Manuel Menor: “La enseñanza actual promueve la segregación y la exclusión”

El libro Modernizar la educación de todos, de Mundiediciones, a la venta en Amazon. / Mundiario
El libro Modernizar la educación de todos, de Mundiediciones, a la venta en Amazon. / Mundiario

Este experto en educación acaba de publicar el libro Modernizar la educación de todos, ¿después de la covid-19, qué?, de la editorial Mundiediciones.

Manuel Menor: “La enseñanza actual promueve la segregación y la exclusión”

Manuel Menor, autor de Modernizar la educación de todos. / Mundiediciones

Manuel Menor, autor de Modernizar la educación de todos. / Mundiediciones

“En España se plantean modelos de currículo educativo tecnocráticos, preocupados por rendimientos escolares dirigidos al mundo laboral y a la productividad económica que provocan más desigualdad”. De esta forma se refiere Manuel Menor a las políticas de educación en su último libro, Modernizar la educación de todos, ¿después de la covid-19, qué?, de la editorial Mundiediciones. Licenciado en Historia y doctor en Ciencias de la Educación, Manuel Menor cuenta con años de experiencia en enseñanza, a lo que se suma la publicación de múltiples libros y artículos sobre el tema. El escritor, docente y columnista de MUNDIARIO, presenta en su libro un análisis concienzudo del sistema educativo español y las políticas que lo perfilan. Desde la historia de la educación española, hasta las políticas de la actualidad, como la LOMLOE, Modernizar la educación de todos aporta una visión global de la enseñanza española. A todos esos temas hace referencia en esta entrevista.

– Hablemos un poco de su trayectoria, usted ha sido docente durante más de 30 años, ¿cómo cree que repercute esa experiencia en lo que escribe?

– En la práctica, trabajé bastantes más años, pues antes de 1977 ya había andado mucho por la enseñanza privada. En general, a los docentes se nos nota que lo somos por la obsesión que tenemos en mirar el mundo desde la óptica de lo que hemos detectado en nuestro trabajo. Cuando escribimos o hablamos, no es infrecuente que tratemos de convencer a otros de que la Educación es central en la vida humana, su núcleo como ser cultural que diferencia a los humanos en la Naturaleza. No es algo original; en la Política de Aristóteles, esta idea ya aparece muy desarrollada.

– En sus años de docencia, ¿cuál fue el mayor problema que encontró en el sistema educativo español?

– No es fácil establecer una jerarquía entre los muchos problemas que he podido ver, sufrir o estudiar; hacerlo implica una valoración que no es sencilla de explicar razonadamente y sin componentes muy subjetivos cuando es este un campo en que todos saben mucho por propia experiencia, pues entre los ciudadanos de hoy -salvando las cohortes de edad más avanzadas- no hay quienes no hayan tenido acceso al sistema escolar. De todos modos, desde mi discutible opinión, creo que el gran problema del sistema educativo español es que han sido muy escasos los momentos y personas -poco el peso de quienes lo intentaron, o escasa la continuidad de la coyuntura histórica favorable- en que se haya querido hacer de verdad que todos los españoles tuviéramos una educación seriamente democratizadora. Esta sería la causa de muchos otros problemas en el desarrollo del sistema, en los recursos de que dispone y en la formación los docentes que trabajan en sus aulas. Dicho de otro modo, que lo que nuestra historia educativa muestra acerca del aprecio que, como país, mostramos al tiempo y espacio escolares de todos, ha sido corto de alcance; todavía hoy -en las decisiones que se adoptan desde las instancias políticas- cuesta reconocer: verdadera ansiedad por desarrollar de modo consistente y democrático este derecho constitucional tan principal para las vidas de todos.

– Ha dado clase tanto de forma presencial como no presencial, ¿cómo valora cada modalidad?

– La forma no presencial apenas la he rozado, aunque sí la he padecido, pues fui de los que sufrieron un año de Universidad cerrada al final del franquismo; pese a lo nefasto de aquella decisión, fue aquel, de todos modos, un año fantástico por lo mucho que aprendimos del trabajo colaborativo entre colegas estudiantes y algunos profesores que se arriesgaron a ayudarnos. Mi corta experiencia en este terreno tiende a calcular el coste y el beneficio de ambas modalidades desde este punto de vista. Soy consciente, sin embargo, de que desde la perspectiva de los intereses contrapuestos que gravitan hoy sobre esta disyuntiva, van encaminados hacia otro tipo de rentabilidades que no son exactamente las que interesan a la buena educación de los adolescentes y jóvenes de hoy. Hay, por otro lado, otros imponderables que no suelen tenerse en cuenta cuando se deciden estas fórmulas de docencia, y es que, por desgracia, muchos de ellos no van a tener el soporte del capital cultural familiar indispensable que sitúe a todos los chicos y chicas en igualdad. Este panorama segregador existe, es más grave en las etapas escolares, pero prosigue en el desarrollo de los estudios universitarios de los que, muy diferencialmente de entrada, pueden acceder a ellos. Uno de los sectores en que más se ha desarrollado es precisamente en el universitario, donde la enseñanza online se está extendiendo ampliamente, a causa de las rentabilidades económicas que genera a sus plataformas, pero no porque mejore la relación que una buena enseñanza presencial consigue en el trato social y las percepciones que la acompañan.

