La filantropía de Amancio Ortega reabre el debate sobre las fundaciones en España

Amancio Ortega y Bill Gates, el número cuatro y el uno de la lista de Forbes respectivamente. / RRSS
Amancio Ortega y Bill Gates. / RR SS

La filantropía moderna es un producto genuinamente estadounidense: desde Carnegie, Ford o Rockeller, como pioneros, hasta Bill Gates, como paradigma actual. Ante la última decisión de Amancio Ortega, en España ha habido de todo, aplausos y reconocimientos, también críticas abiertas.

La filantropía de Amancio Ortega reabre el debate sobre las fundaciones en España

La decisión de la Fundación Amancio Ortega de donar más de 300 millones de euros para equipamientos oncológicos de última generación en el sistema público de salud, ha reabierto un debate permanente en todo el mundo, con estudios académicos publicados y posiciones confrontadas. En España ha habido de todo, aplausos y reconocimientos, también críticas abiertas.

La filantropía moderna es un producto genuinamente estadounidense: desde Carnegie, Ford o Rockeller, como pioneros, hasta Bill Gates, como paradigma actual. Tiene raíces religiosas y políticas propias de aquel país, siempre defensor del Estado mínimo. Las cifras donadas se miden en centenares de millones y modernamente en miles de millones de euros. Un generoso tratamiento fiscal es el correlato de esa actividad privada. 

La implicación de la Fundación de Bill Gates en objetivos mundiales de salud, en colaboración con la OMS, tiene repercusiones en distintos planos. Modulando la acción de los gobiernos, la actividad de la industria farmacéutica o de la investigación científica. Su aportación financiera es tan gigantesca que inevitablemente se transforma en un actor principal. Ahí es donde ha surgido una línea de análisis sobre las consecuencias políticas y sociales de la actividad fundacional.

El conocimiento y análisis de esos riesgos no es razón suficiente para censurar la actividad fundacional, cuya esencia es la implicación altruista de la iniciativa privada en una actividad pública. Que ésta sea de carácter artístico, cultural, científico, universitario o sanitario, depende de la voluntad exclusiva de cada fundación. A diferencia de la denominada eufemísticamente, Responsabilidad Social Corporativa, auténtico cajón de sastre más orientado a la imagen de la empresa que a la finalidad social, la actividad fundacional cuando se gestiona profesionalmente y con programas de largo plazo, tiene incidencia real en la sociedad, y carácter complementario de la iniciativa pública.

En España la actividad fundacional de las cajas de ahorro, notable en otro tiempo, ha menguado como las propias entidades. Permanecen aquellas que, como la Fundación “La Caixa”, han sabido crear su propio espacio y han apostado por proyectos continuados de indudable calidad. En otro extremo, la “Fundación March” también es un ejemplo señero de actividad cultural constante y relevante. Otras muchas fundaciones desarrollan iniciativas sectoriales, desde becas de estudio hasta rehabilitación del patrimonio o patrocinio de actividades deportivas.

La política económica del Gobierno de Mariano Rajoy ha alterado severamente la distribución de las cargas fiscales, en perjuicio de asalariados y rentas medias, beneficiando a las rentas del capital o de la actividad empresarial

Considerar la actividad filantrópica como alternativa a una mejor política fiscal, carece de sentido. La política económica del Gobierno de Mariano Rajoy ha alterado severamente la distribución de las cargas fiscales, en perjuicio de asalariados y rentas medias, beneficiando a las rentas del capital o de la actividad empresarial. Deberá de ser corregida para lograr mayor equidad. Y aún así seguirá siendo necesaria y conveniente la actividad fundacional. Necesaria cuando atiende necesidades reales. Conveniente porque moviliza recursos y sobre todo iniciativas. Si la iniciativa privada ha demostrado en el ámbito empresarial su capacidad para crear riqueza y empleo, también puede hacerlo en la actividad filantrópica, creando oportunidades, resolviendo carencias o mostrando nuevas formas de gestionar.

Lejos de ver a las fundaciones privadas como un problema, debería de incentivarse su crecimiento y divulgación pues, al igual que las ONG, canalizan el talento de las personas hacia objetivos colectivos.

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