Cayo Lara y la izquierda

Los comunistas españoles, desde el interior y desde el exilio, tuvieron un relevante papel en la lucha contra la
Cayo Lara y la izquierda
Los comunistas españoles, desde el interior y desde el exilio, tuvieron un relevante papel en la lucha contra la dictadura franquista que todos los demócratas valoraron como positivo. Pero llegaron las elecciones y la izquierda votó masivamente a los socialistas, hasta entonces casi desaparecidos, relegando a los comunistas de Santiago Carrillo, que pasaron por distintas fases hasta hundirse en posiciones casi marginales. Aunque no todos, claro, ya que algunos de ellos buscaron acomodo en las filas del PSOE, renunciando a su pasado en busca de la moqueta socialista del poder.

Desde aquel primer revés del 77 hasta hoy han pasado más de 30 años en los que los comunistas desplegaron tantas estrategias y tan contradictorias que incluso llegaron a coquetear con la derecha de Aznar, de la mano de Julio Anguita, y a dejarse abrazar por el oso del PSOE. En sus mejores momentos superaron los 20 diputados y respaldaron con inteligencia la lucha sindical de CC OO, que abandonó su viejo viejo papel de correa de transmisión del PCE para convertirse en una central moderna y útil, no partidaria.

La nueva Izquierda Unida, que desde 1986 es la marca política de los comunistas y de algunos de sus aliados, está liderada ahora por Cayo Lara, un manchego de 56 años que se dio a conocer por su lucha contra los desmedidos proyectos urbanísticos de El Pocero en Seseña. Es un comunista que cree en los valores del marxismo, convencido como está de que el capitalismo no puede resolver los problemas de la humanidad, algo que también piensa ahora mucha otra gente fuera del comunismo.

Cayo Lara no lo tiene fácil, al partir casi de cero tras la herencia recibida de Gaspar Llamazares, pero por eso mismo tiene motivos para soñar con recuperar, al menos, los picos electorales del PCE e Izquierda Unida. La crisis económica le puede ayudar si sabe gestionar bien sus bazas, pero su problema no se reduce al corto plazo, sino al diseño de un modelo político capaz de seducir a la verdadera izquierda española, que cuando no es estimulada prefiere quedarse en casa y no ir a votar.

En el caso de Galicia, IU lo tiene todavía peor, ya que salvo alguna isla electoral aislada, como la de la entusiasta Yolanda Díaz en Ferrol, apenas tiene votos. Su espacio de tercera fuerza y de partido de izquierdas lo ocupa el BNG y nada parece indicar que vayan a producirse cambios, tras la pérdida de referentes como Anxo Guerreiro, ahora comentarista del diario El País.

El tiempo de crisis también ha querido que coincidiera en el calendario el relevo en la secretaría general de CC OO, hace años muy vinculado al PCE. Desde el viernes, el primer sindicato de España está gobernado por el gallego Ignacio Fernández Toxo, quien nada más llegar ya ha lanzado la amenaza de salir a la calle. Toxo cuenta con el aval de CC OO de Cataluña, donde el carácter jacobino de Fidalgo había causado hartazgo. Curiosamente, en Galicia estas cosas parece que preocupan menos.