La república de Platón y el mito de la caverna, o como el procés es pura fakenew

¿Independencia?
Vectores catalanes.

De todas las fantasías que jalonaron el procés y las que ahora marcan la hoja de ruta electoral del independentismo, la más surrealista y engañosa es la republicana.

La república de Platón y el mito de la caverna, o como el procés es pura fakenew

Los separatistas llegan a la jornada electoral con su propósito intacto, sin hablar de problemas concretos a un pueblo que necesitan instalado en el maniqueismo que defiende y mitifica a los villanos, si son “de los nuestros”. Al renegar ante la justicia de lo hecho cuando anunciaron a bombo, platillo y en prime-time la independencia, consiguieron eludir la prisión y surfear la legalidad vigente, tomando a la ciudadanía por inocentes ante la chistera de un prestidigitador que capta la atención y diluye el riesgo al poner el acento en la república cuando no conviene hablar de secesión.

Siguiendo esta lógica, hasta los más recalcitrantes patriotas españoles podrían declararse republicanos porque preferir un sistema político que no se sustenta en la monarquía no es patrimonio de los patriotas catalanes. Recuérdese a Franco, que no restituyó la Corona cuando pudo hacerlo, feliz de usurpar el gobierno de una nación que dejó de ser una república democrática para convertirse en dictadura, sin opción a regresar a la monarquía.

Precisamente, de todas las fantasías que jalonaron el procés –pura fakenew– y las que ahora marcan la hoja de ruta electoral del independentismo, la más surrealista y engañosa es la republicana. En primer lugar, porque independencia y república no son el ying y el yang de un mismo paradigma político –como tampoco lo son república y democracia–. Segundo, porque se sitúa al principio o al final de las intenciones de cada discurso, a conveniencia y según aconseje el termómetro de la oportunidad. Tercero, porque establece un falso dilema ya que el enfrentamiento es tanto una cuestión de régimen como de soberanía.

De repúblicas y de cavernas

Si no fuera porque sólo con escuchar al diputado Rufián tiendo a desconfiar del rigor intelectual de los inventores del proçés, pensaría que se está aplicando al pie de la letra el diseño de la república soñada por Platón. Pero Cataluña no se merece la fantasía de aquella ciudad-estado donde "sólo a los gobernantes pertenece el poder mentir, a fin de engañar al enemigo o a los ciudadanos en beneficio del Estado" y para cuya justificación se había de inventar un mito fundacional. Como en la alegoría de la Caverna, la luz de una hoguera produce sombras que simulan una realidad engañosa y superficial para distraer a los habitantes de la dura realidad de sus cadenas.

Sorprende que los partidos llamados constitucionalistas no se hayan preocupado por desmontar la falacia de un proyecto que se dice republicano para Cataluña, porque este 21 de diciembre no se vota monarquía o república. Las cartas que están sobre la mesa son la convivencia bajo el paraguas constitucional o echar gasolina en el incendio provocado por la oligarquía catalana, que no actúa sola, sino en compañía de otros. Oligarquía, al fin, que puede tener territorio pero que ni tiene patria ni le importa. @mundiario

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