El gran dilema: crear correctamente

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Decisión. / Pixabay.

Nuestro poder mental nos puede hacer gozar o sufrir en función de cómo asumamos las circunstancias. La política muchas veces usurpa nuestra capacidad creativa por unos intereses amañados.

 

 

El gran dilema: crear correctamente

Dicen que el mundo se hizo en siete días. Desde que el hombre es hombre y vive en la Tierra tras la Génesis, no paramos de crear. Para ello recurrimos al ingenio y a la inventiva para rodearnos de todo aquello que nos es útil en la vida diaria, en el trabajo y en la familia. Todo lo que nos rodea no ha llovido del cielo sino que es resultado de nuestra infinita capacidad creadora y poder de elección.

Antes de hacerse realidad cualquier idea, la imaginamos en nuestra mente. No le falta razón a cierta obra que afirma “Somos lo que pensamos”: creamos a diario, tanto de forma consciente como inconscientemente. Y no solo cosas materiales sino también estados de ánimos y emociones. Nuestra capacidad inventiva no tiene límites. Prueba de ello, es que bien entrado el siglo XXI nos encaminamos hacia la mayor revolución tecnológica de todos los tiempos como es la Inteligencia Artificial, la Robótica y la interacción de las máquinas con las personas en el internet de las cosas, gracias a esa misma capacidad creadora del ser humano.

Todo lo que nos rodea es resultado  pues de nuestra capacidad de abstracción en la mente, de la voluntad y de nuestras acciones creativas. Todo empieza como un simple pensamiento, que  se verbaliza hasta convertirse tarde o temprano en una realidad física.  Para algunos por ello, las casualidades no existen sino las causalidades. Según las leyes del universo, a un pensamiento concreto le sigue una respuesta determinada. Si existe el bien es porque existe el mal simultáneamente. De la misma forma que no existe el día sin la noche, el blanco sin el negro o el frío sin el calor.

 “Crear correctamente” debería ser una asignatura obligatoria desde la infancia para ayudar a entender y conformar nuestra realidad sin necesidad de vivir de expectativas frustrantes. Muchos son  los que llegan a la vejez sin ser consciente del poder creativo de la mente. Incluso de las horribles catástrofes humanitarias y naturales. Solemos señalar al poder de la naturaleza como origen de muchas desolaciones, cuando más bien podrían ser respuesta en muchos casos de la mano del hombre de acciones pasadas. No todo es atribuible a las fuerzas naturales cuando llevamos generaciones contaminando el planeta, destruyendo el ecosistema y la biodiversidad e imaginamos ahora vida más allá de la Tierra para buscar ponernos a salvo del planeta.

Los conflictos, las guerras y las crisis no vienen solas ni aterrizan en nuestras vidas procedentes de otras galaxias. Más bien al contrario. Parece que las creamos (inicialmente en la mente) por distintos intereses o motivaciones. De la misma forma, acusar que el holocausto fue obra de un solo personaje como el dictador Hitler podría ser algo iluso. 


¿NOSOTROS TAMBIEN HABRíAMOS SIDO NAZIS?

La maquinaria exterminadora de la Alemania nazi difícilmente se pudo haber puesto en marcha sin la implicación de millones de alemanes, tanto en los mandos del partido, de la Gestapo y el ejército, como por la complicidad de la población civil, ya sea por acción o por omisión. En honor a la verdad, las potencias aliadas también consintieron durante mucho tiempo antes de pararle los pies a los nazis.

Hagan el siguiente ejercicio de reflexión y, si pueden tras visitar un antiguo campo de concentración nazi como testimonio histórico, pregúntese si Vd., simple ciudadano de la época, habría sido capaz de no ser cómplice ni un consentido del nazismo aun a riesgo de ser señalado y/o aniquilado por el propio régimen. Parece fácil deducir que muchos de nosotros habríamos sido nazis igualmente.

Cuando la capacidad de decisión individual se anula por una causa impuesta, podemos llegar a ser todos de alguna manera co-autores de algunas de las mayores atrocidades, ya sean nazis o comunistas, tanto por acción como por omisión. 

