¿Vale el \'modelo Carrefour\'?

Hay un secreto a voces entre los industriales de la alimentación que algún día llegará a o
¿Vale el 'modelo Carrefour'?

Hay un secreto a voces entre los industriales de la alimentación que algún día llegará a oídos de alguien y mandará parar, salvo que la Administración que pagamos todos en realidad esté de adorno. ¿De qué se trata? Pues de una de esas cosas feas que existen en la vida y que el miedo -¿se dice así?- de unos y el poder de otros impide que desaparezcan. En síntesis consiste en lo siguiente: algunas grandes superficies les hacen tragar a sus proveedores condiciones unilaterales de precios, a menudo consideradas abusivas, pero que pocos se atreven a no aceptar, a riesgo de no poder venderles. En el argot de unos y de otros suelen llamarse plantillas y dan pie a condiciones leoninas, que a veces incluso se mezclan con verdaderos peajes, como los que les hacen pagar ciertas empresas a algunos proveedores cada vez que realizan reformas en sus establecimientos, con el pretexto de que ello redunda en beneficio de todos. Cadenas de distribución sujetas a investigaciones periodísticas financian de esta manera tan solidaria parte de su expansión comercial.

Y lo peor todavía puede estar por venir. Lars Olofsson, el todopoderoso consejero delegado de Carrefour, que asumió las riendas de la empresa el pasado mes de enero, reconoce que su grupo debe afrontar una reinvención del hipermercado, su principal formato comercial. Así que algunos industriales ya saben: toca lo que personajes como Olofsson y sus virreyes en Galicia llaman optimizar, cuando no reinventar el híper o alcanzar una mayor eficiencia.

Y es que toca seguir apretando para apurar los márgenes, ya que como reconoce el propio consejero delegado de Carrefour hace algunos años esta cadena era uno de los distribuidores que tenía \"mejor imagen entre los consumidores\" y hoy \"no es el caso\", según sus propias palabras.

Claro que este tipo de negocios no solo le aprietan las clavijas a los proveedores, sino que a menudo terminan por barrer del mapa a muchos pequeños comerciantes del centro de las ciudades, con el consiguiente deterioro de los barrios comerciales de toda la vida. Por no hablar de las congestiones de tráfico que provocan en algunas zonas de nuestras ciudades. Como botón de muestra, los portugueses del centro comercial Dolce Vita casi se llevan por delante el prestigio del concejal de Tráfico de A Coruña, Florencio Cardador, quien se las ve y se las desea para resolver el caos tercermundista del polígono de A Grela, literalmente pegado a la ciudad. Y es que este tipo de gente no se corta nada. En el colmo de sus despropósitos avasalladores intentaron tomarle el pelo al presidente del Deportivo, Augusto César Lendoiro, ignorantes ellos de que mordían en hueso y bien duro. Los muy incautos quisieron promocionar el supuesto glamour del Dolce Vita a cuenta del Dépor vendiéndole humo a Lendoiro, como si aquí la gente fuese tonta.

Si realmente es cierto eso de que los gobiernos están para proteger a los débiles, a más de uno de estos habría que ponerlos en su sitio. ¿O no?