El precio de la verdad: ¿qué implica ejercer periodismo?

Ilustración de Hayden Christensen como Stephen Glass / Mundiario
Ilustración de Hayden Christensen como Stephen Glass / Mundiario

La película narra las mentiras de Stephen Glass, quien inventó 27 de 41 artículos publicados en The New Republic, la revista más influyente de Estados Unidos en los 90.

El precio de la verdad: ¿qué implica ejercer periodismo?

Shattered Glass es el título original de la cinta estrenada en 2003, protagonizada por Hayden Christensen, actor que da vida a Stephen Glass (uno de los periodistas más reconocidos en 1995, debido a su habilidad e intuición periodística), quien trabajaba en la revista The New Republic y que se convirtió en toda una sensación tras descubrirse que la mayoría de sus artículos eran falsos.

Stephen se unió a la revista a los 25 años, y comenzó a publicar reportajes que le darían renombre en el gremio periodístico; básicamente como menciona el reportero y escritor Javier Valenzuela, “Glass era la estrella en ascenso del periodismo escrito norteamericano”, pero tras la publicación de El paraíso del Hacker, se comprobaría que había inventado 27 de los 41 artículos que había publicado.

Todo inició cuando Adam Penenberg, periodista del medio digital Forbes, comenzó a indagar (por orden de su editor) más a fondo la historia escrita por Glass, descubriendo que las personas, empresas, ubicaciones y fuentes documentales que presentaba, no existían. Lo que llevó a que Charles Lane, editor de The New Republic, hiciera una investigación interna para corroborar la veracidad de lo publicado previamente.

¿Hubo consecuencias para Stephen Glass y The New Republic?

La revista tuvo que afrontar la consecuencia por ‘pecar de inocente’, lanzando un comunicado en el que se disculpaban con sus lectores por haber difundido información inventada. Durante una entrevista en el programa 60 Minutes, Stephen Glass confesó que lo había hecho por el placer de ver a las personas gozar sus historias, y demostrar su excitación por lo que él les contaba.  

 

El hecho no era nuevo, pero su magnitud y alcance sí. El reconocido periodista y presentador, Howard Kurtz recordó cuando The Washington Post  fue víctima de “la sed de los editores por historias ‘potentes’ y la ‘desmedida ambición’ de algunos jóvenes reporteros”; en 1981 el periódico despidió a Janet Cooke, quién escribió un reportaje sobre Jimmy, un niño con adicciones a la heroína; la historia resultó ser ficción, pero irónicamente le ganó a Janet un premio Pulitzer.

Estos eventos son un recordatorio en la prensa internacional sobre las prisas por el éxito y el prestigio, no sólo por parte de los periodistas, también de las empresas. La periodista Judith Herrera Cabello, advierte de los nuevos retos de la inmediatez (gracias a la evolución de la tecnología) a los que se enfrenta el periodismo, por lo que la verificación y contraste de la información se volvieron vitales para el oficio.

El precio de la verdad

Para los catedráticos, ser un buen periodista significa trabajar mucho y ganar poco, ser desconocido para la mayoría de las personas, pero sobre todo, ser ético buscando la verdad, alejada de los intereses de la gente con poder. Aunque claro, el precio puede resultar bastante alto, pues desde el año 2000, México registra el asesinato de 152 periodistas, según datos de la ONG Artículo 19, por lo que ha sido considerado en más de una ocasión el país más peligroso para ser periodista.

No es de sorprender que en 2022, se hayan denunciado los homicidios de 33 periodistas a nivel mundial, donde los nombres de México y Ucrania salen a relucir; el primero (7 periodistas asesinados) por la impunidad de parte del gobierno y los altos niveles de crimen organizado, mientras que el segundo, el principal factor se debe a la invasión por parte de Rusia en el país, que cobró la vida de 6 periodistas a la fecha. @mundiario

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