Igual es la cultura y la educación

Globo terraqueo. / Pexels
La buena política nace de un núcleo de cultura y educación. / RR SS.

El olvido de los sufrimientos de la que se vivieron en la Europa del siglo XX y el nulo proyecto cultural y educativo para que las nuevas generaciones crean en una Europa unida, están creando una crisis de valores en el viejo continente, el caldo de cultivo ideal para  el crecimiento de partidos de extrema derecha y euroescépticos.

Igual es la cultura y la educación

Decía Karl Marx en su Manifiesto Comunista “un fantasma recorre Europa”, pero en este 2018, nos hemos dado cuenta, que no es el fantasma que él decía.

Si, vemos sorprendidos como un fantasma recorre Europa, el fantasma de un muerto que  habíamos combatido en las playas de Normandía en 1944 y creíamos enterrado definitivamente en España, allá por Noviembre de 1975.

Y es lo que tienen los fantasmas, que pueden desaparecer y aparecer con mucha velocidad, tanto como creas en ellos, o te olvides de que existen.

Pero no nos engañemos, este fenómeno fantasmal, del que ahora nos venimos asustando, viene alimentado desde hace casi cuarenta años, por una clase política que pensó que todo estaba hecho, que las puertas que se cierran no se pueden volver a abrir, y que han conseguido transmitir esa falsa seguridad a la sociedad. Y no, no estaba todo hecho.

Pensaron que la vieja Europa ya no necesitaba valores, los obreros no necesitaban ideales, el bloque del Este había caído y el liberalismo entraba mientras Pink Floyd ponía banda sonora a la caída del muro de Berlín.

Atamos todo. Nunca más volverían, nunca más se volvería a repetir. El siglo XX se acababa y con el recuerdo del siglo más sangriento de la historia de la humanidad.

Pero quedó una puerta abierta, la del gato, minúscula, insignificante, una que parecía no ser lo suficientemente grande para que hiciera daño a nadie: la puerta de la educación y de la cultura, esas dos palabras tan íntegramente ligadas que muchas veces no podemos separar la una de la otra, y que se necesitan mutuamente para apreciarse.

Las despreciamos, y creímos que educación era crear seres humanos más productivos para las empresas, la educación tenía que ser dinero, y la sociedad empezó a educar a sus hijos pensando en el redito económico que sacaran de sus estudios, no importaba si aprendían o no, si tenían ideales o no, si sabían diferenciar el bien del mal o no. La educación paso a ser una inversión.

Las nuevas generaciones ya no se tenían que ocupar de las artes, la música, la historia y la filosofía, ¿Qué valor tiene saber Griego y Latín?, ¡Nadie te va a pagar por eso!

Creamos una unión Europea basada en el comercio, una unión europea económica, y creíamos que con una moneda única y no ensañando el pasaporte en las fronteras, ahora, por fin, después de dos mil año, en Europa seriamos hermanos.

Quisimos olvidarnos de que Europa se forjó mucho antes cuando unos cuantos griegos no dejaron pasar a las tropas persas, y que ya hacía tiempo que la habíamos unido por carreteras, y que todas, llevaban a Roma. Nos olvidamos que de la filosofía Aristotélica, ya no somos alma, cuerpo y razón,  y como no indicaba el pensamiento de lo que está bien, y lo que está mal. Nos olvidamos de Beethoven y Mozart, de Miguel Angel, de Cervantes, de Shakespeare y de Moliere. De todos.

Lo peor, no es que nos olvidáramos nosotros, es que no se lo quisimos enseñar a nuestros hijos, les dimos un móvil y les quitamos el Louvre, les dimos WhatsApp y les quitamos a Dante.

Y pobre de aquella alma descarriada, que quisiera cantar, actuar o sentir, que quisiera saber ¿Por qué?, el sistema no lo permite, eso no genera beneficio. Puedes hacerlo en tu tiempo libre, dijimos a esas almas, pero siempre primero, haz económicas, ¡Y no te olvides del master!

 Eso ha llevado a las nuevas generaciones a una falta de identidad propia de proyecto común, de cultura común.

Ha creado Reino Unido que no se sienta Europeo, si, el mismo Reino Unido que retiraba sus tropas de Dunkerque en 1940 dijo en 2016 , “Si” al Brexit.

Hemos alimentado al fantasma que ahora reclama salirse de la unión al pueblo italiano.

 En Italia, ya no se canta el “Bella Ciao”.

Y ahora, más de cerca, vemos que ya se acerca a España, haciendo que la tierra de Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti y Federico Garcia Lorca, una tierra de jornaleros, de luchas obreras, no crea en la política y los que creen, vean una como buen opción esas ideas que tanto daño hicieron en el pasado, de intolerancia y hermandad.

Igual el PIB creciendo no indicaba que todo iba bien, igual de todos los ministerios, el más importante no era el de Economía,  igual era el de Cultura y Educación…igual. @mundiario

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