En los últimos tres años Brasil ha acogido tres eventos de talla internacional. La Jornada Mundial de la Juventud de la Iglesia Católica, El Mundial de Fútbol y ahora las Olimpiadas. En todo este tiempo se ha evidenciado que mientras la atención mediática se enfoca en los eventos realizados a muy pocos metros la pobreza, violencia y la crisis de ese país no han cesado. Esta es la otra cara de los Juegos Olímpicos que ahora se juegan.