Marcha fúnebre por la cultura gallega

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Danza.
La nulidad de una política centralizada cultural, el ostracismo y falta de regulación a las escuelas superiores de artes y los recortes y falta de fondos a los sectores culturales, desangran a un tejido que sigue mostrando día a día su valor, y poniendo a Galicia en el panorama cultural gracias al gran hacer de sus profesionales
Marcha fúnebre por la cultura gallega

Siempre que se va por la autopista AP-9 que une La Coruña con Vigo (y viceversa, no vaya a ser), hay puntos relevantes que ver desde la carretera, el puente de Rande, la preciosa Pontevedra, y al llegar a Santiago, al asomarse en el horizonte en el monte Gaiás, la Ciudad de la Cultura de Galicia.

Al área conservadora de la política autonómica Gallega, el tema de la cultura siempre se le atraganta. Será un estigma, será un trauma, pero en 1999 el Partido Popular gallego, decidido a sacarse los complejos, lanzó ese proyecto, que gana Peter Eisenman y que en 2001 se pone raudo y veloz a construir.

No sabemos si lo que se quería hacer es lo que se hizo , pero sí sabemos que es “algo” que nace muerto, ideas de despacho al margen de la sociedad y el sector cultural que demandaban y demandan otro tipo de actuaciones.

Y es lo que tienen las cosas muertas, que necesitan entierros, y rápidamente la Ciudad de Cultura, se encarga de enterrar millones y millones de euros, en errores, sobrecostes y materiales y dos décadas después, triplicando el presupuesto. Lo que supone  unos 300 millones de euros gastados y que entrado en el año 2020 pocos gallegos sabemos aún para qué sirve el conjunto de edificios, que Manuel Fraga definió como “su sueño”.

Tengan en cuenta ahora ese dato, esa cantidad, 300 millones de euros, para poner en perspectiva lo que el actual Gobierno de la Xunta nos plantea por medio de la Consellería de Cultura para este año 2020: el Centro Dramático Galego, centro público encargado de la realización, producción y difusión de arte dramático, de los 600.000 euros de presupuesto actuales, pasa a presupuestarle 350.000 euros.

 Al Centro Coreográfico Galego de sus ya pírricos 150.000 euros pasa a 50.000 euros, sumándole a este organismo, que actualmente se encuentra sin dirección y que el AGADIC, por medio de su presidente, ha dejado entrever que no la tendrá; suponiéndole un último duro golpe a la danza gallega, que necesita un giro de timón por parte de las Instituciones Públicas, ya no para producir sino para revivir el tejido en Galicia.

El sector audiovisual tampoco corre mejor suerte, el Centro Galego de Artes da Imaxe, se tiene que contentar con 132.000 euros contra los 165.000 euros que tenía anteriormente. La vida sube para los gallegos menos para los que habitan en Monte Pío que con estas cifras resume la importancia que le da a la cultura pública.

Durísimos y pesimistas datos que llegan desde la Consellería de Cultura, que ya han puesto de manifiesto los diferentes entes y asociaciones del sector, pero, como viene siendo habitual caerán en saco roto.

Podríamos llorar estos datos sonando de fondo la “La Marcha Fúnebre” de Chopin, pero probablemente no sonará igual con la deuda de 5 millones de euros que la Xunta debe al Consorcio para la promoción de la  música desde años pasados y el ninguneo sistemático y la falta de espacio al resto de orquestas, músicos y compositores, que no tienen cabida ni a nivel económico ni escénico dentro de la comunidad gallega. Si tratan así el  terreno musical institucional, imagínense como tratan al resto. @mundiario

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