La tragicomedia de Nebraska en la vida real

Nebraska.
Nebraska.

Disfrutando del deleite tragicómico de este film creo haber encontrado, a modo de comparación, reflejada parte de la estremecedora situación que para millones de seres humanos parece que se viene encima.

La tragicomedia de Nebraska en la vida real

La pasada noche he vuelto a ver por tercera vez la película Nebraska (2013), dirigida por Alexander Payne y protagonizada por Bruce Dern y Will Forte. Disfrutando del deleite tragicómico de este film creo haber encontrado, a modo de comparación, reflejada parte de la estremecedora situación que para millones de seres humanos parece que se viene encima.

En la historia de esta película, que ha ganado un considerable número importante de premios,  Woody Grant, un anciano con síntomas de demencia, le comunican por correo que ha ganado un premio. Cree que se ha hecho rico y obliga a su receloso hijo David a emprender un viaje para ir a cobrarlo. Poco a poco, la relación entre ambos, rota durante años por el alcoholismo de Woody, tomará un cariz distinto para sorpresa de la madre y del triunfador hermano de David sorprendido que el viejo alcohólico decida viajar hasta Nebraska a recoger tan codiciado premio que le permitirá, especialmente, verse propietario de esa  furgoneta que ha deseado toda su vida.

El viaje es toda una aventura  de esquina a esquina y el desfile de esos personajes, familiares y amigos, todos perdedores natos y de escasos recursos en general, es para mí como espectador, una masa uniforme que muestra esa cara de América que no tiene nada que ver con el deslumbrante Manhattan de  Nueva York ni los casinos de las Vegas.

Y vuelvo ahora a repasar la obra de Alias Canetti “Masa y poder”, pues si la obra  1984 de Orwell vuelve a leerse la de Canetti no debe ser ajena. Y me pregunto cómo ha sido posible que este brutal acontecimiento que se cierne sobre todo el mundo haya podido suceder. ¿A quiénes preguntamos? Pues sencilla y tristemente a los otros políticos y poseedores de Don Dinero que, aunque se les había venido advirtiendo, su propia ambición y servilismo político no han considerarlo frenar a tiempo. Pero la barbarie ya está en marcha, las acciones emprendidas aterrorizan y comienzan a perjudicar a una gran parte de la sociedad global. Ante esto, lo menos que se puede hacer nos lo señala Canetti en esta certera frase:

“Nadie conoce toda la amargura de lo que aguarda en el futuro. Y si de pronto apareciera como en un sueño, la negaríamos apartando los ojos de ella. A esto le llamamos esperanza”.

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