Llegó el thanksgiving al tercer mundo

Thanksgiving. / RR SS
Thanksgiving. / RR SS

Eso, donde el Producto Interno Bruto permite festejar con convites y tragantonas épicas.  Lejos del poder del dólar y en otro idioma se adopta una representación poco más peculiar.

Llegó el thanksgiving al tercer mundo

Cuenta la historia que existe un tercer mundo ubicado lejos de las potencias mundiales donde se absorben con sorprendente facilidad las tradiciones de las fuerzas cosmopolitas; cuenta también que el norteño primer mundo exporta cada vez más sus fechas festivas y su peculiar mentalidad.

El Thanksgiving, o Día de Acción de Gracias es una de las celebraciones tradicionales de Estados Unidos, (la Isla de Puerto Rico por ser Estado Asociado) y Canadá, en uno es el cuarto jueves de noviembre y, más al norte, es el segundo lunes de octubre.

Consiste en reunirse a cenar un banquete con familiares y amigos, hoy, tanto grupos religiosos como seculares lo celebran.

Originalmente, los nativos norteamericanos celebraban el fin de la cosecha y los colonizadores europeos trajeron a las américas la costumbre de festejar antes y después de recoger las mieses

Originalmente, los nativos norteamericanos celebraban el fin de la cosecha y los colonizadores europeos trajeron a las américas la costumbre de festejar antes y después de recoger las mieses; dos mundos coincidieron en lo que fue una Fiesta por la Cosecha. El sincretismo ocurrió y comenzó a celebrarse el final de los éxodos europeos, la paz entre nativos-colonos y la buena recolección de alimentos.

Por su parte, las colonias canadienses comenzaron a celebrar su propio día con un toque más religioso desde que se heredó la costumbre con la llegada de los franceses (S. XVII).  Con el tiempo incluso las gallinas de Guinea y el pavo se sentaron como hábito inamovible.

Ocurrió, en cierta ocasión, que los colonos no tenían suficiente comida para alimentarse, la tierra inhóspita y conocida solo por los nativos tenía ciclos diferentes a los del viejo mundo y fue preciso que tribus originarias compartieran con ellos semillas-vida y les traspasaran la enseñanza de la pesca-vida en el nuevo mundo. Españoles, ingleses, franceses, irlandeses, etcétera, todos celebrando la vida en la tierra recién descubierta.

Ya la herencia cristiana, luego le ha dado un toque ortodoxo y navideño incluso, canadienses y estadounidenses dan gracias al Dios de su religión por las bendiciones y misericordias recibidas durante el año.

Eso, donde el Producto Interno Bruto permite festejar con convites y tragantonas épicas.  Lejos del poder del dólar y en otro idioma se adopta una representación poco más peculiar.

Ha llegado la costumbre hasta aquéllos países ávidos de cultura y de pertenencia, a aquellos que prefieren una fiesta que se pronuncia en inglés a una de tinte maya

Ha llegado la costumbre hasta aquéllos países ávidos de cultura y de pertenencia, a aquellos que prefieren una fiesta que se pronuncia en inglés a una de tinte maya, porque las unas son aceptadas por el cristianismo moderno y las otras son denominadas como burdas brujerías.

Tradición, wannabeismo, aculturalidad, renuncia al folklore propio, religión y las grandes masas se combinan por el gran y poderoso dios del Marketing para llevar el Thanksgiving a las billeteras y las mesas del tercer mundo.

Ocurre entonces que aún en estos países donde se muere de hambre y enfermedad común, donde no se tienen todos los Derechos Humanos, donde se vive con jornadas laborales de diez horas diarias (y se trabaja también el fin de semana) se adopta, como propia, una tradición ajena.

Se olvida la raíz y las muertes de millones, se destiñe la cruda colonización y el dolor de los abuelos, renunciamos a los muchos días que tiene nuestro propio calendario maya para dar las gracias y celebramos, con mastercard y visacuotas el Thanksgiving en idioma español.

Las mesas de unos pocos celebran y otros muchos crían en sus entrañas desnutrición.  No estoy en contra de la festividad (gracias siempre deberíamos dar), pero sí pido “un-poquito-de-por-favor”...

Las mesas de unos pocos celebran y otros muchos crían en sus entrañas desnutrición.  No estoy en contra de la festividad (gracias siempre deberíamos dar), pero sí pido “un-poquito-de-por-favor” a quienes emulan el festejo adoptado y se olvidan de las condiciones de su propio Estado, del vecino, del indígena, de la violencia y desigualdad, de la pobreza y el hambre que tiene el de la par.

Más valdría compartir esa comida con los millones que tienen hambre y no tienen techo que solo celebrar por celebrar.

No caigamos en manos de los mercaderes de la fe que so pretexto cristiano imponen los black fridays de los centros comerciales, las semanas negras, el buen fin y jueves o viernes negros en las ventas nacionales.  Sin que lo notemos o con descaro van inculcándonos comprar, comprar y comprar por aplacar el alma, ser buen cristiano y por hacerse de tu dinero.

Da gracias, en silencio, con humildad, con respeto. Da gracias y comparte porque si estás agradecido hoy o mañana es porque no perteneces al porcentaje de humanos en pobreza

Da gracias, en silencio, con humildad, con respeto. Da gracias y comparte porque si estás agradecido hoy o mañana es porque no perteneces al porcentaje de humanos en pobreza y lo que dijo el de Belén fue algo así como amar al prójimo como a ti mismo (todos los días), no, cena pavo hoy y olvídate de las necesidades de los demás.

El hambre, la violencia, el crimen, la pobreza, la ignominia y el desprecio se celebrarán en muchas mesas esta noche, así es como celebran las masas pobres y de clase media en la profundidad obviada de la materia pendiente de la humanidad: el tercer mundo.

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