El Fratricida XXI

Cathedral Cove, Nueva Zelanda, Su principal atractivo es la cueva gigante con forma de arco que une dos ensenadas de arena blanca. Alcoviajes
Cathedral Cove, Nueva Zelanda. / RRSS

Caín hace memoria de su salida de Nod y del hecho de sangre de su antepasado Lámec.

Cuando salí de Nod, no me traje nada conmigo como podrán comprender a estas alturas de mi relato, porque no lo necesitaba, además toda la fortuna le pertenecía a Selá, yo solo fui un amante, un padre y un administrador, yo sabía que no podía tomar parte en el proceso de producción, ya que si lo hubiera hecho nada hubiera fructificado , es que déjenme recordarles que no solamente soy un errante tatuado , mi anatema incluye también el cultivo del campo, es decir, como soy un amante de la naturaleza, el Señor, él que es el que es, me incluyó también como nota al pie de página y en letra cursiva cuando me desterró ¨cuando cultives el campo no te dará ya sus frutos¨, pero bueno que le vamos hacer, yo creo que por eso a veces me entra la monomanía de repetir que no quisiera ser el fratricida de mi hermano , sino más bien el parricida de mi creador para que todo esto se termine, para que se acabe todo esto, para que todo este dolor llegue a su fin, para que todo su odio y rencor por los hombres de lodo y sangre se detenga y se evapore, para que se acabe tanta envidia y ambición y para que desparezca la sangre que grita y clama al universo mi Salvación.

Cuando partí de Enoc no sé porque comencé a recordar mucho al Enóc de mis huesos y mi sangre, mi primogénito quien engendró a Irad  padre de Maviael y este padre de Matusael quien  engendró a Lámek quien a su vez tuvo dos mujeres Adá y Selá, mientras que al Lámec de la rama del Enós hijo de mi hermano Set le nació Matusalén quien a su vez engendró a Lámec, mientras que al Lámek de la rama de mi hijo Henoc Selá su mujer le parió a Tubalcain, óigase bien Tubal-Cain, quien era un artífice en el trabajo a martillo, de toda obra de cobre y hierro y a Naamá, hermana de Tubal Caín, de Adá nació Yabel, el que fue antepasado de los pastores nómadas, pues de ahí volvió a salir la sangre que persigue y tienta tanto a mi pueblo, como a este otro pueblo en donde me encuentro ahora.

Todo comenzó una fría noche de invierno mientras la nieve caía copiosamente en la gran ciudad de Enós, toda la familia festejaba el nacimiento de Noema y Yubal, ambos hermanos de Yabel y Tubal Caín, cuando de pronto resonaron en la puerta dos fuertes golpes como dos mazos que hicieron temblar los cimientos de toda la casa, Lámec se apresuró a abrir y al hacerlo, apareció un barbado gigante cubierto de nieve y envuelto en una piel de oso negro, el hombre era un iceberg, una montaña de hielo, todos nos quedamos atónitos y llenos de asombro, mirando a la raíz de Goliat, quien con humildad y muerto de frio nos pidió abrigo, todos sin pensarlo dos veces lo llevamos directo a la chimenea para que se calentara, le dimos de beber vino y por ultimo le dimos de comer, el gigante muy agradecido por nuestra hospitalidad en un par de horas se encontraba totalmente recuperado, y así nos pudo al fin relatar su fría y triste odisea, venia de tierras lejanas ubicadas al oriente, en donde una enorme roca caída del cielo había dejado desvastado toda la tundra y solo él había podido sobrevivir milagrosamente al impacto de la bola de fuego, todo su pueblo había desaparecido por culpa de aquella pelota incandescente que había convertido toda la región en un inmenso cráter, en donde ni los insectos habían quedado para contar el cuento, se lamentaba además por la pérdida de su familia y principalmente de su amada mujer con la cual había engendrado cuatro hijos los que habían desaparecido con el siniestro, y es que el día que toda esta desgracia aconteció en su pueblo, nos decía él sollozando, se encontraba trabajando en una mina de rubíes al norte de su comunidad y un gnomo llamado Puck le había salvado la vida al retenerlo en las profundidades de la tierra , cuando salió de la mina traía los bolsillos llenos de rubíes y al llegar a su hogar se enteró de todo lo sucedido, muy consternado se alejó de aquel desastre, y por el largo y sinuoso camino había botado la mayoría de las piedras preciosas y tan solo una enorme piedra del tamaño de un puño era lo único que había logrado salvar, tome se la regalo por hospedarme en su casa, le dijo a Lámek , quien no acepto el obsequio y sonriéndole le respondió diciendo, deje eso amigo el Señor es el que lo ha enviado a nosotros para hacer su voluntad, el gigante sin embargo puso la hermosa piedra sobre la chimenea a la vista de todos los que nos encontrábamos ahí, y del rubí apareció de pronto la imagen de un príncipe gnomo, la celebración se prolongó por varios días y el  forastero nos acompañó en nuestra celebración como un viejo amigo, al principio se encontraba bastante abatido y triste pero poco a poco fue entrando en confianza con todos, se podría decir que el gigante nos abrió el corazón su nombre era Elyonai.