Portada de Modernizar la educación de todos. / Mundiediciones.

Portada de Modernizar la educación de todos. / Mundiediciones.

POCO SE COMPRENDE Y SE MEMORIZA SI NO SE HA DESPERTADO EL ANSIA DE CONOCER Y SABER

– Hablemos de su libro: Modernizar la educación de todos. ¿Cuál es el mensaje central que quiere comunicar con su obra? 

– Al tratarse de una selección de las columnas de opinión que he escrito en MUNDIARIO en el transcurso de esta pandemia, he tratado de relacionar las pautas que generaba la covid-19 con las noticias que, en paralelo, mostraban la educación social que tenemos y las que provenían del complicado desarrollo de la educación reglada con que contamos, con sus vaivenes alternantes. Si las reflexiones que he hecho en alto, al hilo de los hechos, ayudan a alguien a darle vueltas y que su propia conversación con otros tenga coherencia, habrá merecido la pena: estaremos en camino de modernizar lo que tenemos.

– Una de las cosas en las que hace hincapié en Modernizar la educación de todos, son los cambios que la “nueva normalidad” ha impuesto sobre la docencia. ¿Cómo valoraría la gestión que se está haciendo a nivel político de la enseñanza postcovid-19?

– Todo este tiempo, no solo el que se llamó “nueva normalidad”, ha tenido incidencia principalmente en la docencia; no tanto en la enseñanza, que abarca muchos más elementos determinantes del sistema educativo. Uno de los más destacados ha sido el valor y compromiso de los docentes con su alumnado: el esfuerzo por atenderles, por que tuvieran lo que hacía falta para salir adelante pese a los problemas organizativos, su salvaguarda de las normas de salud, ha sido tan positivo que superó con creces el desafío que suponía. Es una muestra, además, de dónde está la clave de una buena educación para todos: en el cuidado que se ha de tener en que maestros y profesores se tomen las cosas en serio, y que tengan lo indispensable para que ese trabajo merezca la pena; se trata de algo que no puede quedar en puro voluntarismo. Otra muestra importantísima, que debiera quedar bien clara para cuantos deseen una “modernización de la enseñanza para todos” -y no solo para un selecto grupo privilegiado-, es que la ratio o proporción de alumnos por aula debe ser otra. Incluso con pandemia, los resultados puramente cuantitativos fueron mejores que en la crisis de 2008. En este sentido, es curioso que, en bastantes comunidades autónomas, tan pronto como intuyeron que la “normalidad” de este curso iba camino de ser la de antes de la pandemia, redujeron el número de docentes que habían contratado; más que “modernizar” parece que desearan un statu quo desigualador, que repitan en la escuela lo que un tercio de niños y niñas llevan a ella desde antes de nacer: segregación y exclusión.

– Siguiendo con la línea de los cambios promovidos por la pandemia, se ha experimentado una modernización forzada a nivel de las TIC en el Estado, ¿cuál es su valoración del nivel de alfabetización digital en la enseñanza española? ¿Podríamos estar ante alumnos con más cultura digital que los profesores?

– Bueno, mi concepto de “modernización”, como puede leerse en alguno de los artículos seleccionados en este libro, no consiste estrictamente en que con introducir las TIC en clase ya está. Las TIC son un instrumento relativamente nuevo, muy interesante y con gran vocación de presencia en todo tipo de centros educativos, pero también pueden usarse en sentido muy contrario al que debe implicar la voluntad de “modernizar” el sistema en cuanto al funcionamiento de unos procesos de enseñanza-aprendizaje adecuados a las necesidades actuales. Lo que me pregunta, entiendo que tiene que ver con una situación de transición detectada desde que, en los años noventa, las TIC entraron de lleno en nuestras vidas: en los colegios, escuelas e institutos se producen desde entonces situaciones similares a las que se dan en todas las familias. Es verdad que va algo lenta su aceptación por parte de algunos profesores, pero cada vez es más anecdótica. De todos modos, más que culpabilizarles a ellos, estos casos debieran llevarnos a reflexionar sobre el interés que hayan tenido las Administraciones en que el profesorado -todo el profesorado- tenga una formación adecuada a las duras exigencias de atención que deben a su alumnado.

