Nuestros deportistas olímpicos son ejemplo de españolismo

Carolina Marin. / Río2016
Carolina Marin. / Río2016

Son muchos los que se avergüenzan de nuestro himno, de  nuestra bandera y hasta de la palabra España, y recurren a la mezquina expresión "este país".

Nuestros deportistas olímpicos son ejemplo de españolismo

Los deportistas, en general, tienen un comportamiento ejemplar cuando representan a España en competiciones internacionales; ahí está el reciente ejemplo de los olímpicos españoles.

Nos hemos conmovido con su emoción  al escuchar el himno con respeto y dignidad, hemos llorado al ver sus lágrimas de felicidad, a todos nos hubiera gustado entregarles la bandera española cuando la buscaban con ansiedad entre el público para pasearla o exhibirla con el orgullo de sentirse españoles en la babel olímpica. A mí me emociona especialmente ver su mano derecha sobre el pecho, en el momento de escuchar el himno e izarse la bandera.

No me referiré al contraste con aquellos que vejan los símbolos españoles -bandera, himno o a la jefatura del Estado, representación de todos los españoles- sino a quienes usan el sucedáneo  “este país” para referirse a España, con más frecuencia de la que sería deseable.

Unos lo hacen impensadamente, sobre todo en tertulias, conferencias de prensa, artículos en los medios de comunicación y entrevistas, pues a base de escuchárselo a quienes lo usan con otra intención, se han dejado contagiar. En este grupo incluyo a los políticos pertenecientes a los llamados partidos constitucionalistas, que podían ejemplarizar hablando decidida y claramente de España.

Hay un segundo grupo que parece sentir vergüenza de declararse español, tal vez para no sentir el rechazo o no  encrespar a quienes consideran tufillo facha saludar a la bandera de España y escuchar con respeto y emoción nuestro himno nacional.

Naturalmente, hay un tercer grupo que usa “este país” con la intención  consciente de eludir,  ignorar o, lo que es peor, despreciar a España, a la Hispania reconocida por fenicios y romanos como una, sin perjuicio de sus partes, de su diversidad cultural, de costumbres, paisajística e  idiomática, que enriquece al conjunto y permite sentir el orgullo de ser parte dentro de un todo.

“Este país” es una moda, un término frío, poco expresivo y hasta mezquino y pobre, que oculta la riqueza de la España conseguida por la fundición de las partes, sin que estas pierdan su propio valor.

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