La educación, el factor de igualación social

El libro Modernizar la educación de todos, de Mundiediciones, a la venta en Amazon. / Mundiario
El libro Modernizar la educación de todos, de Mundiediciones, a la venta en Amazon. / Mundiario
MUNDIARIO publica el prólogo del libro 'Modernizar la educación de todos: ¿Después de la covid-19, qué?' , de Manuel Menor, editado por Mundiediciones.
La educación, el factor de igualación social

En tiempo de pandemia como el todavía no superado, este libro de Manuel MenorModernizar la educación de todos, se pregunta: ¿Después de la covid-19, qué? La editorial Mundiediciones ha considerado que una selección de los artículos que escribió para MUNDIARIO en el transcurso de estos meses merecían llegar a un público más amplio por tratarse de una sugestiva aportación de quien, además de analista de  cuestiones educativas en nuestro periódico desde sus inicios, ha enseñado Ciencias Sociales en Secundaria y sabe de qué habla;  es como cuando alguien dice haber viajado a algún lugar, ha visto lo que cuenta y puede decirse que ha estado allí.

Entre los conocedores del estado de la educación española, son muchos los lectores que tienen en cuenta las colaboraciones periódicas que hace Manuel Menor en nuestro diario digital. Aparte de su preparación en Pedagogía e Historia, aprecian su experiencia como docente e investigador en estas áreas, sobre las que escribe al hilo de lo que acontece a diario  con  templanza y convicción democrática.

Estamos, pues, ante uno de los libros más importantes que, por temática, ha editado hasta ahora el sello editorial de la Compañía Mundiario de Comunicación, que, desde enero de 2021, publica a través de Amazon en versión digital e impresa. MUNDIARIO, que se define desde su fundación en enero 2013 como el primer periódico global de análisis y opinión, cuenta con la colaboración de medio millar de autores desde 25 países, la principal cantera de esta editorial en que está el autor de Modernizar la Educación de todos. Contamos, además, con el respaldo del Grupo de Análisis Marca-País, una consultora integrada por un equipo multidisciplinar con diferentes formaciones académicas y experiencias profesionales, especializada en el análisis, desarrollo e implementación de la marca-país.

Los criterios editoriales de Mundiediciones son coincidentes con los de MUNDIARIO, que considera la educación un asunto prioritario, de modo que es coherente que también lo sea para su editorial. Desde que la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU consagró, en 1948, la educación como un derecho que debe ser gratuito y de igual acceso para todos, con el fin de favorecer el desarrollo pleno de la personalidad humana, han pasado casi 75 años en los que el mundo ha avanzado mucho en todos los frentes, incluido el educativo. Pero, lejos de celebrar que se ha alcanzado la meta de la igualdad de oportunidades, parece más oportuno levantar la bandera que reclame la necesidad de seguir avanzando en la modernización de la educación de todos, como propone Manuel Menor.

La estructura del sistema educativo

Formalmente, el sistema educativo español comprende las administraciones educativas, los profesionales de la educación y diversas instancias y agentes, públicos y privados, que desarrollan funciones de regulación, financiación o prestación de servicios para el ejercicio del derecho a la educación a que se refiere el art. 27 de la Constitución española de 1978.

España es un país en el que la enseñanza básica es obligatoria y gratuita para todas las personas, comprende diez años de escolaridad y se desarrolla, de forma regular, entre los cinco y los dieciséis años de edad. Hay educación pública, concertada y privada.

La Educación Primaria (EP) y la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) constituyen la educación básica española. Fuera de la obligatoriedad están, todavía, el Bachillerato y la Formación Profesional (FP) de grado medio y las enseñanzas de régimen especial en sus distintas disciplinas, incluyendo las artísticas, plásticas y deportivas como estudios secundarios postobligatorios. Estos estudios se cursan, en la mayoría de los casos, en centros diversificados por nivel de Educación Primaria o Secundaria. Aquellos, suelen incluir también las etapas de Educación Infantil previas, razón por la que suelen llevar el acrónimo CEIP (Centros de Educación Infantil y Primaria).

