Crisis en la UE: la utopía de la deuda y los utópicos griegos

Miles de griegos, en la Plaza Syntagma el 5 de febrero de 2015.
Miles de griegos, en la Plaza Syntagma el 5 de febrero de 2015.

Artículo de autoría compartida con Manuel Guerrero, historiador, doctorando en el Departamento de Historia Contemporánea en la UCM y máster en Economía internacional y desarrollo.

Crisis en la UE: la utopía de la deuda y los utópicos griegos

Artículo de autoría compartida: Manuel Guerrero Boldó (@ManuelGuerrer) y Victoria Permuy (@vpermuy) . Manuel Guerrero es historiador, doctorando en el Departamento de Historia Contemporánea en la UCM y máster en Economía internacional y desarrollo.

 

Al observar y analizar los cambios acaecidos recientemente en los escenarios políticos de Grecia, con la victoria de la coalición Syriza en las elecciones, y el meteórico ascenso de la formación Podemos en nuestro país, debemos extraer la siguiente lección gramsciana: que la psicología contribuye al cambio y es parte fundamental del mismo y que la debilidad puede transformarse en fuerza. Entre la premisa económica (estructura económica) y la consecuencia (constitución política) hay relaciones nada simples ni directas, y la historia de un pueblo no se documenta solamente con los hechos económicos.

Tanto es así, que la psicología desempeña un papel esencial, tanto en el comportamiento económico de los ciudadanos, como en la percepción e interpretación que realizan de los datos macroeconómicos. De manera análoga, la psicología trata de explicar la conducta política, expresada en términos de participación política, tanto convencional (a través de la conducta de voto), como no-convencional (a través de la participación en movimientos sociales y protestas ciudadanas) y, a nivel individual, trata de dar cuenta de lo que se conoce como “empoderamiento ciudadano” o superación de la indefensión y el fatalismo, tan bien descritos en su día por Martín Baró. Estos factores de cambio psicológico, en su conjunto, podrían haber motivado este giro político y generado la necesidad de ensayar nuevas formas de hacer política y de enfrentarse a los problemas económicos, tanto en Grecia como, previsiblemente, en España. Los ciudadanos griegos han dicho basta en las urnas, confiando mayoritariamente su voto a la coalición de izquierdas rupturista con las políticas de austeridad, concienciándose el electorado griego de la necesidad de recuperar parte de su soberanía. A su vez, en nuestro país, numerosas encuestas sitúan a Podemos a la cabeza en intención de voto, a la espera de constatar en las próximas elecciones si dicha intención se traduce en conducta de voto efectiva.

Por otra parte, conviene señalar que las crisis económicas constituyen una oportunidad para reforzar el modelo neoliberal desde instituciones supranacionales, no democráticas y políticamente irresponsables como la troika (triunvirato formado por el BCE, CE y FMI). Así ante cualquier amenaza representada en forma de partidos políticos que pretenden intervenir en el mercado y recuperar soberanía política, estas instituciones supranacionales actúan como refuerzo y salvaguarda de los intereses de clase.  La trampa de la deuda en la periferia europea funciona como un instrumento efectivo de acumulación por desposesión o,  lo que es lo mismo, supone el desmantelamiento del conocido como estado de bienestar y la mercantilización de sectores estratégicos. El uso del sistema de crédito resulta un medio eficaz  para ejecutar la legitimación del chantaje como está comprobando Yannis Varoufakis, el nuevo ministro de finanzas griego u Odiseo contemporáneo. 

Se nos repite hasta la saciedad que los gobiernos que no sigan el mantra económico de la troika serán irresponsables y utópicos, que lo político está en necesaria dependencia respecto a la estructura económica. Lo que se traduce, en el argot de los analistas de la corte, básicamente, en controlar estrictamente el gasto público, la inflación y llevar a cabo una devaluación interna. Con la enunciación de sus dictámenes, seguidamente formulan el juicio político definitivo: utopista todo aquel que no nos siga. 

El mainstream económico

Las pseudoleyes, a las que obedece el mainstream económico, son manifestadas como algo absoluto con la neutralidad que se le presupone a las leyes naturales. Esto no debe impedirnos ver el proyecto de clase que hay detrás y que se implanta desde una debilidad de los individuos que también fomenta (con la atomización de la clase trabajadora y su pérdida de capacidad negociadora) y que se materializa en su falta de organización.  Tal y como señalaba Slavoj Zizek,en junio de 2012, en la convención de Syriza celebrada antes de las elecciones de ese mismo mes, lo realmente utópico es el plan de austeridad impuesto por Bruselas para salvar a los bancos. 

El problema es que los griegos, decía Zizek, sufrían pero no como víctimas pasivas sino desde una reclamación activa de sus derechos que se manifestó en movilizaciones y ha concluido con la reciente victoria de Syriza. 

Pese a las diferencias evidentes entre dos realidades distintas, existen similitudes en el cambio al que estamos asistiendo en España. Podemos ha movilizado una parte importante del electorado abstencionista y a los decepcionados con el turnismo neoliberal, y ha generado una ilusión de cambio en aquellos que ven que las cosas, en política, pueden hacerse de otro modo y que los intereses de los ciudadanos deben anteponerse a los de las élites económicas.  Conviene recordar que la política es el arte de lo posible y que la primacía de lo económico es una elección política, pero no la única válida. 

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