 Y es que el humano por naturaleza suele simplificar su comportamiento cuando el entorno se mueve en una dirección determinada. Enfrentarse al “mainstream” suele traer graves desgastes y en muchos casos de la historia, hemos sido testigos de grandes aberraciones humanitarias con el consentimiento tácito o implícito de otras naciones, simplemente por tolerar ciertos intereses de la geopolítica del momento. Responsabilizar sólo a los autores materiales es de una enorme hipocresía cuando hemos consentido muchas de esas tragedias planetarias simplemente mirando para otra parte.

Extrapolándolo a los tiempos actuales, cuántos conflictos y miserias existen en el planeta sin que tomemos conciencia de nuestra capacidad de rechazo y optamos por delegar la solución a terceros. Si sale bien es cosa de todos y cuando sale mal es cosa de unos escogidos.

crear correctamente

Lo dicho, somos lo que pensamos. Y buen consejo tanto a infantes, adolescentes como a adultos es “crear correctamente”. Utilizar la mente correctamente para moldear nuestro poder creativo. Todo nace en el mundo de la imaginación con un primer pensamiento en la mente, que no para hasta verbalizarse y posteriormente manifestarse en el mundo físico en unos casos o en la realidad metafísica en otros. 

Dos son las emociones más fuertes del ser humano. El amor y el miedo. Y pocos reconocen que son como el yin y el yang. ¿Es fácil manejar esas emociones? Por supuesto que no. Pero conforme conocemos nuestra mente y creamos correctamente, podemos dominarla para que los pensamientos negativos, tenebrosos y de temor que tanto nos atosigan, se minimicen. ¿Cómo? Simplemente cambiando de pensamiento. Así de ingenioso y sencillo. No hay que acudir a gurús para lograrlo, aunque haya gente que les funcione. 

Por comodidad también solemos delegar en nuestro proceso de toma de decisiones. Más que cuestionar una realidad o un problema y buscar nuestra respuesta, en muchísimas ocasiones arrastramos el “defecto de forma” inculcado por las antiguas religiones, consistente en facultar la toma de decisiones o en asumir como propias decisiones ajenas, gracias a la influencia ejercida durante tantos siglos por las religiones.

El tiempo pasa y en numerosos casos no creamos correctamente, a saber, a conciencia y en función a nuestra propia verdad sin influencia de terceros. Asumimos las opciones y decisiones de terceros porque nos resulta útil y económico desde el punto de vista reflexivo. Decidir cientos y miles de cuestiones diarias puede resultar agotador. De ahí que antiguamente las religiones y hoy en día los políticos, proclaman pensar y actuar por nosotros, aunque sepamos que suplantan nuestra libertad de decisión individual por economía de costes (mental, física, falta de tiempo, etc). 

Lo curioso es que dicho esquema, en la era de la eco-globalidad y cogobernanza, seguimos transmitiéndola a nuestros hijos y más allegados de forma inconsciente. Tenemos tan asumido que hay opciones en la vida que no hace falta siempre decidir porque hay estructuras en nuestro entorno que lo hacen por nosotros, formando parte ya de nuestra segunda piel.

Estudiar una materia u otra, trabajar en una cosa o en otra, formar una familia con una pareja determinada o no, confeccionar un estilo de vida, decidir una opción política para el desarrollo del país…. muchas de estas decisiones no son decisiones individuales verdaderas sino que las asumimos sin espíritu crítico o lo que es peor, las adoptamos como propias adoptadas por influencia del exterior.

Sin ser experto en psicología social, me atrevería afirmar que un alto porcentaje de nuestras elecciones mundanas las asumimos sin acertar a reflexionar si son verdaderamente propias. La comodidad de no tener que escoger tantos detalles en el proceso de la toma de decisión, y delegar a terceros esa elección puede que sea la mayor plaga de la humanidad.  De ahí el auge de populismos, ciertos partidos políticos y hasta de predicadores religiosos. 

La degradación especialmente política que actualmente experimentamos, en el fondo es resultado de nosotros mismos y de erróneas decisiones creativas. Poca crítica ejercemos cuando la memoria se desvela y por comodidad solemos confiar el voto a esas mismas formaciones políticas que tanto daño nos han causado durante su mandato. Simplemente porque nos negamos a pensar, decidir y crear actuando correctamente. @mundiario

 

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