Un análisis en frío cuestiona las propuestas de Guanyarem sobre el deporte catalán

Camp Nou. / Mundiario
Camp Nou. / Mundiario

Tanto la mayoría de deportistas como los equipos catalanes sufrirían una considerable merma de sus capacidades competitivas y sus posibilidades de triunfo.

Un análisis en frío cuestiona las propuestas de Guanyarem sobre el deporte catalán

Tanto la mayoría de deportistas como los equipos catalanes sufrirían una considerable merma de sus capacidades competitivas y sus posibilidades de triunfo.

Parta este artículo de una evidencia: el derecho que asiste al deporte catalán a intentar la independencia de sus federaciones y la creación de selecciones oficiales propias. Hay cauces para instrumentar este objetivo e incluso ejemplos sobre los que fundamentarlo. Ahora bien, un movimiento de esta dimensión conviene que sea evaluado de manera suficiente y neutral. Eso pretendimos al analizar las consecuencias económicas de la posible secesión (léase artículo al respecto).

Veamos los posibles efectos en el ámbito deportivo. Como en cualquier análisis de valor sobre las consecuencias de una modificación de estatus, se deben tener en consideración dos elementos clave: el potencial de actuación en solitario y la posición de partida. No incluimos factores subjetivos relacionados con los sentimientos, aspecto al que cada cual atribuirá un valor en clave personal.

Los deportistas catalanes

Convendremos que el deporte de un país, se mide por el nivel que alcanzan sus deportistas, sus equipos y sus selecciones nacionales. Valoremos el potencial y la posición inicial de cada estamento a partir de los deportes con mayor difusión e impacto social aun a riesgo de olvidar, juro que involuntariamente, algún caso significativo.

Empezando por la primera dimensión, el rendimiento de los deportistas puede clasificarse según que sus disciplinas sean individuales o colectivas. En el plano individual y salvo en motociclismo, habrá que admitir que los deportistas catalanes, con alguna gloriosa excepción como Mireia Belmonte, Gervasio Deferr, Josep Marín o Joel González, no han alcanzado en general un nivel top en las competiciones internaciones. Hablamos de atletismo, gimnasia, natación, ciclismo, tenis, remo/piragüismo, vela o disciplinas de combate. Posiblemente la independencia de las federaciones catalanas no tendría una gran influencia en este aspecto, ni positiva ni negativa.

Respecto a los deportistas que ejercen su actividad en deportes colectivos, el caso cambia radicalmente. Estamos hablando de los deportes de masas como el fútbol o el baloncesto, de asistencia digamos intermedia como el balonmano, y de menor afluencia como el waterpolo, la natación sincronizada o el hockey a patines, entre otros. Los deportistas catalanes han alcanzado los mayores logros en estos deportes participando dentro de la selección española: campeonatos del mundo y de Europa así como meritorias medallas olímpicas. Se puede afirmar que, con excepción del hockey a patines (deporte no olímpico) y del waterpolo, una selección catalana difícilmente habría obtenido triunfos de esta repercusión con lo cual parece incluso evidente que los deportistas catalanes sufrirían una merma relevante de celebraciones en caso de la independencia de su deporte.

Equipos y selección

Respecto a los equipos catalanes, el Barcelona es sin lugar a dudas uno de los grandes clubs del mundo, tanto en fútbol como sus secciones de baloncesto, balonmano o hockey sobre patines. Tampoco debería haber dudas para concordar en que los extraordinarios éxitos del club se deben a su integración en una competición de alto nivel donde encuentra rivales a su altura, lo cual implica beneficiarse de una estructura y unos recursos que no obtendría en una liga necesariamente menor como resultaría la catalana.

La insistencia de algunos dirigentes respecto a que los clubs de una Catalunya independiente continuarían en las competiciones españolas semeja un deseo insostenible de negar una consecuencia obvia e inmediata de la soberanía catalana. Con toda seguridad, el mayor damnificado deportivo de una independencia de Catalunya sería el Barça, que quedaría reducido a un equipo de segundo nivel tipo Dinamo de Kiev, Rapid de Viena o Glasgow Rangers, por escoger unos ejemplos, y que tendría imposible competir con los mejores, llámense Chelsea, Bayern, Juventus o Madrid.

Respecto a la selección catalana, una cosa es el voluntarismo de determinadas manifestaciones y otra la realidad de la alta competición. Resulta al menos improbable que una selección catalana de fútbol, baloncesto o balonmano, por citar los deportes más relevantes en España, pudiese llegar a alcanzar los primeros lugares en competiciones internacionales y, con seguridad, se vería excluida con frecuencia de las fases finales de mundiales, europeos o juegos olímpicos. Esto no es una condena o un designio sino una simple consecuencia de los recursos disponibles para competir con los combinados nacionales más poderosos.

En resumidas cuentas: Catalunya tiene derecho a apostar por unas federaciones deportivas independientes y por una selección oficial propia. Debe asumir que ese objetivo implicará necesariamente atenuar de forma notable las expectativas de triunfo de su deporte en el marco internacional. A partir de ahí, adelante (o atrás).

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