– ¿Cree que priorizar la memorización en lugar del aprendizaje de herramientas de comprensión y conceptos es el problema fundamental en el enfoque del sistema educativo?

– Soy de una generación en que, por muchas razones que no tienen que ver con tópicos, nos obligaban a recitar de memoria y, además, en un castellano que los que procedíamos de la España hoy vaciada, nos costaba entender. Soy plenamente consciente de la pérdida de tiempo en que nos metieron con aquella manía, pero no desprecio la memoria, ni creo que deba desdeñarse su utilidad. He vivido muy de cerca también los problemas que genera el Alzheimer y puedo decir que la memoria -entendida en un sentido amplio- desempeña en el funcionamiento de nuestra vida un papel fundamental. No veo, pues, por qué ha de entrar en conflicto con la otra opción, previa y no menos importante, de comprender. Creo, de todos modos, que la clave de toda educación que merezca la pena es previa al desarrollo de estas dos facultades: poco se comprende y se memoriza si no se ha despertado el ansia de conocer y saber, y si no se han desarrollado medios para que el alumno o alumna investigue y descubra; también es verdad que nada de eso merece la pena si lo que se propone averiguar en todo el proceso es penoso y no merece la pena por insignificante u obsoleto. Este es el gran reto de una modernización de una escuela de todos y para todos.

Sillas en una clase. / Pixabay

Sillas en un aula. / Pixabay

– En el informe PISA, España continúa situándose por debajo de la media, ¿qué cree que es lo que frena a España a la hora de mejorar esta puntuación?

– Tengo dos o tres amigos que son grandes expertos en las estadísticas educativas y, concretamente, en los Informes PISA; uno de ellos incluso ha escrito un libro muy crítico que titulaba: La inutilidad del Informe PISA; merece la pena para ver si es o no de interés este Informe que tanto suele servir para distraernos de lo principal. Es como si del deporte solo nos interesara saber quiénes son los campeones de la liga, pero no nos importaran otros aspectos. En Educación, como en muchos otros asuntos valiosos, lo menos relevante es el ranking comparativo que, por otro lado, suele ser de nulo interés para el común de los mortales: las condiciones de Japón o Finlandia son poco comparables con las españolas. Las variables que suele medir este Informe son las que suelen interesar a una institución eminentemente económica como la OCDE, su patrocinadora, pero haríamos bien en sacarle partido a las condicionantes del sistema que muestra, que son muchos. Bastantes de ellos son los que nadie parece querer escuchar; por ejemplo, la enorme desigualdad interna que enseñan los datos de estos informes, y más si se contemplan desde el primero que hizo esta organización antes de la Ley General de Educación de 1970, al permitir observar los desajustes entre los elementos estructurales que tiene nuestro sistema educativo todavía hoy, después de más de cincuenta años.

– Usted habla de los cambios motivados por la LOMLOE en su libro Modernizar la educación de todos, pero también habla de que, a nivel histórico, España arrastra muchos problemas en la base de su sistema educativo, ¿cree que reformas como la LOMLOE responden a un interés de hacer política más que de subsanar estos problemas?

– La LOMLOE es la octava ley orgánica que trata de poner orden y concierto en un sistema escolar que es heredero de múltiples problemas del pasado. En cierto sentido, se prosigue esa obsesión por cambiar cosas a golpe de BOE y del órgano oficial correspondiente en cada Comunidad, con el añadido de que, en España, desde 1857 en que se publica la primera Ley general de Instrucción Pública (la conocida como Ley Moyano). Esta manía ha ido acompañada de indiferencia e inconstancia con la disposición de los medios para que lo que decían los prólogos -a veces muy poéticos- se hiciera real. He de añadir que no hay ley que no sea “política”, pues nace y se desarrolla con la finalidad de que incida en la vida colectiva; otra cosa es que hay muchas maneras de hacer política sin que necesariamente incurramos en tópicos de derechas o izquierdas, que a menudo explica poco en este terreno. Por eso el de la Educación es un campo de grandes grescas simbólicas, muy fértil para adictos incondicionales y, por tanto, muy proclive a las politiquerías y a los desencuentros partidistas, que tanta rentabilidad de votos pueden producir en coyunturas de desasosegantes como las que nos ha traído la covid-19 o las que traerá la aceleración del cambio climático. La LOMLOE está sujeta a estas politiquerías, como las siete leyes orgánicas que la precedieron, aunque hay algunas como la LOMCE que traspasan incluso ese concepto.

