Serie sobre el Camino Francés del Camino de Santiago a través de Galicia (XVII)

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Catedral de Santiago.

La primera sensación al despertarse es de alivio, hoy no tienen que andar, después es de gozo, ha terminado la peregrinación, es el momento de hacer balance.

Serie sobre el Camino Francés del Camino de Santiago a través de Galicia (XVII)

Además de los albergues de Belvís, San Francisco y Monte do Gozo, en Santiago se puede descansar en el Hostal Suso, en la Rúa del Villar.

Por la mañana no es necesario levantarse temprano, escuchan los ruidos mañaneros, tienen tiempo suficiente para arreglarse, antes de desayunar opíparamente sentados en la terraza de la calle.

Otros peregrinos pasan por delante con su especial vestimenta y su bordón, los que han llegado andando se les nota por la forma de colocar los pies en el suelo, es el ritmo que tienen que imprimir al cuerpo para evitar todo el peso del cuerpo, parece que van bailando una samba, un bamboleo, se necesitan varios días para recuperarse.

Santiago es el mayor centro de peregrinación del mundo, pero algunos días los peregrinos pasan desapercibidos entre la multitud de turistas por la parte vieja de la ciudad, y no es tan agradable entre tantos visitantes.

En la Casa del Deán está la oficina de peregrinos. Al final de la rúa del Villar a mano derecha, una larga cola de peregrinos espera para pasar, muchos con su mochila y bordón, y la credencial en la mano, el resto sentados en el suelo mientras va disminuyendo la cola, se les sella la credencial, el último sello que les falta, en un registro se pone el nombre, lugar de origen en la peregrinación, y motivo por la que han hecho ésta, luego se les da la enhorabuena entregándoles la “Compostela”, con el nombre en latín del peregrino. Es el “certificado” de haber hecho una buena peregrinación, algunos países de Europa eximían de impuestos a los que la tuviesen tres veces.

Al final de la rúa del Villar está la Plaza de Platerías, con la Fachada románica de Platerías de la catedral A la izquierda el lienzo oeste del claustro de la catedral, a la derecha la torre del reloj, la popular “Berenguela”, la torre barroca más bonita, con el reloj que marca las horas de los santiagueses.

La plaza tiene un aspecto de construcción italiana, veneciana, en el medio está “A fonte dos cabaliños de pedra”, y al sur la Casa del Cabildo. Se sube por las escalinatas de la catedral, del siglo XVIII. La fachada de la Catedral engrandece a la vista, a la izquierda el rey David tañe el ravél, tiene las piernas cruzadas en forma de tijera, y su barba luce recortada.

Un poco antes de las doce del mediodía los peregrinos entran en la catedral, entrar por “la puerta de la nueva vida”, dejan atrás el rencor, es el inicio al “nuevo camino”. El órgano de la catedral resuena fuertemente con el 

”Himno al Apóstol” (…Santo adalid, patrón de las Españas… amigo del Señor… defiende a tus discípulos queridos… protege a tu nación.....) los peregrinos se colocan en los bancos, dejan al lado mochila y bordón que llenan la iglesia, es la  “Misa del peregrino”.

Concelebran la misa un canónigo y muchos sacerdotes que han llegado acompañando a otros tantos grupos de peregrinos de diversos países, un alemán, un italiano, un seglar francés y otro holandés dicen en sus idiomas una pequeña homilía, y el canónigo recuerda la procedencia de los diversos grupos de peregrinos llegados ese día.

Los peregrinos están alegres por haber alcanzado la meta ansiada, la puerta de la nueva vida, el Año Santo es un año de renovación, dejando lo malo en el camino,  deseando lo bueno y buscando la transformación al cruzar la puerta.

Al finalizar la misa del peregrino, el órgano vuelve a resonar más alegre que nunca, va a actuar el gran incensario, O´Botafumeiro, que purificaba el ambiente de la catedral, por el olor dejado por los peregrinos durante la Edad Media, época durante la cual  pasaban la noche en la parte alta de la catedral.

El Botafumeiro vuela por la nave crucero, pareciendo a cada momento que va a estrellarse contra la alta bóveda, pero no, vuelve a bajar, extiende una larga estela de humo aromático por la iglesia, mientras se aspira el olor a incienso y el órgano toca.

La liturgia ha terminado, los peregrinos se acercan al altar mayor, (barroco, muy recargado, al gusto de la época, concepción exuberante que oculta la construcción románica). El Apóstol está representado en tres formas: sentado, la estatua del abrazo; encima Santiago peregrino rodeado de los reyes Alfonso II (primer rey que vino a ver el sepulcro), Ramiro I, Fernando el Católico y Felipe IV y en lo más alto, el Apóstol a caballo.

Los peregrinos rematan la visita recorriendo las capillas del deambulatorio, la Puerta Santa, solo abierta en Año Santo, la capilla de las Reliquias o panteón de los Reyes de Galicia, luego le dan un “croque”, chichón, a la estatua del maestro Mateo, constructor del Pórtico de la Gloria, para que les transfiera parte de su inteligencia.

Salen por la puerta de la fachada del Obradoiro, desde la barandilla de piedra es un buen sitio de observación para admirar la grandiosidad de la plaza, la altísima fachada barroca del Obradoiro, un retablo de Fernando de Casas y Novoa del año 1738, al lado el Palacio de Gelmirez, románico del año 1120; enfrente el Palacio de Raxoi, neoclásico; a la izquierda el Colegio San Jerónimo, románica, sede de la Universidad Compostelana; a la derecha la fachada plateresca del hostal de los Reyes Católicos, del año 1501, antiguo hospital de peregrinos, donde todavía hoy, presentando la compostela, obsequian a los diez primeros peregrinos con desayuno, comida y cena.

Desde el centro de la plaza se contempla la Catedral, obra cumbre del románico, año 1075, y el esplendor de la facha barroca. @mundiario

(Continuará).

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