En España, incluso las clases medias están recurriendo a las ayudas de Cáritas

Mariano Rajoy, en su comparecencia por el caso Bárcenas.
Mariano Rajoy, en su comparecencia por el caso Bárcenas.

La descoordinación entre ministros del actual Gobierno con la realidad española es una debilidad clara del gabinete Rajoy, que afecta negativamente al conjunto del Estado. Y cada día más.

En España, incluso las clases medias están recurriendo a las ayudas de Cáritas

Independientemente de la manifestación de Cataluña, sobre la hispanidad de sus habitantes y su total integración en España; de los acuerdos que sobre presupuestos para 2014, financiación de las comunidades autónomas y la futura organización de la estructura del Estado (supresión de ayuntamientos y mancomunidades de municipios) que puedan adoptar los  presidentes de las autonomías del PP, en su reunión con Rajoy, o  de los acuerdos a los que puedan llegar, en Galicia, aprovechando el debate sobre el estado de la autonomía, las diferentes fuerzas políticas que conforman su parlamento, vuelven al primer plano de la actualidad  las discrepancias entre diferentes miembros del Gobierno de España y de destacados dirigentes del partido que lo sustenta, el PP, y la realidad palpable del territorio que gobiernan.

Resulta triste que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, asegure que medio millón de subsidiados por desempleo estén percibiendo ilegalmente sus ayudas, cuando, la ministra de Trabajo, del mismo Gobierno, dice que la cosa no es para tanto y que la mayoría de las irregularidades apreciadas en este asunto, son de carácter administrativo y no achacables a los parados afectados.

No menos lamentable es que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, no se haya enterado  todavía, cosa sorprende en un profesor tan arrogante, de que los salarios en España no “están subiendo moderadamente”, sino que están bajando a bastante buen ritmo y tenga que ser precisamente la vicepresidenta la que, suavemente, rectifique sus declaraciones o Rajoy tenga que salir en su defensa porque, según él,  “es un buen ministro”, y lo que es malo  es el momento.

Que no puede ser peor, el momento, ya lo dice Cáritas, con datos aplastantes. Nadie los ha rectificado hasta el momento. Podrán notarse signos de que la recesión ha terminado aunque la crisis siga afectándonos, pero determinados sectores de las clases medias-altas y altas están más alarmados que nunca, porque algunos compañeros suyos de profesión, tienen ya que acudir a Cáritas buscando pan.

Se requiere coordinación

Sería, por tanto, de gran provecho para el país entero que los miembros del gobierno del Reino de España hablaran más entre ellos y que  existiera entre todos una mayor coordinación. Les daría fuerza y evitarían que cada semana, la opinión publicada tuviera motivos para hablar, en este caso con razón, de la inestabilidad del gabinete Rajoy. La descoordinación perjudica claramente a todo el Estado, por bien que les venga a aquellos del mismo partido  o del contrario, que pretenden el relevo, por lo de “a rio revuelto ganancia para pescadores”  

Y hablando de salarios, en este caso de gallegos, conviene recordar a todos los miembros del Parlamento sutonómico que ya no están tan mal pagados como se aseveraba antes; pues, mientras los costes laborales (empresas privadas y trabajadores por cuenta ajena) son en España un 30% inferiores que en el resto de Europa, los suyos, por ocultos, deben de ser superiores.

Está claro que a la totalidad de sus emolumentos, independientemente de cómo se denominen, debe de aplicársele el IRPF del resto de los mortales. En un momento como el actual, quien cobra, al mes, 4.811 euros, como mínimo- puede llegar a 7.570 - y además, 1.250 fijos, por transporte, lo realice o no, ni debe ni puede declarar menos de la mitad de lo que percibe, porque, entre otras cosas, es una preocupante provocación a quienes perciban solamente 307.

Siempre se dijo que a igualdad de trabajos igualdad de salarios; por tanto, si a partir de ahora, se les reduce el número de propuestas y de intervenciones, cuando menos, de no quererles reducir proporcionalmente las retribuciones, resultaría ejemplarizante verles cotizar por la totalidad de los mismas. Los peor situados serían aquellos que todavía no hicieran su primera intervención o trabajo. Alguno hay.

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