El sistema educativo español también comprende los estudios universitarios, la Formación Profesional (FP) de grado superior, así como las disciplinas ya mencionadas, pero de carácter superior. En el campo específico de la Formación Profesional, de creciente evolución en este momento, ya no es insólito encontrar a veces, para etapas de la fase de obligatoriedad, centros de FP dual (apelativo que alude a la combinación de aprendizaje con prácticas en empresa).

Al Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) corresponde la propuesta y ejecución de la política del Gobierno en materia educativa y de formación profesional del sistema educativo y para el empleo, si bien la gestión directa de la gran mayoría del sistema, sus centros y profesores –con sus normas de funcionamiento interno- está en manos de las comunidades autónomas. A menudo, los ayuntamientos complementan las tareas de las autonomías en aspectos complementarios.

En total, 8.216.711 alumnos acaban de iniciar el curso 2021/2022. Se trata de una cifra similar a la del pasado año escolar (+1.371) según el informe titulado Datos y Cifras del curso 2021-2022, publicado por el Ministerio de Educación y Formación Profesional con previsiones basadas en datos facilitados por las comunidades autónomas. Desde finales de los noventa, puede decirse que prácticamente el 100% de los niños españoles están escolarizados; había sido a finales de la década anterior cuando lo estuvieron hasta los 14. Pero todavía en algunas evaluaciones recientes de la OCDE pueden advertirse, entre la población de mayor edad, trazas residuales del importante analfabetismo de  tiempos anteriores.

Si se confía en que el derecho reconocido a la educación sea clave del Estado social de bienestar y de la justicia distributiva, además de motor principal de la modernización productiva del país, y foco primordial para potenciar la convivencia democrática, el sistema educativo español necesita dejar atrás las crisis en plural: la actual de 2020 y la anterior de 2008. La desidia de un largo pasado de descuidos, unida a estos duros coletazos, puede causar estragos sobre los importantes avances conseguidos desde la CE78. Solo con la atención debida podrán conciliarse sin retórica la libertad y universalidad educadoras que la Carta Magna proclama.

Educación y valores sociales

La escuela aporta educación y valores sociales porque es donde se aprende a ser personas socializadas que convivan sanamente con los demás, a la vez que contribuye a la transformación positiva de la sociedad y complementa nuestras limitaciones individuales y sociales; de ahí su relevancia política y la importancia que debieran tener las actitudes de los ciudadanos y sus representantes ante ella. El mejor signo de aprecio por la aportación que pueda hacer a las vidas de todos ese tiempo de la educación –sobre todo el propiamente escolar– reside en el consenso democrático que sea capaz de suscitar para su mejor gestión un asunto tan sensible para todos. Y, por otro lado, tampoco será verdad esa estima si no se persigue una formación apropiada y permanente de todos los maestros y profesores, quienes, sin la constante renovación pedagógica y la dotación adecuada de medios, siempre irán a remolque o muy alejados de las necesidades reales  que el contexto socioeconómico de la ciudadanía lleva cada día a las aulas.

Este nuevo libro de Mundiediciones, Modernizar la educación de todos llega en un momento en el que los docentes encaran con optimismo el tercer curso de la pandemia cuando, además, el Gobierno de España acaba de aprobar el proyecto de ley de Formación Profesional (FP), que pretende mejorar la inserción laboral de los jóvenes  haciendo que los alumnos de FP puedan hacer al menos un 25% de las horas lectivas en empresas, al tiempo que tratará de conectar mejor esta rama educativa  con las especialidades universitarias.

Estamos en tiempo de transición entre los momentos más duros de la crisis sanitaria y algo parecido a la normalidad que no se sabe aún cuándo volverá. Esas anormalidades en la normalidad, entre las que Manuel Menor sitúa de continuo las cuestiones que atraviesan el sistema educativo, obligan a mirar la importancia que se le da, pues reflejan lo que somos y queremos como sociedad.

Es lógico que la escuela busque recuperar el tiempo perdido, pese a la incertidumbre sanitaria y los recortes de profesores. Como constató un reciente análisis del diario El País, las escuelas e institutos españoles acusaron el impacto de la pandemia en mitad de un incipiente proceso de descenso demográfico y con heridas aún abiertas por las desigualdades territoriales y un displicente abandono en la crisis anterior. Si de verdad creemos las palabras bonitas que solemos decir del “valor de la educación”, su “calidad” necesaria y hasta su “excelencia”, ahora habría que tomar otras decisiones que en algunas comunidades no se toman; sería muy conveniente, por ejemplo, mejorar la ratio de alumnos de forma permanente en los centros educativos y, sobre todo, en los de alta complejidad social.

