El turismo en España sigue mostrando buen tono

Logo turismo en España.
Logo turismo en España.

Casi no sorprenden las buenas cifras del turismo, superando mes tras mes las expectativas. Una trayectoria con raíces tanto propias como exógenas, con múltiples impactos en el conjunto de la economía.

El turismo en España sigue mostrando buen tono

Son diversos los indicadores disponibles para medir la coyuntura turística y todos ellos apuntan a un diagnóstico similar: en 2016 el sector superará las altas cifras logradas en 2015. Así lo podemos ver reflejado, por ejemplo, en los datos de llegada de turistas internacionales: hasta agosto su número supera los 52 millones (10 millones sólo en agosto), un 10% más que un año antes. Se trata del mayor índice de crecimiento para este período en lo que llevamos de siglo. Y ello pese a cierta ralentización registrada por los viajeros procedentes de Reino Unido (principal emisor de turistas a España, con el 25%). Tras el apoyo al Brexit en el referendo del pasado mes de junio, los británicos pasaron a crecer en julio-agosto a ritmos inferiores a la media (+7% vs +9% del total de turistas). No hay que olvidar la fuerte depreciación experimentada por la libra respecto al euro, que en algunos momentos llegó a cifrarse en torno al 15% respecto a cotizaciones máximas del año.

No sólo los viajeros extranjeros intensificaron su presencia en España; también los propios españoles aumentaron sus viajes. En el primer semestre del año, realizaron un 5% más de viajes que el pasado año en este mismo período. El turista español se mantuvo, además, fiel al destino interior, al suponer éste más del 90% de la plaza elegida.

No sólo los viajeros extranjeros intensificaron su presencia en España; también los propios españoles aumentaron sus viajes. En el primer semestre del año, realizaron un 5% más de viajes que el pasado año en este mismo período.

El mayor número de viajes constituye el trampolín a partir del cual se sostiene la dinámica expansiva de otras referencias sectoriales. Se alcanzan más pernoctaciones (+8% entre enero y agosto) y mejores ratios de ocupación  y precios hoteleros. También crece un 7%  el gasto que realizan los turistas llegados a España, de forma que en ocho meses suman más de 53 mil millones de euros, casi tanto como el PIB de Galicia en un año.

Detrás de esta escalada se encuentra, sin duda, la mejora en las perspectivas económicas en general, y del consumo privado en particular. Sin embargo, si pensamos que se trata de una recuperación que se ha movido en no pocas ocasiones entre las arenas movedizas de la incertidumbre  (¿si no a qué tantos desvelos por parte de los principales banqueros centrales, entre ellos el europeo?) no cabe más que pensar que los consumidores parecen haber interiorizado un carácter cada vez más básico y menos extraordinario del gasto en viajes. La coyuntura económica es importante, pero posiblemente su sensibilidad pierda enteros a medidas que avanzamos por el siglo XXI.

España lleva décadas ocupando posiciones destacadas en el podio mundial del sector: segunda potencia por superávit turístico (diferencia entre ingresos recibidos y gastos realizados), sólo por detrás de Estados Unidos, y tercera por número de turistas.

Otros factores más erráticos e igual de exógenos al sector van cobrando presencia en su evolución. Entre ellos, sin duda, los avatares geopolíticos. La inestabilidad presente en diversas plazas competidoras, como es el caso más reciente de Turquía, no deja de ser un plus de atractivo para el destino español.

Estrategia y azar parecen darse la mano a la hora de intentar comprender el fenómeno de los flujos turísticos.  No obstante, el azar por sí solo no podría explicar que España lleve décadas ocupando posiciones destacadas en el podio mundial del sector: segunda potencia por superávit turístico (diferencia entre ingresos recibidos y gastos realizados), sólo por detrás de Estados Unidos, y tercera por número de turistas. Es posible que la clave se encuentre en combinar una estrategia capaz de poner en foco lo que el azar dispone y un azar que sirve de coartada para desarrollar una estrategia flexible y en permanente alerta.

Antes de terminar, no deberíamos dejar fuera del radar las implicaciones de la actividad turística más allá de las fronteras del propio sector. Por un lado, el claro impacto en la generación de empleo y no menor en la captación de ingresos foráneos, un inestimable apoyo a un mejor equilibrio de nuestras cuentas con el resto del mundo. Su efecto arrastre, además, discurre por muy diversos afluentes, desde las actividades de ocio, comercio o transporte, hasta el potencial exportador latente en el conocimiento de nuestra cultura y nuestros productos adquirido durante su estancia y de primera mano por el visitante.

Comentarios