subdivisiones del sistema límbico: subdivisiones tales como el cuerpo estriado, involucrado en procesos adictivos, la amígdala, relacionada con la conducta emocional y el hipocampo, implicado en el almacenamiento de recuerdos. La implicación del hipocampo explica que una misma melodía puede suscitar emociones diferentes según nuestras experiencias anteriores y la de la amígdala la influencia de la situación personal en el momento en que se perciben.

Así, Bigand, E, 2005, y sus colegas del Instituto de Investigación y Coordinación Acústica–Música de París y del Laboratorio de Estudio del Aprendizaje y del Desarrollo de Dijon presentaron 27 extractos de música clásica, seleccionados para suscitar emociones básicas como miedo, ira, alegría y tristeza, a un grupo integrado por músicos y por individuos sin formación musical. Los extractos estaban asociados a unos iconos representados en la pantalla de un ordenador para permitir establecer categorías emocionales sin recurrir al lenguaje, eliminando así diferencias debidas a sus aptitudes verbales. Dos semanas después se repitió exactamente la misma tarea con los mismos fragmentos musicales sin informar a los oyentes. El estudio ha permitido demostrar que los juicios musicales de los oyentes, músicos o no, son muy parecidos y estables a lo largo del tiempo, siempre que los participantes pertenezcan a la misma cultura.

Para estudiar las “emociones musicales” se recurre a piezas que posibiliten el control de un pequeño número de factores musicales presuntamente importantes en la expresión y la percepción de emociones. Según una de las principales teorías propuestas, las emociones nacen de las expectativas musicales determinadas por los momentos de tensión y de relajación que se suceden en las piezas de música clásica occidental. Para precisar esta hipótesis la Psicología Cognitiva ha estudiado cuáles son los elementos estructurales que determinan la expresión de las emociones. Las primeras aproximaciones, realizadas por Hevner, K. (1936) en la Universidad de Indiana, probaron que las relaciones de altura tonal de las notas, también llamadas parámetros de modo, así como el tempo, constituyen índices esenciales para determinar si un fragmento musical es de carácter triste o alegre. Recientemente, el grupo de Peretz, I. ha abordado las aportaciones de los parámetros de tempo y modo comprobando que los sujetos agrupan los fragmentos en cuatro categorías:

1. Modo menor y tempo lento confieren una valencia emotiva negativa y una dinámica débil que es percibida como triste.

2. Modo menor y tempo rápido provoca un sentimiento de ira o temor.

3. Modo mayor y tempo rápido provocan alegría.

4. Modo mayor y tempo lento provocan sosiego.

Las respuestas emocionales a la música son reproducibles de unos momentos a otros en una misma persona y entre individuos, lo que es coherente con la idea de que las “emociones musicales” aseguran una función de coherencia social en una cultura determinada y, lo que es más, la utilización del lenguaje verbal podría ser la causa de las diferencias individuales observadas. Además, se perciben diferencias emocionales muy sutiles entre fragmentos que duran unos pocos segundos, como ha puesto de manifiesto Peretz, I. del Laboratorio de Neuropsicología de la Música y de la Cognición Auditiva de la Universidad de Montreal Canadá. @mundiario

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