De todos es sabido que reducir la proporción de alumnos por clase mejoraría no solo los resultados académicos, sino también la propia convivencia social en España, al poder ser mejor atendidos de modo individual e integral todos y cada uno de los niños y niñas.

El principal factor de igualación social

Los 13.486 millones de euros que el Gobierno de España decidió traspasar a las comunidades en este otoño de 2021 para mejorar los servicios públicos, deberían encontrar en la educación su mejor destino. Esta va a ser una gran ocasión para definir, de modo claro y preciso, hasta qué punto se creen los políticos –e indirectamente sus votantes– que les importa en serio el sistema educativo y su mejora. De uno u otro modo, también se hará evidente en qué punto está la preocupación colectiva por lo que nos atañe a todos.  La escolarización es, en definitiva, el principal factor de igualación social y en las aulas escolares todos los niños deben tener las mismas oportunidades de aprender, pues fuera de ella se reproducen y agravan las consecuencias de la brecha social.

En la enseñanza online, forzada por la pandemia de la covid-19, se vio de manera clara que las familias con mayores recursos culturales y tecnológicos pudieron ayudar más y mejor a sus hijos que aquellas otras que carecían de tales medios. Por eso mismo, conviene no perder de vista que la experiencia de enseñanza por pantalla de los meses más duros de la pandemia dejó descolgados a los sectores más vulnerables y peor conectados. Es decir, que todavía falta mucho recorrido para que el sistema educativo español sea auténticamente democrático; queda mucho trabajo por hacer y no debe reducirse la exigencia la mera escolarización.

El autor de este libro que ahora edita Mundiediciones nos adentra en muchas claves de esa educación deseable con un lenguaje comprensible para toda la comunidad educativa: padres, alumnos y profesores. Tras el protagonismo que da al coronavirus por su impacto en la educación, tras la oportunidad que le aporta para observar cómo somos y actuamos, asoma la Ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE), la ley que regirá el sistema educativo escolar en sustitución de la LOMCE de 2013. Y de continuo el lector percibirá las diferencias entre la “buena educación” y la mala política educativa –en un panorama en que “ni los ‘buenos’ son todos buenos, ni los ‘malos’ son todos malos”–, junto a diversas advertencias sobre lo más necesaria que es la sensatez, especialmente cuando son malos tiempos para la lírica.

Más allá de lo que acontece en las etapas escolares, en que se centra más directamente el libro, también se intuyen otras urgencias de atención como las que, en tan solo 12 años desde el conocido como “Plan Bolonia” o incorporación acelerada de los requerimientos del espacio universitario europeo, han quedado de manifiesto en los sistemas de educación superior. Los últimos retoques que la legislación le va hacer ya acusan de entrada problemas endémicos en el sistema educativo general: falta de consenso político y académico. Esa falta de adaptación a las necesidades de una nueva sociedad basada en el conocimiento y en la rápida transformación, conlleva atrasos improcedentes y hace recaer el posible daño en las etapas escolares y, en definitiva, en la mejora de la preparación de nuestros hijos y nietos.

Una escuela para este siglo, en la que la libertad y la responsabilidad vayan juntas, exige luces largas, ya que, como advierte Manuel Menor con ironía, pese a Franco, a Cataluña y a mil distracciones que los tuits nos ponen delante de los ojos de continuo, los asuntos importantes siguen estando ahí, insoslayables. Este de una educación modernizada, al alcance de todos, únicamente alcanzará a serlo si no nos dejamos seducir por sirenas que, tras el glamour, nos lleven a peligrosas veredas. No es gratuito que el autor se pregunte: “¿Libertad?, ¿qué libertad?”, ya que el campo semántico de los desacuerdos en educación –como en nuestra vida colectiva– sigue vivo en España. @J_L_Gomez


Modernizar la educación de todos es un libro de Manuel Menor, editado por Mundiediciones, a la venta en Amazon.

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