Vivir en una isla como Skorpios es un capricho reservado a los millonarios

Skorpios a vista de pájaro. / Frahad Vladi
Skorpios a vista de pájaro. / Frahad Vladi

Skorpios es, sin duda, una de las islas privadas más bellas de mundo y también de las más caras, con jardines, piscinas y una lujosa villa llamada “Casa Rosada”.

Vivir en una isla como Skorpios es un capricho reservado a los millonarios

Skorpios es, sin duda, una de las islas privadas más bellas de mundo y también de las más caras, con jardines, piscinas y una lujosa villa llamada “Casa Rosada”.

 

Una de las islas de titularidad privada más conocidas a nivel mundial y que más páginas de revistas del corazón ha llenado es Skorpios, una pequeña isla de menos de un kilómetro cuadrado que se localiza en el archipiélago de las Islas Jónicas, muy cerca de la costa occidental de la península helénica. El motivo su relación con la familia del armador Onasis.

Aristótoles Onasis la compró en 1962 por una cantidad estimada en 10.000 libras esterlinas. Allí, en 1968, se casó con Jacqueline Kennedy, viuda del presidente John F. Kennedy. A su muerte fue heredada por su hija Christina, posteriormente fallecida de un ataque al corazón. Ambos están enterrados en Skorpios, al igual que el otro hijo Alejandro que también había fallecido en accidente de aviación, ligando así la desgracia de la familia al suelo de la isla cuya propiedad pasó a Athina Onasis, nieta y única descendiente viva del patriarca, hija única de Christina y su cuarto marido.

Vistos los antecedentes, no es extraño que Athina, residiendo en Brasil, optase por venderla, incluso contraviniendo las últimas voluntades de su abuelo, sobre todo si los pretendientes eran varios y la mejor oferta de 100 millones de libras esterlinas, como la que en 2013 puso sobre la mesa una chica de 24 años, Ekaterina Rybolovleva, hija del magnate ruso Dmitry Rybolovlev, conocido por ser el propietario del AS Mónaco FC. ¡Menudas plusvalías se generaron!. A mi, a la edad de esta señorita, el alquiler me llevaba más de dos tercios de mi exiguo sueldo y tenía como lujo desplazarme en un R8 de segunda mano.

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