– Otro tema que aborda en su libro es el de la privatización de la enseñanza española, ¿cuál cree que es la causa de la prevalencia de la enseñanza privada/concertada en España? ¿Es la calidad de la educación pública responsable o la falta de inversión económica por parte del Estado?

– Esta es una de las grandes cuestiones que pivotan sobre el sistema educativo si se empieza por distinguir entre “enseñanza privada” y “privatización de la enseñanza”. Por mi parte, no tengo nada contra la enseñanza privada ni lo tendré, salvo que conculque alguna de las leyes democráticas que deban regir su estructura y organización, no solo en lo que respecta al currículo estrictamente instructivo, sino también en el más ampliamente educativo que debe transmitir un centro, pues corresponde al Estado vigilar y controlar que así sea, como en cualquier otro asunto de los que rigen en un mercado realmente libre y no monopolístico. Pero, si hablamos de “privatización” -tal como se está llevando a cabo en España y, en algunas Comunidades de modo provocador-, estamos hablando de una opción económico-política muy específica, que tiene mucho que ver con lo que, desde los tiempos de Reagan y Thatcher, solemos llamar neoliberalismo, tendencia política que en nuestro país han tenido adictos tan compulsivos que en alguna Comunidad Autónoma incluso hay una Dirección General encargada de sus intereses estratégicos. En mi opinión, lo que me pregunta habría que preguntárselo a quienes gestionan los presupuestos educativos, porque son los causantes de que tienda a imponerse algo que es contrario al concepto de calidad entendido, en su mejor sentido democrático; haciendo que parezca que lo bueno está en la educación privada; colaboran a que se privatice lo que es obligación del Estado hacer que tenga dignidad para todos y que se aprecia como tal. Al mostrar que no le dan este valor y, con el dinero de todos, lo gestionan como otro bien mercantilizable, están haciendo que este territorio educativo se parezca más a un supermercado que a una casa de todos. ¿Se imagina usted lo que hubiera pasado con esta pandemia, si todo el sistema de salud estuviera privatizado?

– En uno de los capítulos del libro Modernizar la educación de todos habla de la introducción del PIN parental que Vox trata de promover, ¿cree que el espíritu de estas políticas es síntoma de los problemas subyacentes en nuestro sistema educativo?

– Como le he intentado decir al principio, en Educación acaba repercutiendo todo: es un centro neurálgico del sistema cultural, social, político y económico que tenemos; un espejo magnífico para mirarnos y reflexionar sobre lo que queremos como sociedad. Lo de estos señores, desde luego, no es una anécdota, sino que expresa una corriente con no poca clientela que, por miedo, ignorancia, intereses variopintos y, si se quiere, por llevar la contraria a cualquier intento modernizador de cuanto pueda ayudar a sus conciudadanos a vivir en paz consigo mismos y los demás, ha estado siempre a la contra. Si miramos atrás, en la Historia real de la vida española -no en la que quieren vender- sobran intolerancias, asperezas, atrasos, e incluso guerras, que solo han estropeado la sana convivencia y no han arreglado nada, solo entorpecen la marcha tranquila de los demás. Merecería la pena que reclamaran más a propósito de los incumplimientos de Derechos Humanos y no que anduvieran entreteniendo al personal con falsos litigios entre los derechos de los niños y supuestas ofensas a los de algunos padres.

– ¿Qué cree que es lo que debería priorizar el Estado de cara a la mejora integral del sistema educativo español?

– Me hace una pregunta sobre la que albergo muchas dudas y sobre la que caben tantas respuestas, al menos, como posibles finalidades a que puedan servir. De esa teórica multiplicidad de hipótesis, me quedo con una que, de realizarse, produciría un potente efecto dominó sobre otros aspectos de nuestro sistema educativo. Me refiero a que, de una vez por todas, para expresar que el Estado es de todos y no de unos pocos, se encargara decididamente de lo que lo que es un bien de todos aproveche a todos, incluidos los más desfavorecidos, y los lugares y espacios donde no es rentable la mercantilización de este supuesto derecho de que habla la CE78 en su art. 27.1. Hasta que este bien no alcance a todos con tanta dignidad que no haya quien no pueda considerarlo imprescindible e irrenunciable, creo que el Estado español tiene por delante un recorrido utópico para rato. @mundiario


El libro Modernizar la educación de todos, ¿después de la covid-19, qué? es un ensayo de Manuel Menor, ya disponible en Amazon, para que los lectores puedan disfrutar de él tanto en ebook como en papel. @mundiediciones

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