Elyonai era un hombre joven y sincero y hasta cierto punto tenía una mentalidad de niño y por eso nos agradó a todos, y todos nosotros le abrimos el corazón al niño travieso, porque a los tres días de su llegada una noche estrellada el pequeño gigante clavó sus ojos de pterodáctilo hambriento en la tierna y delicada Selá, la segunda mujer de  Lámec hijo de Matusael, y con engaños, mientras todos nos encontrábamos en un rincón de la casa cerca de la chimenea observando el brillo del carbunclo en donde Puck aparecía volando y contando cuentos, él se  llevó a la inocente Selá al viñedo del patio de la casa con el pretexto de enseñarle una estrella azul que había caído cerca de ahí,  cuando llegaron al lugar más retirado de la casa el gigante le declaró su amor regalándole un trozo del rubí y Selá al intentar huir, Elyonai en un dos por tres la despojó de sus prendas y la violó dos tres y hasta cuatro veces, Selá  al intentar gritar, el mastodonte le había tapado toda la boca con sus manoplas y en aquel forcejeo ella cayó desmayada, el gigante salió del viñedo acomodándose el abrigo y cargando a Selá en sus brazos, la llevó tímidamente hasta la chimenea en donde todos nos encontrábamos reunidos mientras escuchábamos los cuentos de Puck, alegando que repentinamente Selá se había desplomado sin decir palabras.

La princesita Selá ahora estaba triste, la princesita Selá solo era llorar ya no hablaba jocosamente y todos se preguntaron ¿Qué tiene la princesa Selá ?, pero Selá calló un par de días lo sucedido, hasta que una tarde cuando el sol salió detrás de las montañas y la nieve comenzaba a derretirse justo en el momento que la celebración llegaba a su final, Selá le dijo toda la verdad a su esposo, y este sin pensarlo dos veces corrió al taller de fundición de Tubal Caín y sacando un hierro al rojo vivo del fuego hizo llamar al gigante al mismo lugar en donde había ocurrido la violación de su mujer, mientras escribía algo en el suelo, Elyonai, le comenzó diciendo, que crees que se debe hacer con la cerca que pusimos en oriente, le dijo lacónicamente sosteniendo con fuerza en sus manos el hierro enrojecido, no entiendo que me quieres decir con eso, le respondió nerviosamente el gigante, sí, lo que quiero decirte es que podemos hacer con la cerca que pusimos en oriente, y Lámec acercándosele con gran destreza le clavó el hierro caliente en el vientre al gigante hasta atravesarlo, si maldito, le gritó ahora, me refiero al cerco de nuestra confianza que tu violaste, le terminó diciendo mientras el gigante se derrumbaba estrepitosamente como un enorme tronco que acaba ser talado sobre los viñedos.

Lo que no recuerdo bien es si fue bronce o hierro lo que Lámec le clavo en la boca del estómago al gigante, pero ahora que recuerdo era una espada de bronce de esas que Tubal Caín fabricaba en su taller de fundición para venderla a los extranjeros, la sangre del gigante se confundió con el jugo de la vid, aquel trágico día Lámec  llamó a sus dos esposas Adá y Selá y les dijo con vehemencia, no sé porque el pecado de mi antepasado Caín padre de Henoc, padre de Irad, padre de Mavael, padre de Matusael mi padre me sigue aún, yo Lámec primero he matado a un hombre por herirme al intentar matar a Adá y ahora a este muchacho porque me avergonzó, si Caín ha de ser vengado siete veces, Lámec ha de serlo setenta y siete veces, terminó diciéndoles a sus mujeres mientras las abrazaba.

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