El cristo de Carod

Carod Rovira se puso una corona de espinas y montó un cristo, nunca mejor dicho. Este hombre siempre estará
Carod Rovira se puso una corona de espinas y montó un cristo, nunca mejor dicho. Este hombre siempre estará en el centro de las polémicas. Ya no es un político, es una diana hacia la que apuntan todos los dardos de la oposión, pero no de la oposición a ERC, sino de la oposición al PSOE, que utiliza las ocurrencias del líder catalán para arrojárselas a Maragall, a ver si de rebote le dan también a ZP.

A Carod le dio por dar la nota en un viaje a Tierra Santa y primero la armó porque en uno de los actos en los que participó, una de las banderas, la roja y amarilla, no tenía suficientes rayas para ser una senyera y se quedaba en bandera española, lo cual parece ser que supone un grave contratiempo para el político catalán. Pero luego recuperó el buen humor y tomó un souvenir de los que venden en Israel para hacerse una foto simpática, como si llevara una corona de espinas. Qué mejor que contratar de fotógrafo a su socio en el Gobern, Pasqual Maragall, que se prestó para la tarea.

Pues resulta que no era una foto simpática, pues una corona de espinas en manos de hombres piadosos como, por ejemplo, Aznar, sería, sin duda, un símbolo de fe, pero sobre la testa de Carod es anatema, herejía, una ofensa a Dios, un atentado contra la Fe, terrorismo religioso... ¡A la hogera!

Y es que aunque es cierto que el tal Carod tiene una gran facilidad para dar la nota, en este caso ha tenido una dura penitencia, porque en el PP ya se encargaron de calarle políticamente esa corona de espinas que en la foto mantenía a prudencial distancia de la cabeza, salpicando de paso al fotógrafo Maragall.

Eso sí, ambos políticos aguantan el chaparrón con la tranquilidad que da saber que, según la respuesta de la oposición, el problema más grave que afecta a los catalanes es que un señor se ha hecho una foto con un souvenir.

Se conoce que el tema de la imagen es peliagudo, ya vimos como en Galicia el mundo de la fotografía, y sus programas de retoque, también menoscaban la paz de Don Manuel. De cualquier modo, aquí los escándalos gráficos no son de tanta magnitud como en Catalunya. Será que tenemos bastantes más problemas de los que preocuparnos.