El difícil y tortuoso camino hacia la igualdad

feliep VI en su visita a Navalia 2022. / Casa Real
Felipe VI en su visita a Navalia 2022. / Casa Real

A pesar de que en el mundo occidental las mujeres tenemos mucho de qué alegrarnos, es preocupante ver como el camino ya recorrido parece estar dando marcha atrás cuando cada día vemos declaraciones contra el feminismo como las de la presidenta de la Comunidad de Madrid.

El difícil y tortuoso camino hacia la igualdad

En el mundo occidental, las mujeres tienen mucho de qué alegrarse, no lo olvidemos”, dice Mary Beard en el prefacio de su libro “Mujeres y poder: Un manifiesto”, y efectivamente es cierto si nos comparamos desde España a otros muchos países, más de los que debería ser a estas alturas de la historia de la humanidad, o a otras culturas diferentes.

Porque es muy difícil hablar de igualdad de derechos sin recordar la noticia impactante de Arooj y Aneesa Abbas, dos hermanas residentes en Terrassa  asesinadas por sus familiares simplemente por oponerse a sus matrimonios en Pakistán. Un crimen de "honor" (quizás no haya oxímoron más cruel) después de que les hubieran solicitado el divorcio a sus primos.

El de Arooj y Aneesa es uno entre muchos otros “crímenes de honor”, 478 solo en 20221 según la  OHCHR Comisión de derechos Humanos de Pakistán. Un crimen que ha puesto encima de la mesa el tema de los matrimonios forzados también en España: 27 casos conocidos desde 2015.

Sí, es difícil hablar de igualdad de derechos y de conquistas de espacio para la mujer ante casos tan graves como esos, pero debemos hacerlo, porque a pesar de que en el mundo occidental, las mujeres tenemos mucho de qué alegrarnos, aún no está todo conseguido y porque cuantos más derechos conquistemos en nuestro entorno más fácil será llevar esas conquistas a otros países.

Conquistas que aquí también han sido difíciles y que han requerido la lucha de muchas mujeres durante décadas. Por eso es preocupante ver como ese camino ya recorrido parece estar haciéndose más estrecho y tortuoso e incluso tornando atrás cuando cada día vemos declaraciones contra el feminismo, como por ejemplo las de la presidenta de la comunidad de Madrid.

Manifestaciones que parecen más de un dirigente de VOX (de los que ya no nos extraña nada en cuestión de restricción de derechos y libertades) que de un partido que se proclama de gobierno, democrático y moderno.

Pero es también preocupante que otros partidos que llevan en su ideario la defensa de la igualdad y se definen feministas sigan sin convertir la teoría en hechos al no respetar la paridad en sus órganos de dirección e incluso en ocasiones con una representación exigua de mujeres en los actos que organizan.

A alguien puede parecerle anecdótico que sigamos viendo actos, muchos, en los que la presencia de la mujer es minoritaria o inexistente, uno de los últimos en la visita de S.M. el Rey a Vigo, como denunciaba la diputada socialista en la Parlamento de Galicia, Noa Díaz, pero no son anecdóticos ni casos aislados. Como no son anecdóticos tampoco los datos sobre brecha salarial o sobre la presencia de las mujeres en cargos directivos que certifican que las directivas cobran de media 10.201 euros menos que sus colegas varones o que las mujeres representan solo el 8,8% de las direcciones generales en España. Datos que siguen demostrando que la igualdad real está todavía por llegar.

Por eso son tan necesarios gestos como los de la Vicepresidenta primera del gobierno, Nadia Calviño, rechazando hacerse una foto en la que ella sería la única mujer.

 

o declaraciones como las de Julia Otero en el programa de Jordi Évole.

 

La igualdad es un logro que debe hacerse colectivamente, entre hombres y mujeres, y que va más allá de la sororidad (muy necesaria) solo entre nosotras. Dice Mary Beard en ese mismo libro que mencionaba al inicio que “con ello no quiero decir que las voces de las mujeres a favor de las causas femeninas no fueran, o no sean, importantes (alguien tiene que hablar en nombre de las mujeres), pero el caso es que el discurso público de las mujeres ha estado «encasillado» en este ámbito durante siglos.”

Por lo tanto, aunque cada vez hay más mujeres que lo hacen desde sus posiciones de liderazgo, es hora de esforzarnos en seguir desencasillando ese discurso, porque un mundo igualitario será aquel en el que las mujeres podamos hablar en alto ante los demás sobre cualquier tema pero en el que ellos nos escuchen sin condescendencia con la misma atención que a sus congéneres masculinos, y además un mundo en el que los hombres incluyan en su discurso (y no me refiero a un discurso puntual) el punto de vista de las mujeres.  

En caso contrario, el camino hacia la igualdad seguirá siendo largo, difícil y tortuoso. @mundiario

Comentarios