Star Trek: Más allá, el estreno de una película que saca el cinco con solvencia

La película de Justin Lin gusta. Por encima del cinco, pero con Star Trek y con el cine de ciencia ficción en general está sucediendo lo que no debería suceder; su fantasía adolece a veces de una falta de verosimilitud más que notable. Y llega un momento en que el espectador y el crítico no saben si algunas acciones forzadas en el desarrollo de la historia son intrínsecas al género o consecuencia de un problema de montaje, o de esa necesidad de infantilizar últimamente personajes y situaciones para ser políticamente correcto.

La nueva entrega de Star Trek mantiene la filosofía de la serie y las películas, pues es reconocible su mundo, su variopinta interculturalidad y los ideales de fuerza y valor a través de la unión. La historia es la misma que vemos en todas las grandes películas del espacio: una nave perdida es el desencadenante del mal. Lo que me sucede con Más allá es que las breves historias no llegan a cuajar. Demasiados personajes, demasiadas biografías, personajes que ni sudan, ni beben, ni comen, monstruos infantilizados que quieren destruir la civilización por una clase de vendetta personal. O porque les da la gana. La acción es trepidante en ocasiones y hay personajes estéticamente muy atractivos como Jaylah,interpretada por Sofia Boutella, y me encanta el Spock de Zachary Quinto.

Película recomendable, con altibajos y dilataciones innecesarias, pero con efectos y bastante acción. Conserva la estética de la tradición y algunas secuencias interestelares superan con creces a otras películas del género que se han sobrevalorado a fuerza de bombo y platillo, y me voy a callar. Atentos a la música de los títulos de crédito del final, compuesta por Michael Giacchino.