¿Con el Rey o contra el Rey como propone Pablo Iglesias?

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Las palabras de Iglesias evocan aquella frase.
¿Con el Rey o contra el Rey? es un libro en el que Indalecio Prieto recoge sus artículos sobre las responsabilidades de Alfonso XIII en los desastres sobre todo militares de su tiempo.
¿Con el Rey o contra el Rey como propone Pablo Iglesias?

Con el Rey o contra el Rey” fue el título de una conferencia que Indalecio Prieto pronunció en el Ateneo de Madrid analizando el momento político de España y que dio título a un libro que recoge sus artículos sobre los sucesivos desastres de nuestra campaña en el Rif en los años veinte, de los que fue cronista sobre el terreno. Prieto proyecta la responsabilidad sobre aquella sucesión de errores y derrotas en el propio monarca reinante y que fue una de las palancas que, tras la Dictadura de Primo de Rivera, que echó tierra sobre el “Expediente Picasso”; pero que facilitó su expulsión de España y el advenimiento de la II República.

Me he acordado de esa frase al observar los desaforados ataques de Pablo Iglesias al Rey acusándolo de no decir nada sobre lo que considera una grave amenaza a la democracia, que él obviamente representa, el episodio de los envíos de cartas con balas a él mismo, a Marlaska y la directora general de la Guardia Civil, episodio nada novedoso en España, ya ocurrido en los años 2013 y 2015, aunque en aquella ocasión los destinatarios eran relevantes personalidades del PP y no se armó tanto revuelo, no se concluyó que era una amenaza para la democracia, ni que se sepa que los receptores fueran dotados de escolta especial por si acaso. Y del asunto no volvió a hablarse.

Cierto que el contexto actual ha permitido que este lamentable episodio se haya convertido en un elemento esencial del debate electoral, proyectando la responsabilidad en la postura de Vox, que en el más benévolo de los casos se considera el inspirados de las amenazas. Pasado por alto que el autor del otro envío amenazante a un miembro del Gobierno de progreso es un demente conocido por su obsesión epistolaria, el resto del episodio denota, de momento, el ineficaz resguardo que el servicio de Correos tiene contratado para la detección de contenidos peligrosos o prohibidos.

Pero la cuestión está en si el Rey debería sumarse al coro de quienes han aprovechado los hechos narrados para acusar a otros oponentes políticos de ser los instigadores de la campaña no ya contra ellos, sino contra el sistema democrático, donde hemos visto actuaciones tan pintorescas como las de la bachiller Adriana Lastra, portavoz del PSOE, con un histerismo dramático algo teatral o la ministra receptora de una navaja que le mandó un loco, sabedora ya de su remitente, que protagonizó otra escena memorable por su presentación transportando la responsabilidad de la carta fuera del limitado marco de un demente. Da igual, todo vale.

¿Cuándo debe hablar el Rey?

Digo yo si el Rey debe o no decir algo en este caso, como debería, pongamos de ejemplo, cuando Bildu rinde público homenaje a los terroristas de ETA que son puestos en libertad con grave escándalo y dolor para los familiares de las víctimas o en cualquier otro caso que escandaliza o alarma al país, según el ángulo desde el que se mire o se quiera mirar.

Una cosa son los hechos cotidianos de la política en su marco y otra la responsabilidad global del jefe del Estado en defensa de la Constitución, que debe ser su verdadero oficio. Claro que se comprende la desesperada situación de Pablo Iglesias que ha de agarrarse a todos los leños ardientes que encuentre para ver si mejora su precaria perspectiva en las encuestas, y le viene bien convertirse en una víctima de la democracia, lo que resulta algo grotesco en sí mismo.

Y parece que, curiosamente, en este de “Con el Rey o contra el Rey” logra el efecto contrario. Pese al silencio del doctor Sánchez y su Gobierno, hasta personas respetables de pensamiento republicano entienden que el jefe del Estado debe quedar por encima de la contienda política que se vive en la Comunidad de Madrid, y del mismo modo que no vota en las elecciones comunes, tampoco debería posicionarse en un asunto que está siendo agitado electoralmente, por encima del hecho mismo. Porque no es un hecho nuevo que debe ser perseguido con la eficacia que no se hizo en ocasiones anteriores.

En resumen, que parece que hasta quienes creen que el cargo de jefe de Estado debería ser y esperan que sea electivo antes que tarde, en este trance, están con quien en estos momentos lo ostenta. @mundiario

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