Las 4 green flags del liderazgo

Dos personas en una oficina. / Unsplash
Dos personas en una oficina. / Unsplash
Para que nos vayamos haciendo a la idea, aproximadamente el 50% de los directivos posee algunas de las 4 “banderas verdes”, las actitudes deseadas en todo líder que se precie. 
Las 4 green flags del liderazgo

Debe saber que las “banderas verdes” son las actitudes deseadas en todo líder que se precie, mientras que las “banderas rojas” representan aquellos comportamientos que marcan un peligro inminente no deseado por aquellos que comparte espacio y tiempo con dicho líder.

Para que nos vayamos haciendo a la idea, aproximadamente el 50% de los directivos posee algunas de las 4 green flags… y el 50% restante posee alguna de las red flags.

¿Estamos ante un liderazgo polarizado?

Parece ser que sí, pero esta afirmación merece una aclaración.

Resulta que en un mismo directivo se pueden dar ambas “banderas” en dependencia de las relaciones que se generen entre distintas personas y personalidades. Así que dicha polarización no se refiere al liderazgo sino a la persona que lidera.

Podríamos decir que se trata de un comportamiento bipolar, incluso en términos de trastorno, ya que un balanceo excesivo puede desajustar el eje emocional del individuo.

Debe saber que el mundo de la empresa se comporta como un ente biológico confuso donde la sincronización y la coordinación no son precisamente sus puntos más fuertes.

De hecho, la inmensa mayoría de los comportamientos individuales son descubiertos una vez se dan de forma patente y aplastante, tal y como se mostraría una enfermedad ausente de sintomatología previa.

Por ello, al igual que existen comportamientos “patológicos” que son tremendamente perjudiciales, también tenemos comportamientos “saludables” que equilibran dicha deriva negativa.

Lo más curioso es que este espectro de comportamientos patológicos y saludables se da en una misma persona o grupo de personas. ¿Por qué? Porque el comportamiento es la combinación limitante de respuestas emocionales y cognitivas que un individuo es capaz de asimilar, sintetizar, procesar y expresar.

Por ello resulta de suma importancia que nos centremos en las caras amables de este poliedro al que llamamos “Individuo”. Vamos a ser más “positivos” que Seligman.

Las 4 variables positivas

En primer lugar le voy a presentar al expresivo realizador, al cual se detecta por un gran derroche de energía y osadía en sus acciones. Bascula entre una personalidad soñadora e imaginativa hasta la demostración de un carácter fuerte y dominante.

Suele ser la mano derecha del líder motivador, ya que este último prepara, planifica y coordina, pero no se expone. Este liderazgo basado en la motivación oscila entre un comportamiento arrollador a la vez que avasallador, similar al del expresivo dominante, y otro algo más distante y especulador.

A la izquierda del líder motivador siempre está el analítico creativo. Su actividad se caracteriza porque traduce los números a letras con una facilidad pasmosa. Va y viene desde un trato abierto y una comunicación transparente hasta la demostración de una actitud fiscalizadora hermanada con el Líder Especulador.

Así mismo, nuestro Analítico requiere del amistoso relacional. Este último se transporta desde un comportamiento agradable y cordial hasta uno que resulta tan calculador que pensaremos que estamos ante un Analítico. Suele hacer de amplificador de lo dicho por el Analítico Creativo y así, el Expresivo Realizador lo puede “escuchar” con nitidez y suficiente calma.

Todos los líderes se necesitan

Como puede apreciar, estos 4 comportamientos relacionados con el liderazgo se necesitan unos a otros. Por ello están obligados a llevarse bien.
Lo que sucede es que la tendencia comportamental es siempre centrífuga y por lo tanto muy dirigida hacia los extremos.

Como sospecha, los comportamientos poseen una clara tendencia a radicalizarse que en nada ayuda al desarrollo feliz de las personas y de las corporaciones.

En este caso, nos encontraríamos con las red flags del liderazgo. Ya sabe… Ese líder intolerante, aquel expresivo agresivo, el amistoso vengativo y hostil, para completar el escenario con el analítico inaccesible.

Por ello, si las organizaciones no ayudan a las personas, nunca mejor dicho, a centrase, éstas harán que la vida en la organización sea un verdadero infierno.

Si nos descuidamos, el líder motivador se convertirá en intolerante, mientras el expresivo realizador se tornará en agresivo. Así mismo, el analítico creativo se volverá inaccesible y el amistoso relacional se convertirá en hostil.

¿Cómo corregir esta tendencia negativa?

Bien. Este es el gran desafío al que se enfrentan los profesionales de la gestión del talento. Un desafío que no se resuelve únicamente con buenas palabras sino con hechos y a veces, con actuaciones contundentes.

Resulta imprescindible el conocimiento profundo y preciso de las palancas o resortes emocionales de los directivos y directivas para poder planificar las relaciones y las afinidades en aras de unas transacciones positivas y satisfactorias.

Únicamente personas que posean estas 4 características (Green Flags) podrán resolver el enigma. Ahora ya sabe cómo tiene que ser un profesional HR y de la gestión del talento. Si lo hace bien, un intolerante se convertirá en un motivador. Si se descuida, ese motivador volverá a mostrar su intolerancia, con usted y con todo aquel que se cruce en su camino. @mundiario

Comentarios